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El renacimiento de Apple: mañana cumple 20 años el Mac OS X

Steve Jobs presenta el primer iPhone el 9 de enero de 2007
Steve Jobs presenta el primer iPhone el 9 de enero de 2007

En septiembre de 1999, tras haberme quedado involuntariamente varado en Atenas, recalé en el aeropuerto De Gaulle con 14 horas libres por delante. Era otro mundo, con fronteras mucho mas porosas, así que, sin pensarlo dos veces, decidí que no era mala idea darme una vueltita por París, a la que no conocía. Salí del aeropuerto, me tomé un micro y un rato después me encontré paseando por Champs d’Élysées rumbo al Louvre.

No tenía entradas ni tiempo para visitarlo, pero de todos modos me propuse llegar a pie hasta esa meca del arte universal. Para entonces, ya hacía rato que escribía sobre tecnología en LA NACION, pero lo último que me esperaba era encontrarme con la fachada del Louvre cubierta por dos gigantografías inmensas de la campaña Think Different, de Apple.

–¿En serio? –dije, un poco indignado, mientras miraba atónito los retratos de Eiffel y Picasso con el logo de la manzanita y un slogan que se convirtió en leyenda. Bueno, uno de los grandes éxitos de Apple siempre fue su capacidad para crear relato. ¿Pero cómo había llegado publicidad de Apple a la mismísima fachada del Louvre?

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La cosa es así: el museo estaba en refacción, con parte de su frente cubierto de andamios. En septiembre de 1999 se realizó la Apple Expo europea, y la gente de marketing de la compañía convenció al jefe de gobierno de París para que los dejaran empapelar el frente del Louvre con publicidad. Es que después de la apertura de la exposición, con discurso de Steve Jobs en persona, el día terminaría con una comida en el Louvre. Sí, estaría Steve, y de allí las gigantografías de Eiffel, Picasso y la manzanita. Pueden leer una narración más pormenorizada en el minúsculo blog de Oren Ziv, que fue director de marketing de Apple para Europa, Cercano Oriente y África entre 1998 y 2008.

La cosa es que, a pesar de la distancia y a pesar de encontrarme en uno de los lugares que más había querido conocer en mi vida, el oficio volvía a hacerse presente y me encontraba rodeado de computación. No tenía cámara de fotos conmigo (es 1999, recuerden), pero la escena inverosímil de los posters enormes de Apple cubriendo los andamios en el frente del Louvre quedó grabada en mi memoria para siempre.

Pero volvamos. En marzo de ese año, Apple había lanzado la versión para servidores del sistema operativo de nueva generación de la compañía, llamado Mac OS X Server. Exactamente un año y medio después de mi imprevista visita a París, el Mac OS X llegaría a las computadoras de los usuarios particulares. Eso fue el 24 de marzo de 2001; mañana se cumplirán 20 años.

Por la historia empezó mucho antes, en 1985.

El cubo

El origen del sistema operativo que usan las Mac –y también los iPhones, iPads y otros productos de Apple– fue de lo más fortuito. En 1985, Jobs conoció a Paul Berg, el premio Nobel de Química, y durante la conversación le preguntó por qué no simulan los experimentos en una computadora, en lugar de hacerlos en la realidad, ya que eso les permitiría ahorrar mucho tiempo. Berg le respondió algo que era obvio para cualquier científico, pero que el joven Jobs ignoraba: una computadora con la potencia suficiente para hacer algo así era muy cara y muy difícil de usar.

Como cuenta Walter Isaacson en su monumental biografía del cofundador de Apple, ese fue el puntapié inicial para la compañía que Jobs fundaría después de que lo retiraran (usemos ese eufemismo) de Apple, en 1985. Sí, Jobs fue invitado a retirarse de la empresa que había fundado debido a la puja desatada entre su carácter díscolo y el ambiente cada vez más corporativo de Apple. Después de un período de angustia muy profundo (vamos, a cualquiera de nosotros le pasaría lo mismo, y por mucho menos), conoció a Berg, volvió a entrevistarse con él un tiempo después en Stanford, y de allí surgió la inspiración para su siguiente proyecto: la compañía NeXT (sí, escrito así).

De izquierda a derecha, Steve Jobs, John Sculley (por entonces, CEO de Apple) y Steve Wozniak en la presentación de la Apple II, en abril de 1977
De izquierda a derecha, Steve Jobs, John Sculley (por entonces, CEO de Apple) y Steve Wozniak en la presentación de la Apple II, en abril de 1977


De izquierda a derecha, Steve Jobs, John Sculley (por entonces, CEO de Apple) y Steve Wozniak en la presentación de la Apple II, en abril de 1977. Ocho años después, Jobs se veía obligado a dejar la compañía

Aunque al final de esta parábola NeXT lo llevará a Jobs de regreso a Apple (las vueltas de la vida, como se dice), en su momento la idea era producir máquinas, muy avanzadas y a la vez fáciles de usar. Su logo era el de un cubo (como el gabinete de algunos de los modelos), así que les quedó ese mote. Uno de los componentes clave de estas nuevas computadoras era el sistema operativo, que se llamó NeXTSTEP (así escrito, de nuevo) y que después de más de una década y tras un cambio radical en su fachada sería rebautizado Mac OS X.

Dos fracasos al precio de uno

A NeXT le fue mal. Jobs no había escarmentado. Sus nuevas máquinas, como había ocurrido con Lisa, seguían siendo muy costosas, aunque cumplían con su cometido en los laboratorios. Por ejemplo, la primera página web de la historia fue alojada en la NeXT que Tim Berners-Lee tenía en su oficina del CERN.

Uno de los problemas de NeXT era que los laboratorios no alcanzaban para que los números cerraran, y sus equipos, aunque codiciados, eran demasiado caros para el público masivo. En resumen, y sin entrar en demasiado detalle, NeXT fue un fracaso. Pero no era lo único que Jobs había creado y que estaba naufragando. A Apple tampoco le estaba yendo bien.

Para 1995, cuando Microsoft ya había sacado Windows NT y Windows 95, Apple ofrecía en sus máquinas el MacOS 9, un sistema que había quedado anticuado y que era capaz de hacer solo multitarea cooperativa. Para no empantanarnos en conceptos herméticos, en la verdadera multitarea el sistema operativo decide cómo repartir los recursos entre los diferentes programas que se ejecutan simultáneamente. En la multitarea cooperativa, las aplicaciones deciden cómo usar los recursos; solo que no siempre son tan cooperativas, y esa clase de entornos era muy propensa a fallas.

Lo sufrí en carne propia cuando la informática llegó a los diarios y las revistas. Como en diseño se usa casi exclusivamente Mac, tuve que usar MacOS 8 y MacOS 9. Los cuelgues eran frecuentes y casi no podías hacer dos cosas a la vez. Suena raro hoy. Pero así era usar una computadora en ese momento. En total, de la vigorosa Apple de 1976 o 1977, en 1996 solo quedaban el relato y la leyenda. Entonces volvieron a llamarlo a Steve Jobs.

En realidad, y dejando de lado pormenores que son propios de un thriller corporativo (les recomiendo, de nuevo, la biografía de Isaacson), Apple necesitaba no solo un nuevo sistema operativo, sino también un líder. Al borde de la quiebra y sin la menor idea de cómo recuperarse, vieron en Jobs ambas oportunidades: el líder y el sistema operativo. Es decir, el NeXTSTEP, que era lo que quedaba de NeXT. Dicho sea de paso, en Apple también se evaluaron otras opciones (Jobs era muy resistido por una parte de la plana mayor); por ejemplo, usar otro sistema existente, llamado Solaris, de Sun Microsystems, hoy en manos de Oracle.

Pero Jobs ganó la puja y en 1996, Apple compró NeXT por algo más de 400 millones de dólares; la adquisición se completaría en febrero del año siguiente y hasta 2014, cuando compró Beats por 3000 millones, sería la compra más cara en la historia de la compañía. De esta suerte, Jobs volvió, con NeXTSTEP bajo el brazo, a la manzana que lo había visto nacer como empresario, y Gil Amelio, que era el CEO en ese momento, salió del organigrama a mediados de 1997.

Menos de cuatro años después –un milagro para la colosal reconstrucción que encaró Jobs en Apple, al mismo tiempo que erigía el imperio de Pixar–, la compañía lanzó sus primeros equipos con Mac OS X, un sistema que no brilló de entrada, pero que puso a la compañía a la altura de las circunstancias. (La historia de los sistemas operativos suele tener unos cuantos vericuetos. Mac OS X no es la excepción. Originalmente, el proyecto NeXSTEP modificado por Apple se llamó Rhapsody, que daría origen a Mac OS X Server en 1999; luego ese código se dividiría en dos, dando origen a Darwin, que es la base del Mac OS X para usuario final. Abreviando mucho, claro.)

Obviamente, la X en Mac OS X sigue dando que hablar. En números romanos significa 10, lo que tiene sentido, porque la versión previa del sistema operativo de las Mac era la 9. Pero hay más en esa X (aparte de que en una ecuación representa a las incógnitas).

Para empezar, el Mac OS X no tenía nada que ver con los sistemas previos de Apple. Como se vio, ni siquiera había nacido en Apple. Así que la X también estaría emparentada con el nombre NeXT. Pero hay más.

NeXTSTEP usaba un núcleo (el conjunto de rutinas básicas de un sistema operativo) de la Universidad Carnegie Mellon, llamado Mach, junto con componentes de una versión de Unix denominada BSD (por Berkeley Software Distribution), primero la 4.3 y finalmente, ya en Apple, la 4.4. Como se sabe, casi todos los derivados de Unix (y los sistemas tipo Unix, que no son exactamente lo mismo) llevan una X en su nombre: Xenix, HP-UX, Aix, Linux, y sigue la lista. Anotaría también al Mac OS X ahí, ya que estamos.

Evolución

Llámenlo coincidencia o alineación de planetas, la X le vino al marketing de Apple como anillo al dedo y lo usaron a rabiar. Quizá tampoco es casualidad que el nombre del sistema base, derivado de NeXTSTEP, se llame Darwin y sea de código fuente abierto. Con los años, sin embargo, como ocurre con todo lo que es tendencia en algún momento, la X perdió fuerza y en 2016 Mac OS X fue rebautizado como macOS (escrito así; hay que acostumbrarse); durante un tiempo se lo llamó simplemente OS X.

La versión Yosemite de Mac OS X estará disponible para los desarrolladores desde medidados de junio
La versión Yosemite de Mac OS X estará disponible para los desarrolladores desde medidados de junio


Craig Federighi, vicepresidente senior de ingeniería de software de Apple, durante la presentación del OS X Yosemite, en 2014. En ese momento, el nombre Mac OS X estaba mutando, y antes de convertirse en macOS, se lo conocía como OS X a secas

En resumen, las raíces de ese lanzamiento histórico del 24 de marzo de 2001, solo unos meses antes de estrenarse otro ícono, el iPod, se hunden en un desarrollo de los Laboratorios Bell, a principios de la década del ’70 del siglo pasado: Unix. Eso fue cuando la computación era joven, faltaban cinco años para el nacimiento de Microsoft, seis años para el de Apple, y ni siquiera existía Internet. En esa época, las computadoras ocupaban toda una habitación y muchas no tenían pantalla, sino que expedían sus resultados por medio de una impresora. Hoy las llevamos en el bolsillo y sus pantallas son táctiles y de altísima resolución. Enfrentados a los iPhone están los teléfonos con Android, y adivinen qué: el núcleo de Android es el mismo de Linux, también heredero de Unix.

Junto a Ken Thompson, Dennis Ritchie el saludo de Bill Clinton en la entrega de la Medalla Nacional de Tecnología de los Estados Unidos
Gentileza Bell Labs


Ken Thompson y Dennis Ritchie reciben el saludo de Bill Clinton en la entrega de la Medalla Nacional de Tecnología de los Estados Unidos; ambos crearon el sistema operativo Unix, cuya descendencia llega hasta hoy (Gentileza Bell Labs/)

En estos veinte años casi todo ha cambiado en la computación personal. Apple pasó de la quiebra a tener una valuación de mercado de 2 billones de dólares, y los titulares tienen nombres que en 2001 o eran muy nuevos (como Google y Netflix) o, simplemente, no existían (como Facebook, Twitter, WhatsApp o TikTok). Sin embargo, a pesar de tantas idas y vueltas, y tras dos décadas que parecen haber durado un siglo, algo del entusiasmo fundacional de los hackers de la década del ’70 todavía sigue vivo.