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Socializar jugando: el inesperado espacio que reveló la pandemia

“En junio mi hijo mayor cumplió años y como el viernes a la noche estaba jugando a la Play con sus amigos, a las 12 en punto detuvieron la partida para cantarle el cumpleaños feliz. Se puso muy contento porque fue la forma de festejarlo con ellos, a pesar de la pandemia”, dice Jimena Laclau (46), mamá de Simón (13) y Julia (10). El adolescente comenzó este año el secundario en un nuevo colegio, y a pesar de la intermitente presencialidad escolar, logró hacer muchos amigos gracias a estos encuentros virtuales.

Jimena reconoce que antes del coronavirus ponía más límite en el tiempo de sus hijos frente a las pantallas. “Con la pandemia flexibilicé los horarios porque considero que es muy importante para ellos encontrarse, aunque sea virtualmente, con sus amigos. Creo que los videojuegos ayudaron mucho a que Simón pueda integrarse con sus nuevos compañeros. Y en algún punto creo que hasta le jugó a favor, porque no le gusta el fútbol, que es otro espacio de socialización para los chicos a esta edad”, resume.

Según Jorge Catelli, psicólogo y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, el juego es una elaboración simbólica que representa un logro psíquico. “Todo juego representa una sustitución y por lo tanto un alcance por parte del psiquismo humano. En ese sentido los juegos electrónicos representan, por otras vías y por otros medios, nuevas maneras de acceder a un universo simbólico en términos más complejos de lo que conocíamos tradicionalmente”, señala, y resalta que en pandemia estas tecnologías permitieron no sólo sostener vínculos anteriores, sino que además lograron formar nuevos vínculos.

Apto para menores

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Antes de la pandemia Silvia Alba (51) solo le permitía a su hijo Álvaro (13) usar la Play los viernes y el fin de semana. Ahora lo deja jugar un ratito todos los días. “Este año nos mudamos y lo cambiamos de colegio, así que los videojuegos lo ayudaron a integrarse más rápido con sus nuevos compañeros. Pero, además, permitieron que continúe en contacto estrecho sus amigos del colegio anterior”, cuenta Silvia. Álvaro agrega: “También conozco chicos en los videojuegos. Son amigos de mis amigos, que terminan siendo nuevos amigos míos”.

Los más pequeños también se encontraron, durante el aislamiento más estricto, con que la única opción para ver a sus amigos era detrás de una pantalla. “Creo que hasta yo fui el que impulsé a Sofi para que use más los videojuegos con sus amigas. Le decía que las llamara y les preguntara si querían jugar online. Considero que es importante porque por muchos meses fue el único punto de encuentro que tuvieron”, dice Alejandro Blanco, papá de Sofía (10) y Julieta (6).

A pesar de la presencialidad que pueden tener ahora, Sofía cuenta que le gusta pasar tiempo frente a la pantalla porque no sólo juega, sino que también realiza otras actividades. “Hablamos, nos contamos cosas y termino conociendo a primos y amigos de mis compañeros del colegio”, dice.

Diana Litvinoff, psicoanalista y supervisora didáctica, destaca que muchos padres se quejan de que sus hijos no se relacionan con sus pares porque están pendientes de las computadoras, pero no pueden ver que mientras utilizan los dispositivos los chicos están vinculados y comunicados. “No solo intercambian mensajes, vivencias y fotos, si no también están consolidando su identidad en este ida y vuelta de diálogos y de opiniones que transcurre en las redes sociales y los videojuegos. Nadie está capturado por su celular o consolas a menos que haya caído en una adicción. La tecnología es ahora es el vehículo que lo relaciona con alguien significativo para su vida”, resalta.

Según Litvinoff, los adultos pueden sentirse excluidos de la relación de sus hijos con la tecnología. “Eso les hace sentir que pierden el control y por eso desconfían y ponen límites. Pero la adolescencia es un momento donde los hijos buscan independizarse y no sentirse vigilados por los padres. Aunque es cierto que deben cuidar a los hijos, deben hacerlo dentro de los límites del sentido común. Tienen que tener en cuenta que los jóvenes necesitan independencia para poder consolidarse como sujetos creativos, con un criterio propio, y desarrollarse”

Claudia Amburgo, médica psicoanalista de niños y adolescentes, sostiene que ellos buscaron encontrarse cuando el resto de la familia estaba durmiendo. “Ese era su momento privado para conectarse con sus pares, no solo para jugar sino también para chatear y contarse cosas. Lo importante es que estos mismos grupos puedan seguir conectados ahora que existe la posibilidad de encontrarse –sostiene–. A los niños, la presencia del otro les brinda seguridad. Pero hay que destacar la importancia del diálogo familiar. En algunos hogares el diálogo no existe. Cuidado, porque una cosa es la distracción, el esparcimiento y la necesidad de estar con pares, y otra es el abandono frente a las pantallas. En este último caso, los chicos se conectan virtualmente porque no tienen con quien jugar, con quien hablar, ni quien los estimule”, advierte.

Al mismo tiempo la psicoanalista sostiene que, aunque los videojuegos han servido en una época de crisis para sociabilizar, los padres deben continuar estimulándolos para ir al colegio, para que hagan sus tareas y realicen deportes. Antes de concluir, Silvia reflexiona: “A Álvaro le encantan los videojuegos, pero realmente observo que se emocionó mucho cuando volvió reunirse físicamente con sus amigos. Algo que antes era natural, después de la pandemia se transformó en un gran evento de su vida ¡Incluso ir al colegio!”.