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Con la suba de tasas, el Gobierno busca calmar el dólar, pero también podría enfriar la economía

Miguel Ángel Pesce, presidente del Banco Central
Miguel Ángel Pesce, presidente del Banco Central - Créditos: @AFP

Luego de mantener las tasas de interés prácticamente congeladas durante casi dos años, el Banco Central (BCRA) cambió su estrategia de política monetaria y este año subió el costo del financiamiento todos los meses. Sin embargo, el impacto mayor sucedió en los últimos 20 días, con la mayor injerencia del equipo económico del ministro Sergio Massa en la toma de decisiones de la entidad monetaria. En menos de un mes, el Banco Central subió sin paliativos la tasa de interés en 17,5 puntos porcentuales promedio, para llevarla a 69,5%, que implica una tasa efectiva anual de 96,5%, más en línea con la inflación anual esperada.

El incremento de tasas es la única medida concreta que realizó al momento Massa en pos de estabilizar la macroeconomía, según destacan los economistas. La decisión busca en primer lugar encarecer el costo del financiamiento para los productores, de modo tal que dejen de cubrir sus obligaciones con crédito barato y vendan sus granos para exportación. A su vez, el incremento de tasas le quita presión a la compra de dólares paralelos y eso podría hacer bajar la brecha cambiaria.

La suba de tasas tiene un impacto también en dos frentes en el día a día de los ciudadanos bancarizados. Por un lado, los plazos fijos de menos de $10 millones pagarán ahora una tasa efectiva anual de 96,5%, que si bien está por debajo de la inflación esperada, es mejor que el rendimiento que se venía otorgando un mes atrás. Los consumidores con tarjeta de crédito, por otro lado, sufrirán un costo de financiación superior al 100% si deciden pagar solo el mínimo establecido en el resumen de cuenta.

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“El efecto del aumento de tasas sobre la economía real es limitado. Lo más importante es ver cómo impacta en el frente financiero para la estabilización de la macroeconomía. Es una medida correcta. La tasa sigue siendo negativa contra la inflación en el margen, pero si el BCRA la pusiera positiva tiene un riesgo de sostenibilidad de los pasivos remunerados, por mayor emisión monetaria vinculada al pago de intereses”, explicó Martín Vauthier, economista de la consultora Anker Latinoamérica.

“La medida fue en la dirección correcta al colocar la tasa por encima del crawling peg [devaluación controlada] del tipo de cambio oficial, que se viene moviendo al 5,5% mensual y la tasa aumentó al 5,7%. Esto ayuda a que no se genere un ruido adicional en el mercado de cambios, en un contexto donde la prioridad tiene que ser volver a acumular reservas. Sin embargo, no es suficiente para estabilizar la macro, siempre y cuando no haya señales contundentes en el frente fiscal que permitan anclar expectativas y generen credibilidad”, agregó el analista.

Lucio Garay Méndez, economista de EcoGo, por su parte, señala que “la abrupta suba de tasas choca con la reactivación que venía mostrando la economía en los últimos meses”. Y explica: “A diferencia del año pasado, cuando era bastante más claro que las empresas se financiaban a tasas de interés reales negativas, hoy la opción de tomar deuda es mucho más costosa. Al principio, la estrategia del Central fue más gradual a la hora de corregir la tasa de referencia; sin embargo, estos movimientos más de shock tienen un mayor impacto en el crédito, y en el margen se observa una caída en préstamos comerciales a grandes empresas. Del lado del consumidor, estas subas de tasas recién empatan a la inflación, pero, de mantenerse esta tendencia, pueden terminar afectando el consumo”.

El analista Fernando Marull dice que “la suba de las tasas de interés debería traer algo de calma al dólar paralelo, aunque esto no baja las expectativas de devaluación del dólar oficial, ya que el BCRA sigue sin tomar medidas contundentes para revertir el desequilibrio, ni en precio del dólar [devaluación o desdoblamiento formal] ni algo para conseguir más reservas”.

La voz de los empresarios

El sector privado no queda ajeno a la suba de tasas. Por un lado, porque se encarecieron los préstamos que se les otorgan a las empresas como parte de la línea de Inversión Productiva, ya que a partir de hoy comenzarán a tener una tasa de interés del 69% nominal (95,5%). Por otro, porque se termina viendo afectado el consumo, ya que a mayores costos hay menos dinero disponible.

“Vimos claramente durante el gobierno anterior cómo termina esta receta de aumento de las tasas. Porque esto no soluciona más que tratar de inducir a algún ahorrista a que obtenga ingresos vía plazo fijo en vez de que compre dólares. El incremento de las tasas termina perjudicando mucho a las empresas de cualquier rubro, sobre todo a las más pequeñas. Puede ser una solución de cortísimo plazo, pero se tiene que acompañar con medidas para el sector”, consideró Gerardo Díaz Beltrán, secretario de Interior de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y expresidente de la entidad.

Para el ejecutivo, este tipo de movimientos que hace el Banco Central genera un fuerte impacto en cuatro frentes diferentes. En primer lugar, las pequeñas y medianas empresas no consiguen un apalancamiento financiero en el banco porque, con tasas arriba del 95%, se vuelve “imposible de pagar”. Una segunda contra viene de la mano de los proveedores, porque se acaba el financiamiento y los plazos para comercializar se acortan o eliminan. Eso termina generando que las compañías compren a corto plazo y de contado, algo que “perjudica en un momento de caída del consumo”.

“En tercer lugar, afecta a quien produce. Al tener un valor por encima de lo que se comercializa en la plaza, lo termina volcando a precio porque el costo financiero de producción va a cambiar sensiblemente con la tasa actual. Y, por último, los propios bancos restringen la posibilidad de financiar cualquier proyecto porque saben que las empresas no podrán cubrir semejante tasa con los niveles que hay de actividad comercial o industrial. Por más que dicen que la tasa real es negativa, las empresas no mueven todos los costos y productos en base a esos valores. De ser así, habría una depresión total de la actividad económica”, completó Díaz Beltrán.

Para Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), la suba de las tasas de interés “complicará un poco” la marcha de las distintas industrias, más que nada aquellas que se ven más ligadas al financiamiento. Además, remarcó que la industria de la construcción viene registrando altos niveles de actividad, algo que podría verse ralentizado si el consumo cae y las novedades económicas no acompañan.

“En nuestro caso, en lo que es obra pública, veníamos cobrando los certificados de obra muy bien hasta hace poco. Nuestro requerimiento financiero no era alto, pero empezó a haber una demora de los pagos. Eso va a significar que tengamos que recurrir un poco más a los bancos que antes y por supuesto que un costo financiero mayor terminará repercutiendo en el negocio. Encima, el financiamiento no abunda porque el grueso del dinero se lo lleva el Estado”, cerró.