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Tecnología para aparentar pero no de punta: no pagues por cosas que realmente no merecen la pena

Los auriculares AirPods Max de Apple representan el mejor ejemplo de lo que significa la tecnología para presumir

¿Es la tecnología de los Apple AirPods Max tan alta como su precio, o estamos simplemente ante unos audífonos para alardear? (Foto: Jeremy Moeller/Getty Images.
¿Es la tecnología de los Apple AirPods Max tan alta como su precio, o estamos simplemente ante unos audífonos para alardear? (Foto: Jeremy Moeller/Getty Images. (Jeremy Moeller via Getty Images)

Sólo Apple es capaz de algo así: presentar un producto y crear una necesidad, casi imperiosa, por poseerlo. Tenemos que viajar en el tiempo al 8 de diciembre del año 2020, cuando un servidor, como buena parte de los mortales, se preparaba para las fiestas navideñas. Esta calma tensa se vio súbitamente desbordada por el aluvión de mensajes en redes sociales que anunciaban el lanzamiento de unos auriculares externos de Apple. Los AirPods Max.

Por aquel entonces, yo era un tipo feliz con mis AirPods “convencionales”; me parecían un producto perfecto, y nunca había considerado la posibilidad de comprar unos auriculares de diadema. Pero poco a poco fue creciendo en mí una necesidad que no tenía: las fabulosas reseñas de los primeros usuarios de los citados auriculares fueron germinando poco a poco en mí una peligrosa semilla: la del autoconvencimiento. Abreviando la historia: terminé comprando unos auriculares de 679 euros que, en realidad, nunca necesité.

Airpods Max en una Apple store de Hong Kong. (Foto: Budrul Chukrut/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)
Airpods Max en una Apple store de Hong Kong. (Foto: Budrul Chukrut/SOPA Images/LightRocket via Getty Images) (SOPA Images via Getty Images)

Alardear y necesidades creadas

No puedo decir que no haya sacado provecho de este producto, ya que los utilizaba a diario para ver series y películas, pero nunca tuve el arrojo de salir a la calle con ellos. Un poco de vergüenza y no poco pudor, hacía que los dejara siempre en el cajón. Los AirPods Pro siempre eran más convenientes, más discretos y… qué quieres que te diga: en mi nivel de exigencia, no notaba grandes diferencias en calidad de sonido. ¿Por qué me había comprado ese producto que no necesitaba?

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Mantenía estas reflexiones en silencio mientras contemplaba por la calle a jóvenes que no llegaban a los veinte años luciendo sus AirPods Max. La ironía de nuestro tiempo. Llevaban sobre sus orejas un dispositivo que, en el mejor de los casos, costaba más de la mitad del sueldo que percibirían. Y eso asumiendo que ya trabajaran.

Ese día decidí ponerlos a la venta y “recuperar” poco menos de 400 euros. Mi ‘aventura’ me había costado 279 euros en un camino de ida y vuelta que no me había aportado nada.

Samsung first foldable smartphone, the Galaxy Fold is seen at the IFA consumer tech fair in Berlin, Germany, September 5, 2019. REUTERS/Douglas Busvine
El primer móvil plegable de Samsung, el Galaxy Fold, presentado en IFA en septiembre de 2019. REUTERS/Douglas Busvine (REUTERS / Reuters)

“No es por negociar: es que no tengo más dinero”

Escribiendo sobre tecnología semanalmente y desde hace casi veinte años, uno tiene una buena perspectiva sobre el marketing, la evolución de los fabricantes y el mercado. ¿En qué se diferenciaba la década de los 2000 con la actualidad? En aquellos años, Steve Jobs (siguiendo con el ejemplo de Apple), era capaz de generar una necesidad con una base real: un iPhone o un iPad era un producto innovador que mejoraba hasta límites insospechados la experiencia de uso del comprador. Ahí sí que existía un potencial retorno de la inversión: el dinero gastado sí ofrecía un rendimiento superior.

Pero en 2024 todo es diferente. En el trajín lógico de alguien que escribe sobre tecnología, hace tan solo unas semanas puse a la venta un Galaxy Fold de Samsung; un dispositivo claramente aspiracional y, por su coste, lejos del alcance muchos bolsillos. Comenzaron a llegar las primeras ofertas pero me llamó la atención la conversación que mantuve con un potencial comprador:

- “¿Me harías una rebaja?”

- Yo: “sí, algo lo puedo rebajar”

- “Te ofrezco x" (pon ahí una cantidad alocada y fuera de lugar.

Le hago saber que ese precio no es aceptable y le propongo otra alternativa con un importe rebajado. La respuesta me deja helado:

“No, no es por regatear: es que no tengo más dinero. La semana que viene cobro y te puedo ofrecer un poco más”.

Vamos, que aquella persona iba a invertir todo lo que tenía y reservar lo que iba a ingresar por un teléfono espectacular, eso sí, pero que no hacía —en el fondo— nada diferente de lo que podía resolver un móvil chino de 100 dólares.

¿Qué podía llevar a una persona con una tensión financiera evidente a adquirir un móvil de lujo y fuera de su alcance? Lo primero que hay que aseverar es que el primer responsable es la propia persona: en la compra de bienes, hay que adaptar las necesidades a la capacidad financiera.

A broken iPhone is seen on a table in this illustration picture, October 21, 2017. REUTERS/Dado Ruvic
Trasera de un iPhone resquebrajada. REUTERS/Dado Ruvic (REUTERS / Reuters)

Obsolescencia programada y marketing muy agresivo

Pero hay más responsables, o eso es al menos lo que consideró la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) española al demandar al gigante de Cupertino por la tristemente famosa ralentización de sus iPhone 6 para salvaguardar la batería del dispositivo. En lo que fue bautizado como “batterygate”, Apple fue acusada por esta organización de impulsar a los propietarios de este modelo a adquirir uno nuevo, al ver que su rendimiento era manifiestamente mermado.

La manida “obsolescencia programada”. Te suena, ¿verdad? En un mercado tan reñido y competitivo como el de la tecnología, los fabricantes cada vez tienen menos margen para innovar. Y la innovación es un factor determinante para convencer al comprador de un dispositivo a hacerse con un nuevo modelo. Habrás visto mil veces el famoso meme de quien recibe como regalo un nuevo modelo de iPhone cuando siente que es el mismo dispositivo…

Visitors try out Samsung Electronics’ new Galaxy Z Flip 5 and Z Fold 5 foldable smartphones on display during Samsung Galaxy Unpacked 2023 in Seoul, South Korea, July 26, 2023.  REUTERS/Kim Hong-Ji
Dos azafatas se sacan selfies con un Galaxy Z Flip 5 y un Z Fold 5 durante la pasada edición del Unpacked de Samsung. REUTERS/Kim Hong-Ji (REUTERS / Reuters)

En simplemente un teléfono celular. ¿Es mejor contar con un procesador más potente y una cámara más capaz? Es evidente que sí, pero… ¿Compensa el desembolso de tanto dinero? Es aquí donde las acusaciones de obsolescencia programada en tecnología encuentran un buen terreno de cultivo: si un dispositivo durara veinte años en condiciones aceptables, ¿quién desearía renovarlo?

Los números no salen para las marcas, que se ven obligadas a convencer al comprador mediante un poderoso marketing: serás más feliz con el nuevo modelo de tablet o móvil.

Y esto no es necesariamente malo porque impulsa a la innovación y nos regala momentos maravillosos a quienes disfrutamos tanto de este mundillo. La cuestión es que hay un sector importante de la población que no es consciente de estas estratagemas, y están dispuestos a pagar muy por encima de sus posibilidades, para que sus amigos le vean por la calle con el último grito en auriculares.

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