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Presión impositiva: las lecciones de una ciudad de EE.UU.

Es un pueblo pequeño con una gran reputación. Greenwich, Connecticut, con una población de 60.000 almas, ha sido por largo tiempo el hogar de gigantes de las finanzas y la industria. Hace un siglo Edmund C. Convers, el primer presidente de Bankers Trust, Zalmon Gilber Simmons, un magnate de los colchones, y dos Rockefellers vivían allí. Entre los actuales residentes se cuentan Ray Dalio de Bridgewater, el fondo de riesgo más exitoso del mundo, e Indra Nooyi, la exnúmero uno de Pepsi. Tiene una de las mayores concentraciones de riqueza de Estados Unidos. Medido por el ingreso del 1% más rico de los residentes, Connecticut es el estado más rico de Estados Unidos. El área metropolitana (Bridgeport-Stamford-Norwalk) y el condado (Fairfield) que contiene a Greenwich se ubican segunda y cuarto de acuerdo a la misma medida.

Podría pensarse que una década en la que los estadounidenses ricos se hicieron más ricos hubiera tratado bien a Greenwich. No fue así. La crisis financiera del 2007-08 y la baja en la fortuna de los fondos de riesgo vaciaron los cofres del estado. Como respuesta, Connecticut elevó los impuestos, provocando un éxodo que sirve como lección para el resto de Estados Unidos respecto de los riesgos de utilizar bajos impuestos para atraer residentes ricos. Y a medida que los estadounidenses pierden el entusiasmo por vivir en pequeños pueblos, Greenwich es un recordatorio de que incluso el enclave más privilegiado no es inmune a las tendencias nacionales.

Hasta 1991 Connecticut no cobraba impuesto a las ganancias personales. La gente de fondos de alto riesgo atraída a Greenwich llevó a sus mercados de propiedad inmueble a excesos aún mayores. Paul Tudor Jones II, que fundó un fondo de riesgo en Greenwich en 1980, modeló su mansión en base a la casa de Thomas Jefferson, Monticello, con el agregado de un garaje para 25 autos. En 1998 Steven Cohen, el fundador de sac Capital Advisors, compró una casa por la suma nunca vista de US$14,8 millones en efectivo. Para comienzos del 2000, un tercio de su propiedad comercial estaba ocupada por fondos de alto riesgo y los alquileres en la avenida Greenwich rivalizaban con los de Park Avenue.

Entonces vino la caída, que liquidó a muchos administradores de fondos. Para cubrir el parche en las finanzas estaduales, Connecticut elevó el impuesto a las ganancias tres veces. Allí descubrió que es verdad aquello de que "lo que viene fácil, se va fácil". En 2017 Tudor Jones vendió el campus de su fondo en Greenwich, redujo el personal y se mudó a la cercana Stamford. Otros se mudaron a Florida, que aún no tiene impuesto a las ganancias ni a los bienes. Lampert mudó su fondo y su familia a Miami en 2012. La mayor parte del personal de Wexford Capital se mudó a Palm Beach en 2014. Tudor Jones ahora vive en Palm Beach y tiene una oficina allí.

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En la última década Greenwich ha sido también víctima de otra tendencia nacional: al volverse más seguras y más agradables las ciudades, los estadounidenses están menos entusiasmados con los pueblos de tamaño medio. Su mezcla de propiedad inmueble exacerba el problema. Los compradores de casas prefieren vecindarios en los que se puede caminar y están dispuestos a cambiar tamaño por ubicación. Incluso los más ricos han perdido interés por las grandes propiedades en el campo.

La lección que da la ciudad es que los impuestos bajos van en ambos sentidos. Para algunos a los que les resultó fácil venir también les resultará fácil irse. Si Florida alguna vez necesita elevar sus impuestos puede encontrarse con el mismo resultado.