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El preocupante escenario del economista estrella de Larreta, el “Dólar Qatar” y el avance sobre las cuentas en EE.UU.

El dólar, el termómetro que todos miran
El dólar, el termómetro que todos miran - Créditos: @Pixabay

Hernán Lacunza se subió al escenario con un chiste. “Me pidieron que dé buenas noticias, pero eso es un oxímoron”, dijo, y arrancó algunas sonrisas. Era el jueves a la mañana y le hablaba a una platea de cerca de 150 dirigentes de todo el país que apoyan la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta en 2023.

“Va a estar nublado. No va a haber sol, pero sí neblina. Vamos a ver algunas tormentas, lluvias aisladas. No va a haber un tsunami. Están trabajando para que no caiga granizo”, dijo el exministro de Economía sobre los próximos 15 meses de gobierno que le quedan al Frente de Todos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Luego tradujo: “Nublado quiere decir estancamiento. Neblina es alta inflación. Tormenta aislada es que el blue y los precios van a bajar y subir. Que no va a haber tsunami indica que no van a existir una hiperinflación, un corralito ni default. El granizo es el tipo de cambio, que es en lo que el Gobierno está concentrado hoy”.

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Dejó espacio para una suerte de elogio a Sergio Massa: “Tiene músculo para coordinar lo que era una anarquía”.

Lacunza negó que el problema estuviera hoy vinculado sólo a lo político. “Hay un problema económico objetivo. Faltan dólares y sobran pesos”, describió, y afirmó que Massa lo está encarando con “ortodoxia monetaria, procrastinación financiera [pateando deuda] y vendiendo ajuste, con más ruido que nueces”. Allí fue duro sobre lo que denominó el “Plan quiero llegar”. Lacunza dijo que el Gobierno no enfrenta los problemas de fondo, sino que posterga. “No enfrenta sindicatos, gobernadores ni empresas públicas”, cuestionó, y agregó que los próximos 15 meses serán de producto y empleo estancados, e inflación alta.

“La herencia va a ser áspera, quizás peor que en 2015″, alertó el economista. Algunos indicadores, le contó al público, van a ser peores. Vaticinó una pobreza de 40% y una inflación de alrededor del 90%.

Sobre los planes para 2023, Lacunza planteó dos objetivos bien claros: empleo y divisas. “Sin empleo no hay cohesión social; sin divisas, quebramos”, sostuvo. Luego habló de tres pilares: pidió estar integrados al mundo, no gastar más de lo que ingresa, y sugirió que la terapia será de shock. “No caigamos en la trampa de la timidez. No nos quedemos cortos. No tengamos vergüenza de lo que hay que hacer” , aclaró el economista. “La macro manda. ¿Saben por qué nos fue mal? Por el dólar. Necesitamos equilibrio general”, señaló. Luego dejó una advertencia: “Si no hacemos esto, el dólar va a ser un barrilete”. Lo fue en 2018 y 2019.

Anticipó que, con la inflación en estos niveles, el salario real va a caer y que no habrá inversión. Y que ese panorama complicará las exportaciones. Criticó la falta de reglas de juego, las trabas a las importaciones y dijo que el trabajo del Estado es “asfaltar el camino” y simplificar, tanto a nivel nacional como provincial.

“Agroindustria, minería, energía, servicios del conocimiento, turismo y construcción”, enumeró como sectores clave. “Los tres primeros aportan divisas; los otros tres, empleo. Los seis tienen un rasgo común: están en todas las ciudades, en todas las provincias, en todos los pueblos. Derrama a todo el país”, afirmó.

Sobre el final de la exposición, que duró 10 minutos, Lacunza recordó las tres reformas que hizo el macrismo. La previsional; “la de las piedras”, rememoró. La tributaria y el consenso fiscal. “Dos años después se revirtieron. En 2020, hicieron todo lo contrario. La mitad de los que lo hicieron son las mismas personas. ¡Qué carajo votaron en 2017! Este es un país sin convicciones. No merece crédito. Tenemos que convencernos de lo que tenemos que hacer para que no sea reversible. Para que el que tome la posta construya sobre lo que construimos”, terminó el exministro de Economía. Jugaba de local; el público le respondió con aplausos.

Un día en el quinto piso

Un día después del encuentro de Juntos por el Cambio, en el Ministerio de Economía, el sindicalista José Luis Lingeri (Aguas) llegaba al quinto piso del Ministerio de Economía. Sus “guardaespaldas”, ya en el ascensor, lo confirmaban en código: “El pato está en el agua”. Massa le aseguraba a él, a Andrés Rodríguez (UPCN) y a Gerardo Martínez (Uocra) que el “ajuste” no los iba a rozar. La obra pública, clave para los gobernadores en un año electoral, subirá 0,3 puntos con relación a este año (será de 1,58% del PBI) en un presupuesto con una inflación estimada de 60%. Los analistas privados creen que, sin un plan de estabilización, la suba de precios puede ser cercana al 100%.

La política mira los pasos de Massa y sus números. El ministro no subirá impuestos, pero le dejó al Congreso un “una separata”, un menú para eliminar beneficios fiscales corporativos, tal como sugirió el Fondo. Pero, además de la política, Massa mira la economía, que -como dijo Lacunza- tiene una única variable: el dólar.

Por ahora, el equipo económico de Massa apuesta a una devaluación en cuotas. El dólar soja abre una ventana para mejorar el stock de reservas -superaría la marca de los US$5000 millones-, pero, al mismo tiempo, complica el patrimonio del BCRA, alienta la inflación por la mayor emisión monetaria a la hora de comprar dólares. Pese al alza de tasas o las cuentas dollar linked, los pesos libres vuelan a los dólares financieros, ampliando la brecha cambiaria, madre de la dinámica que justamente erosiona las reservas del Banco Central.

El Ministerio de Economía orejea el “dólar turista” para frenar la sangría, sobre todo a semanas del Mundial de Qatar. “Hay ideas, iniciativas, propuestas, pero son sectoriales”, dicen en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Subir la percepción de ganancias (ya está en 45%) tendría poco impacto a esta altura del año. Las devoluciones son muy pronto. Llevarlo la MEP podría impactar en su cotización y, dicen, también en la recaudación del impuesto PAIS. Esa suba golpearía de lleno en los servicios de streaming y en la importación de medicamentos, confían. “Es necesario tener una mirada integral”, cuentan en el Ministerio de Economía. El análisis sigue en proceso; no hay nada descartado.

Mientras tanto, Martín Insaurralde, que habla seguido con Massa, prepara la semana que viene -con varias cámaras empresarias bonaerenses- una “movida” para impulsar la “priorización” de los dólares. Ya había “movido” la semana pasada un comunicado de Adiba, Cepba, FEBA y la Uipba. Massa fue invitado el viernes que viene a un evento con CAME, la primera en reclamar restricciones. Lo había hecho Alfredo González, su presidente, en una reunión con el secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini. En la UIA, que negó la semana pasada que pidiera un “dólar Qatar”, creen que se está forjando un operativo clamor. El estatus de la situación es: no hay nada descartado, lo tienen que pedir los sectores.

Como ejemplo, un “clamor” ya había llegado a otra ventanilla hace muy poco. Cerca de Tombolini mencionaban las bondades de poder usar un “dólar hard” (más caro) para importaciones, casualmente, luego de que Cgera -otra cámara empresaria- lo sugiriera. El proyecto de Presupuesto 2023 incluyó entonces un blanqueo específico para la importación de insumos. Además, en otro artículo, se expandió el de la construcción. Esa muestra del accionar oficial tiene un bonus track: “Pidieron una ventana y abrimos dos”, cuentan en Economía sobre la decisión de Massa de impulsar la posibilidad en EE.UU. de un intercambio automático de información financiera para buscar US$100.000 millones de cuentas de argentinos no declaradas. Tras su encuentro con el Tesoro y la Casa Blanca, el ministro se entusiasmó. Sería todo un logro político para un Estado afín a filtraciones de datos tributarios que terminan siendo insumo de operaciones políticas.