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Mientras venezolanos mueren de hambre, crece economía del lujo

TOPSHOT - A health worker wearing a face mask and shield holds a one dollar bill in one hand and its equivalent in Bolivar bills -his salary- in the other, during a protest for the lack of medicines, medical supplies and poor conditions in hospitals, in Caracas on October 29, 2020, amid the new coronavirus pandemic. (Photo by Federico PARRA / AFP) (Photo by FEDERICO PARRA/AFP via Getty Images)
Un trabajador de la salud en Venezuela muestra un fajo de billetes al lado de un dólar, el equivalente a su sueldo, el 29 de octubre de 2020 (Foto: Federico PARRA / AFP/ Getty Images)

(Bloomberg) -- Las dos jóvenes se meten en una piscina bañada por el sol, con sus cabezas hacia atrás en una risa despreocupada mientras vierten Prosecco sobre el helado de mango y el agua que las rodea.

La imagen, parte de una fastuosa campaña publicitaria en Instagram, es el epítome de la opulencia hedonista, o al menos lo es en Caracas, Venezuela, ciudad profundamente empobrecida en la que se publicó. Y, sin embargo, la disonancia entre el anuncio y la sombría realidad del país parece no molestar a nadie en los comentarios donde la heladería Lits, que vende helados con alcohol, recibe emojis con forma de corazón.

A medida que la pandemia avanza a nivel mundial, aumentando la brecha entre ricos y pobres, puede que no haya un ejemplo más claro de desigualdad que Venezuela, donde el presidente, Nicolás Maduro, ha reforzado su dominio del poder fomentando una dolarización darwiniana bajo cuarentena.

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La poderosa industria petrolera del país se ha desmoronado, apenas hay disponibilidad de agua, electricidad y gasolina, y el hambre roe a vastos segmentos de la población. La última encuesta realizada por las principales universidades del país muestra que cuatro de cada cinco venezolanos no pudieron comprar la canasta básica de alimentos el año pasado.

Mientras tanto, vecindarios de Caracas tienen una docena de nuevos servicios de entrega que llevan a sus puertas desde tazones de salmón trufado hasta cigarrillos electrónicos y pasteles de cumpleaños sin gluten de US$50.

“El Gobierno ya no acosa al pequeño sector privado y deja avanzar la dolarización”, observó Omar Zambrano, economista. “En este ambiente ha surgido una burbuja de bienestar que reduce la presión política de tener que mantener una economía que pueda abastecer en lo mínimo, especialmente con las sanciones de Estados Unidos”.

Han ingresado más de US$2.000 millones, parte ellos vinculados a las empresas de lujo y otros, no relacionados con los bebedores de Prosecco, corresponden a remesas de 5 millones de venezolanos que huyeron del colapso mucho antes del virus. Los dólares han creado una realidad separada, y surrealista. Dado que la economía nacional se ha contraído un 65% desde 2015 hasta el año pasado y un 20% este año, las empresas basadas en dólares están prosperando.

Lo que comenzó el año pasado como pequeñas tiendas de lujo con algunos productos importados se han convertido en emporios de varios pisos. Lo que alguna vez fue una dolorosa escasez de papel higiénico y azúcar se ha convertido en un sinfín de opciones para aquellos que pueden pagarlas.

En el sureste de Caracas, se consigue Sam Adams Octoberfest a US$2,45 por botella, el queso manchego español La Cueva del Abuelo a US$12 por 150 gramos, un pan keto con semillas por US$20 y Omaha Steaks, que incluye un solomillo de una libra por US$23.

“Antes, el mayor problema era la escasez”, dijo Risa Grais-Targow, analista de Eurasia Group. “Las personas que no tienen acceso a dólares siguen sufriendo”. Pero para aquellos con dólares, esto “ha sido un gran impulsor de la estabilidad”.

Debido tanto a la pandemia como a las sanciones estadounidenses a muchos de los allegados al Gobierno, los viajes de alto nivel de la élite venezolana han terminado en gran medida y se han transformado en un mercado local de lujo lleno de creatividad acumulada, una situación que es poco probable que cambie por la elección presidencial de Estados Unidos, sin importar quién gane.

“Con la más mínima apertura en la economía, hemos visto formas innovadoras y creativas de crear durante la crisis”, dijo la gerenta general de helados de Lits, Graciela Beroes.

Sin embargo, solo unos pocos disfrutan de las innovaciones. Los precios de los alimentos en bolívares locales se están disparando y los en dólares también están subiendo, habiendo aumentado un 23% desde que comenzó la cuarentena a mediados de marzo, según la consultora Ecoanalítica.

El servicio de entrega de motocicletas Ubii Go ha crecido a 15.000 usuarios en Caracas desde su apertura en marzo, y el negocio ha crecido un 30% mensual desde entonces, dijo el director general, Andrés Alcega. Planean expandirse a cinco ciudades más el próximo año.

Dentro del mercado 2doce en el barrio de Las Mercedes, la publicista de 39 años, Romina Segovia, caminó por los pasillos tomando fotos para sus amigos, sorprendida por los productos que encontró, incluidos los sustitutos de la carne a base de plantas, y sin remordimientos.

“Si trabajas y puedes pagarlo, ¿cuál es el problema?” dijo Segovia. Un hombre que se encontraba cerca se quejó a un empleado por no encontrar Vanilla Coke.

Diego Moya-Ocampos, analista de riesgo político de IHS Markit en Londres, dijo que los cambios de los últimos seis meses en Caracas han sido útiles para Maduro, quien ha logrado evitar un desafío cada vez más débil del político opositor respaldado por Estados Unidos, Juan Guaidó.

“De alguna manera, es una válvula de escape para que la clase gobernante que cada vez se ve más cercada pueda acceder a bienes y servicios de lujo, con cierta calidad de vida, para evitar que la elite gobernante busque una salida”, dijo. “Mantiene la lealtad civil y militar”.

También ofrece un toque de poesía.

Incapaz de encontrar su lista de deseos y con más tiempo libre de lo habitual, Valentina Aponte, de 24 años, importa volúmenes de arte, decoración y gestión y los publica en Instagram. Desde libros para niños de US$15 hasta modelos de mesas de café de US$140, todos se han vendido en cuestión de días.

“Falta demasiado en Venezuela, hasta algo tan básico como los libros”, dijo Aponte, quien entrega ella misma los libros o les pide a sus amigos que los lleven como favores durante meses de escasez de combustible. “En un lugar donde ya no había nada, ahora queda espacio para hacer casi cualquier cosa”.

Eso podría describir uno de los mensajes de una importación que vendió recientemente a uno de sus propios repartidores: “El alquimista” de Paulo Coelho, la épica novela brasileña moderna que argumenta que el miedo es el enemigo, y confiar en uno mismo en el viaje personal es el verdadero camino hacia la realización.

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Nota Original:As Venezuelans Starve, Luxury Dollar Economy Booms in Caracas

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