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¿Puede la ganadería de vacas ser sostenible?

Mapa mostrando el probable incremento en metano provocado por la ganadería. Las regiones en gris no son utilizables hoy en día para el ganado. Por Dr Mark Lee
Mapa mostrando el probable incremento en metano provocado por la ganadería. Las regiones en gris no son utilizables hoy en día para el ganado. Por Dr Mark Lee

La situación de la ganadería vacuna en el planeta es complicada. Por una parte, resulta necesaria para alimentar a una humanidad que sigue creciendo – se podría debatir hasta qué punto, pero ese no es el objetivo de este post. Pero también tiene un impacto muy serio sobre la naturaleza, por vías como su contribución a la pérdida de hábitats naturales – terrenos forestales transformados en pastos – y los gases de efecto invernadero que provoca. La pregunta, a la que se trata de dar respuesta en un artículo reciente, es si se puede hacer esta práctica más sostenible.

Y para poder entender la respuesta que se da hay que conocer los matices que hacen los investigadores. Porque de todo lo que podrían analizar, se han centrado en un factor muy concreto pero importante. ¿Contribuyen las vacas al cambio climático, y si es así, de qué manera y cómo se puede evitar o al menos paliar?

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El problema no está en saber si las vacas generan gases de efecto invernadero. Para esto ya hay respuesta: sí, producen grandes cantidades de metano con un efecto muy claro. Y lo hacen como parte de su digestión, por lo que resulta inevitable.

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Aunque no como normalmente asumimos. El sistema por el que las vacas procesan el alimento genera grandes cantidades de metano. No sólo las vacas, todos los rumiantes lo hacen. Pero estos se liberan cuando el alimento vuelve a la boca para ser masticado, no mediante ventosidades como muchas veces se cree.

El problema no es que las vacas produzcan metano, es que cada vez lo hacen en mayor cantidad. No porque haya aumentado el tamaño de la ganadería – que también – si no que en muchos lugares cada vaca produce más metano en su digestión, y al mismo tiempo menos leche y carne.

¿Cómo ocurre esto? La culpa la tiene el aumento de temperaturas, el cambio climático. Las plantas se adaptan a las nuevas circunstancias de distintas maneras: endurecen sus hojas y tallos o las engrosan para evitar la pérdida de humedad, florecen antes, o incluso colonizan hábitats que antes quedaban fuera de sus posibilidades.

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En todos los casos, el resultado es el mismo: plantas que aportan menos alimento. Las vacas consiguen menos nutrientes aprovechables de los pastos, con lo que necesitan consumir una mayor cantidad. Y esta mayor cantidad resulta en más metano.

Pero no es el único factor. Al endurecerse las partes verdes de las plantas de pasto, las vacas generan más metano al digerirlas. Las rutas metabólicas son considerablemente complejas, pero el resultado es que por cada gramo de pasto se produce más metano que antes.

Lo que se convierte en un círculo vicioso. Las plantas adaptadas al cambio climático provocan que las vacas generen más metano, que a su vez contribuye al cambio climático obligando a las plantas a adaptarse. Una situación sin una salida fácil.

Pero sí se puede romper el ciclo, aunque requiere de planificación y esfuerzo. La propuesta del equipo responsable del artículo pasa por seleccionar variedades de pastos con un alto valor nutricional, que haría que las vacas tuvieran que consumir menos materia vegetal, y reduciría la cantidad de metano. Ponerlo en práctica no parece sencillo, pero los beneficios a largo plazo pueden hacerlo no sólo conveniente, incluso necesario.