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¿Qué son las recesiones y cuánto duran?

Las recesiones ocurridas después de la Segunda Guerra Mundial han durado, en promedio, un poco más de 10 meses. La más reciente, que comenzó en 2020, duró solo dos meses.

La atmósfera caótica de los mercados bursátiles, las tasas de interés impresionantemente elevadas y el peso de la inflación han hecho que la pregunta más apremiante para los estadounidenses sea si nos encontramos en una recesión.

Quizá todavía no sea así, pero sí han comenzado a aparecer señales de cierta debilidad económica. Para todos, ya sea que trabajen o no en Wall Street, es importante saber cuándo se transformarán esas señales en un desplome prolongado y cuánto podría durar esa recesión.

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Los principales bancos han actualizado sus pronósticos para reflejar la creciente posibilidad de una recesión económica. Los analistas de Goldman Sachs calcularon que la probabilidad de que se presente una recesión en el próximo año es del 30 por ciento, cifra que antes habían fijado en el 15 por ciento. Los economistas de Bank of America predijeron que había un 40 por ciento de probabilidades de que surgiera una recesión en 2023.

A continuación, presentamos una guía breve con todo lo que deberías saber sobre las recesiones y por qué hay quienes hablan en este momento sobre la próxima.

¿Qué es una recesión?

En pocas palabras, una recesión ocurre cuando la economía deja de crecer y comienza a encogerse.

Algunos expertos opinan que se presenta cuando el valor de los bienes y servicios producidos en un país, conocido como el producto interno bruto, cae durante dos trimestres consecutivos, o un semestre.

No obstante, en Estados Unidos, la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por su sigla en inglés), una organización sin fines de lucro con un siglo de antigüedad que en general se considera el árbitro de las recesiones y expansiones, tiene una perspectiva más amplia.

Según esta oficina, una recesión es “una baja significativa en actividad económica” generalizada y que dura varios meses. Por lo regular, implica no solo una disminución del PIB sino también del ingreso de las personas, el empleo, la producción industrial y las ventas al menudeo.

Si bien el comité de datación de ciclos económicos de esa oficina declara cuándo nos encontramos en una recesión, esa declaración formal en general se da cuando ya estamos bien entrados en el declive. Hay recesiones de todo tipo. Algunas son prolongadas y otras duran poco tiempo. Algunas causan daños perdurables, mientras que otras quedan pronto en el olvido.

El fin de la recesión se marca cuando vuelve a registrarse crecimiento en la economía.

¿Por qué hay quienes creen que se avecina una recesión?

La respuesta breve es la Reserva Federal.

El banco central de Estados Unidos intenta ralentizar la economía para reducir la inflación, que en este momento aumenta al ritmo más acelerado desde 1981. La segunda semana de junio, la Reserva Federal anunció el mayor aumento en las tasas de interés desde 1994, y es probable que este año ocurran más aumentos considerables en el costo de los préstamos.

Con los aumentos rápidos en las tasas de interés, la Reserva Federal intenta “arrancar la curita de la herida”, dijo Beth Ann Bovino, economista jefa para Estados Unidos en S&P Global.

“El mensaje de la Reserva Federal es que tenemos que movilizarnos en este momento”, aseveró Bovino. “Tenemos que actuar con decisión y aplicar desde ya muchas alzas en las tasas antes de que la situación se nos vaya de las manos”.

A los inversionistas bursátiles les preocupa que, a fin de cuentas, el banco central desacelere de más el crecimiento y provoque una recesión. Por si esto fuera poco, el índice S&P 500 ya está en un mercado bajista, o bear market, una expresión que describe una situación en que las acciones bajan más del 20 por ciento con respecto a su punto reciente más alto.

En el mercado inmobiliario, con las tasas hipotecarias más altas desde 2008, algunas empresas inmobiliarias como Redfin y Compass han comenzado a despedir empleados con el fin de estar preparadas para una recesión que ven venir.

A los consumidores, que son el motor económico de Estados Unidos, también les preocupa cada vez más la economía, y eso es negativo. En mayo, el ánimo entre los consumidores tocó fondo, pues se ubicó en el nivel más bajo visto en casi 11 años.

“Si las personas están deprimidas y preocupadas acerca de sus finanzas o su poder adquisitivo, comienzan a guardar la chequera”, explicó Bovino. “La forma en que los hogares se preparan para una recesión es ahorrando. La desventaja es que, si todos ahorramos, la economía no crece”.

Ninguno de estos factores asegura que vaya a comenzar una recesión. Es importante mantener presente que el mercado laboral todavía es sólido, y se trata de un pilar de gran importancia para la economía. Alrededor de 390.000 empleos nuevos se crearon en mayo, el más reciente en una serie de aumentos consecutivos a lo largo de 17 meses, y la tasa de desempleo se ubica cerca del 3,6 por ciento, casi la más baja en medio siglo.

¿Con qué frecuencia se presentan las recesiones y cuánto duran?

Aunque se habla de “ciclos económicos”, es decir, de periodos de crecimiento seguidos de desaceleraciones económicas, no es posible identificar una regularidad precisa en el surgimiento de las recesiones.

Algunas pueden ocurrir una tras otra, como la recesión que empezó y terminó en 1980, y la que le siguió, que arrancó al año siguiente, según la NBER. Otras han ocurrido a una década de distancia, como en el caso de la desaceleración económica que terminó en marzo de 1991 y la siguiente, que comenzó en marzo de 2001, tras la crisis de las puntocoms de 2000.

En promedio, las recesiones ocurridas después de la Segunda Guerra Mundial han durado apenas un poco más de 10 meses, según la oficina de investigación, pero por supuesto hay algunas que destacan.

La Gran Depresión, que está grabada en la memoria de los estadounidenses de mayor edad, comenzó en 1929 y concluyó cuatro años más tarde, aunque muchos economistas e historiadores consideran que fue más prolongada y calculan que no terminó sino hasta 1941, cuando la economía se movilizó para que la nación participara en la Segunda Guerra Mundial.

Las últimas dos recesiones resaltan cuán diferentes pueden ser entre sí: la Gran Recesión tuvo una duración de 18 meses tras su inicio a finales de 2007 con la explosión de la burbuja inmobiliaria y la consecuente crisis financiera. La recesión del punto más álgido de la pandemia de coronavirus en 2020 duró solo dos meses, por lo que quedó registrada como la más corta de la historia, aunque la desaceleración económica fue una experiencia devastadora para muchas personas.

“Tan solo en términos de la contracción de la actividad real y esta rapidez, la contracción por la covid fue la más espectacular”, dijo Robert Hall, presidente del comité de datación de ciclos económicos de la Oficina Nacional de Investigación Económica, que lleva un registro de las recesiones.

“Una fracción muy significativa de la fuerza de trabajo no estaba trabajando en abril de 2020”.

¿Es posible evitar las recesiones?

En realidad, no. Por más que lo intenten, los políticos y las autoridades gubernamentales pueden hacer muy poco para evadir las recesiones por completo.

Incluso si los encargados de la política pública pudieran crear una economía que marchara a la perfección, también tendrían que ejercer influencia sobre la manera de pensar de los estadounidenses en materia de economía. Esa es una de las razones por las que intentan ser positivos ante indicadores como los informes sobre el empleo, los índices del mercado bursátil y las ventas de la temporada decembrina.

Las autoridades pueden tomar algunas medidas para aminorar la gravedad de la recesión, mediante políticas monetarias determinadas por la Reserva Federal, por ejemplo, así como la política presupuestaria que definen los legisladores.

A través de la política presupuestaria, los legisladores pueden intentar moderar los efectos de las recesiones. Una respuesta podría ser aplicar recortes dirigidos de impuestos o aumentar el gasto en programas de contención como el seguro de desempleo, cuya aplicación es automática con el fin de estabilizar la economía cuando tiene un mal desempeño.

Una estrategia más activa podría consistir en que el Congreso autorice más gasto, por ejemplo, en proyectos de infraestructura que estimulen la economía gracias al aumento de empleos, una mayor producción económica y el impulso a la productividad (aunque en este momento quizá sería una opción contraproducente, ya que ese tipo de gasto podría empeorar el problema de inflación).

Isabella Simonetti es la becaria David Carr para 2022 en The New York Times. @thesimonetti

Niraj Chokshi cubre la industria del transporte y está enfocado en los automóviles autónomos, las aerolíneas y la logística. @nirajc

© 2022 The New York Times Company

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