Quién se beneficia realmente de las rebajas de verano: ¿comercio o consumidor?

El 2012 marcó un cambio fundamental en el comercio en España. La liberalización total de las rebajas quitó muchas de las limitaciones que tenían los negocios, como la restricción de los períodos de rebajas a sólo dos veces del año (y con una duración de entre una semana a dos meses), la franja mínima de descuentos, o las restricciones respecto al tipo de prenda que puede estar sujeta a la promoción.

Las rebajas son fundamentales para los comercios, ya que representan casi un tercio de las ventas en España; y para el empleo, ya que se estima que se generarán entre 190.000 y 205.000 contrataciones en el 2019, un 7% más que el año anterior. Este año, han comenzado en casi todo el país el 1 de julio ya están demostrando su impacto.

Ciertas empresas, como El Corte Inglés o Inditex, han decidido repetir la estrategia del 2018 y adelantar ligeramente los descuentos, aprovechando el impulso del fin de semana. Por otro lado, también ha resultado necesario, ya que las ventas han estado fluctuando mucho en lo que llevamos del año: hasta mayo han aumentado un 2,3%, pero en abril se produjo una caída de un 8,4%. En el 2018, esta misma táctica ayudó a equilibrar el descenso del 4,4% que estaba sufriendo el sector textil. Pero sólo para las cadenas grandes.

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Los pequeños y medianos comercios experimentaron un impacto por debajo de lo esperado el año pasado. La Confederación Española de Comercio (CEC) avisa de un resultado similar este año, con caídas tanto en cuestión de ventas como de márgenes. Las grandes cadenas a duras penas logran mantenerse a flote, pero las pequeñas y medianas tiendas salen perdiendo. No pueden permitirse ofrecer descuentos continuados a lo largo del año y, cuando eventualmente sí logran ofrecer alguna rebaja, el porcentaje descontado no es tan significativo como en las grandes superficies y, en consecuencia, el consumidor sale perdiendo también.

Las rebajas pierden su efecto

Por ende, la CEC ha estado clamando por el regreso de las regulaciones que existían, en gran parte debido al hecho de que las ventas se ven afectadas negativamente por los descuentos constantes a lo largo del año. Cuando no sufren pérdidas, el crecimiento que generan no supera de media el 3% interanual. Atribuyen gran parte del problema a la disminución del efecto psicológico de las rebajas y al impacto de la contención del consumo en la confianza de los compradores, culminando con el cierre de 6.698 pymes de comercio en el 2018. A estas alturas, la CEC sostiene que las rebajas sólo “se mantienen por tradición”.

Asimismo, el comercio electrónico ha ido deteriorando la rentabilidad de las rebajas para las tiendas físicas. Con sus descuentos permanentes y sus varias ventajas (accesibilidad y disponibilidad, política de devoluciones, comparación de precios y reseñas, etc.), ha logrado que un 62% de los españoles opten por hacer sus compras en este período tanto en tiendas físicas como en plataformas online. Amazon, con su ‘Prime Day’, atrae a uno de cada cuatro usuarios, El Corte Inglés al 11% y AliExpress un 6%. Al igual que las tiendas físicas, los comercios online aprovechan muchas herramientas de la mercadotecnia, incluidos los descuentos. Respecto a las compras online, 3 de cada 5 españoles admite que compra productos que no necesitan simplemente porque están en rebaja.

Quizá esta tendencia de compra por impulso, tanto en las tiendas físicas como en las virtuales, se vea disminuida por la omnipresencia de descuentos a lo largo del año. Cuando los comercios son menos capaces de influenciar nuestros hábitos de consumo, somos más autónomos en nuestras decisiones. Las pequeñas y medianas tiendas, por su parte, parece que seguirán perjudicadas por el libre mercado y la liberalización de las rebajas, mientras que las más grandes se sienten dependientes a una fórmula que cada vez pierde más efectividad.

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