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Preocupados por sus negocios, los países del Golfo se activan para evitar una escalada regional

Mapa regional de Oriente Medio (Aníbal Maíz Cáceres)
Mapa regional de Oriente Medio (Aníbal Maíz Cáceres)

Tras el ataque iraní a Israel, los países del Golfo están en plena efervescencia diplomática para evitar un conflicto regional que pondría en peligro su seguridad y sobre todo sus ambiciosos proyectos de reformas económicas.

Paíes como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Kuwait y Omán están justo en frente de Irán, que no para de cruzar amenazas con Israel, lo que los pone en primera línea en caso de conflagración.

Estados Unidos, el más firme aliado del Estado hebreo, cuenta además con instalaciones militares en los seis estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

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Arabia Saudita y Emiratos ya saben lo que implican los efectos de una guerra regional, al haber sido blanco de ataques contra instalaciones petroleras por parte de los rebeldes hutíes de Yemen, apoyados por Irán.

- Contactos diplomáticos -

En caso de recibir un ataque, Teherán "podría tener la tentación de replicar contra el CCG dada su proximidad geográfica y la multitud de blancos difíciles de proteger", apunta Ali Shihabi, un analista saudita cercano a la casa real.

Según él, "Irán acaba de darse cuenta de lo difícil que es alcanzar Israel, a miles de kilómetros", una circunstancia que no se da con los países del CCG.

Los países de la región comparten una convicción, y es que "los conflictos son malos para los negocios, y el evitarlos es ahora una prioridad absoluta", destaca Andreas Krieg, especialista de Oriente Medio en el King's College de Londres.

El domingo, el presidente emiratí, Mohamed ben Zayed al Nahyan, se entrevistó con el emir de Catar y los reyes de Jordania y Baréin, según medios oficiales, mientras que el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salmán, líder de facto del país, habló con el primer ministro de Irak.

Como parte de esos contactos, el primer ministro de Catar y el canciller saudita hablaron con el ministro de Exteriores iraní, y el titular saudita de Defensa se entrevistó con su homólogo estadounidense.

Por su lado, el emir de Catar, Tamim ben Hamad Al Thani, habló el lunes con el presidente iraní Ebrahim Raisi de "la necesidad de limitar todas las formas de escalada y evitar que se propague el conflicto por la región", según la agencia oficial de prensa catarí.

Lo que está en juego es de vital importancia para las ricas monarquías del Golfo, aliadas de larga data de Washington: sus costosos planes de diversificación económica, que buscan garantizar un futuro postpetrolero, dependen de un entorno estable y pacífico, que sea propicio para los negocios, el turismo y las inversiones.

Arabia, peso pesado del CCG y primer exportador de crudo del mundo, está enfrascada en un amplísimo programa de reformas que pretenden convertir este reino ultraconservador en un polo de negocios, turismo y deporte.

- "Posición muy delicada" -

Su "prioridad absoluta" es que la crisis "no se agrave", declara a AFP Ali Shihabi.

Arabia Saudita quiere además sacar rédito de sus vínculos renovados con Irán, después de una larga ruptura, y de sus buenas relaciones al mismo tiempo con Estados Unidos.

"Arabia Saudita aprovechará sus vínculos con Estados Unidos para presionar a Israel en favor de un alto el fuego en Gaza, y para que no responda al ataque iraní" del sábado, estima Umer Karim, investigador de política extranjera y especialista de este país en la Universidad de Birmingham.

Una posible escalada pone a los países del Golfo "en una posición muy delicada, porque no quieren alinearse de ningún lado, pero se verían afectados pase lo que pase", agrega.

Por su lado, Omán, que tiene una buena relación con Irán, se mantiene como un país mediador fundamental. Y en este juego de influencias, Catar tiene a su ventaja el hecho de albergar Al Udeid, la mayor base militar norteamericana en la región, explica Andreas Krieg, del King's College de Londres.

"En lo que se refiere al estrecho de Ormuz y el de Bab al Mandeb, [Omán] dispone de redes más profundas y es probablemente el mediador más eficaz", apunta este analista, refiriéndose a estos dos puntos críticos para la navegación en el Golfo y el mar Rojo, situados a ambos costados de la península arábiga.

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