Yahoo Finanzas "Tengo que seguir luchando", mexicanos aguardan años tras las rejas por un juicio
Por Isabel Woodford
CIUDAD DE MÉXICO, 28 sep (Reuters) - Ana Domínguez no ha visto a sus hijos en 13 años desde que fue encarcelada por un delito que la fiscalía mexicana aún no ha demostrado que haya cometido.
Detenida cuando sólo tenía 25 años por cargos relacionados con lavado de dinero, Domínguez es una de las decenas de miles de sospechosos mexicanos atrapados en la llamada "prisión preventiva", un limbo judicial tras las rejas.
Está acusada de llevar la contabilidad financiera de alto nivel de un cártel de la droga.
"Ni la secundaria terminé", dijo Domínguez, ahora de 40 años, en una entrevista telefónica desde una prisión de mediana seguridad en la central ciudad Toluca.
El 40% los presos mexicanos están actualmente a la espera de un juicio, lo que sitúa al país en el primer tercio de naciones en el mundo en detención preventiva y en peor situación que Irán y Zimbabue, según datos del Instituto de Investigación de Política Criminal, con sede en Londres.
Más de 92,000 sospechosos mexicanos encarcelados están a la espera de un juicio, según estimaciones del Instituto.
Domínguez también se encuentra entre quienes han pasado más tiempo en la cárcel esperando un juicio que el tiempo que hubiera estado en prisión si ya hubiera sido juzgada, pues se enfrentaba a una pena de ocho años de cárcel en caso de ser condenada.
El grupo mexicano de derechos humanos Prodh ha pedido su liberación, afirmando que fue torturada, agredida sexualmente y obligada a firmar documentos claves.
Los fiscales no respondieron cuando se les pidió que comentaran el caso de Domínguez.
DETENIDA SIN JUICIO
Soldados irrumpieron en la casa de Domínguez, en el estado Veracruz, en la costa atlántica, para detenerla una madrugada de 2009.
La "peor parte" fue que sus hijos, entonces de 5 y 11 años de edad, fueran testigos de su detención, confesó, y añadió que más tarde escuchó a un comandante admitir que se habían equivocado de persona.
Domínguez afirmó que le informaron que la prueba clave contra ella era el testimonio de un testigo no identificado, lo que refutó con una coartada.
El rezago de los juicios en México se ha visto favorecido en los últimos años por una extendida política de detención "automática".
Desde 2019, las reglas de "no libertad" se han aplicado automáticamente a 16 delitos, incluyendo el mal uso de fondos públicos y el robo de combustible, mucho más allá de los casos "excepcionales" permitidos en tratados internacionales.
"Muchos mexicanos pasan más de una década privados de su libertad, a la espera de un juicio sin sentencia", declaró a principios de este mes Miriam Estrada-Castillo, funcionaria de un grupo de trabajo de la ONU sobre detenciones arbitrarias.
La Suprema Corte de México debatió este mes la constitucionalidad de la política de prisión preventiva, pero no se pronunció por falta de consenso entre los magistrados.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no ha propuesto ninguna reforma de la esa política, y ha señalado durante mucho tiempo el alto índice de criminalidad de México para defender la detención preventiva masiva.
La política también se utiliza para evitar que los sospechosos huyan de la justicia o ataquen a las víctimas o amenacen a los testigos, según un comunicado de la Secretaría de Gobernación.
No está claro cuánto tiempo suelen permanecer los sospechosos en prisión a la espera de juicio, ya que el Gobierno no hace públicos los datos.
Pero el límite de dos años para las detenciones preventivas establecido por la ley ha sido claramente violado en casos como el de Domínguez, quien tiene al defensor público Netzaí Sandoval como apoyo.
"Tenemos la verdad de nuestro lado. Confiamos en que muy pronto podremos acabar esta injusticia", escribió Sandoval en Twitter en agosto.
Uno de los dos cargos legales a los que se enfrentaba Domínguez fue desestimado en febrero por causas de procedimiento y un juez está valorando ahora el último cargo.
Si también se desestima, una cansada pero decidida Domínguez espera poder reunirse con su familia en Navidad.
"Es duro", aseguró. "Por eso sigo luchando", agregó.
(Reporte de Isabel Woodford; Editado por David Alire Garcia y Stephen Coates; Traducido por Adriana Barrera)
