Yahoo Finanzas ¿Un 'whatsapp francés'? Los más sonados fiascos tecnológicos de los galos
“¡Soy francés!”, el grito del hijo de un multimillonario galo suena atronador en la puerta de un restaurante. Viene a cuento de que le han impedido el paso (vaya usted a saber por qué). Si frecuentas TikTok seguro que te has encontrado con este personaje, siempre malhumorado, maltratando a todo tipo de empleados. No sabemos si los vídeos son reales o no; en cualquier caso, rescatamos ese “soy francés” que espeta como argumento definitivo para zanjar una discusión que tiene perdida. Es su arma balística definitiva, tras la cual, los mares se abrirán y en su imaginario, el portero —y por extensión, todos los presentes— clavarán las rodillas en tierra suplicando clemencia.
Es un chiste, pero no tanto. Un servidor conoce de primera mano al francés, su forma de pensar y su distorsión, tamaño XXL, de la realidad paralela que viven los herederos de Astérix y Obélix. ¿Y a qué viene este alegato o crítica a la soberbia o chauvinismo francés? Porque acabamos de saber que en Francia se van a atrever a desafiar a WhatsApp con su propia versión. Algo que resulta muy curioso (o muy loco), teniendo en cuenta que esta aplicación de mensajería domina con mano de hierro en Europa (y buen parte del mundo), el mercado. y en aquellos países donde no gobierna con autoridad, Messenger de Facebook o Mensajes de Apple, le toman el relevo, entre otros.
¿Hay hueco para nuevos contendientes? Así, a botepronto, los que han probado morder un trozo de la tarta, se han dado un buen golpe, y salvo Threema (un modelo diferente, de pago, y con servidores en suiza y máximos estándares de seguridad), a nadie se le ocurriría ni intentarlo.
Y esta noticia nos ha llevado a repasar el admirable coraje de los franceses para presentar productos alocados, que, casi en su totalidad, terminan estrellándose contra un muro. Vamos a dar un repaso a algunos de ellos:
Olvid, con ustedes ‘le’ WhatsApp
Como te acabamos de contar, el desafío francés a WhatsApp llega ni más ni menos que del gobierno (por lo general, estos golpes de pecho suelen llevar el marchamo institucional y financiados con dinero público).
Ya han anuncian a bombo y platillo a Olvid, una aplicación gratuita de mensajería instantánea que deberán utilizar, de forma obligatoria, todos los ministros. ¿Por qué motivo? Se acusa abiertamente a Signal, Telegrama y WhatsApp de tener “fallos de seguridad”, sin especificar cuáles.
Como era de esperar, le ha faltado tiempo a Meredith Whittaker, Director general de Signal, a denunciar en X estas acusaciones que califica de “peligrosamente engañosas” (al no aportar pruebas), y atentos a esto, “sobre todo proviniendo de un gobierno”.
Uno puede (mal) pensar que las autoridades son las más interesadas en gestionar los datos de sus ciudadanos ¿Verdad? Pero más allá de eso, e hilando con el arranque de este artículo, si uno hace scroll hacia abajo en la web de Olvid, se topa con el mensaje que subyace: “La FRENCH TECH” (la tecnología francesa), junto con el gallo, símbolo icónico del país. Un mensaje chauvinista para su propio público, puesto que este país no brilla más que otros del primer mundo en este apartado.
¿Nuestro vaticinio? Se usará por elementos del Estado francés hasta que se descubra algún fallo o, por aburrimiento, se vuelva a WhatsApp.
Minitel, esa idea feliz pertrechada trasnochando
Los que ya peinamos (muy) generosas canas, podemos dar testimonio de ello. Nos situamos en el año 1982, cuando en España se jugaba el Campeonato Mundial de Fútbol e internet no era sino un sueño en algún laboratorio. La forma de informarse de los mortales era a través de los noticieros en televisión y la radio, siempre la radio. Por aquel entonces, el Teletexto estaba haciendo sus primeras intentonas (en España, la competición de fútbol era la mejor forma de poder conocer el resultado sin esperar a las noticias). Pero en Francia decidieron salirse del guion: ¿por qué no tener un teletexto a la carta en un dispositivo separado?
Surgió Minitel: un pequeño dispositivo con pantalla monocromo y un teclado con el que, básicamente, uno podía conocer los números de teléfonos de otras personas (era como un sustituto a los listines de teléfono), aunque luego evolucionó incorporando un chat y hasta los anunciantes lo usaban como soporte publicitario.
Aunque es cierto que Minitel no pudo anticiparse ni adaptarse al auge global de internet, es fundamental reconocer su valor innovador en su época. Fue una tecnología pionera que, durante su tiempo de vida, experimentó un éxito considerable en Francia. De hecho, en su apogeo, los ingresos generados por Minitel superaban con creces el coste del hardware, que era distribuido gratuitamente por el operador.
Esta iniciativa representa un capítulo importante en la historia de la tecnología de la información, demostrando una visión adelantada y la capacidad de innovación de Francia en aquel entonces. Lo hemos considerado como fiasco porque los europeos no tuvieron la visión de la globalidad de internet, que estaba a punto de aterrizar y arrasar con todo. ¿Se imagina alguien lo que hubiera supuesto Minitel integrado en un ordenador?
Los faros amarillos en los autos
Los que tenemos unos años ya lo recordamos: la forma de saber si un vehículo era francés o no en la oscuridad era por sus faros de color amarillo. Todo el mundo emplea focos con haz blanco, pero en Francia, decidieron que los faros amarillos ofrecían un mejor rendimiento y los hicieron obligatorios en su mercado: todo coche fabricando en Francia debería equiparlos.
¿Y eran mejores que los blancos? Se llevaron a cabo diversos estudios que concluyeron que, en determinadas situaciones (lluvia extrema o niebla), sí podían mejorar muy levemente la visibilidad, pero el peaje era caro: con buen tiempo, iluminaban menos.
A finales del siglo XX, la armonización de las leyes de tráfico y regulaciones de vehículos a nivel europeo, cercenaron su uso: para facilitar el flujo de tráfico y el comercio entre los países miembros, Francia alineó sus leyes con las normas europeas (y mundiales) más ampliamente aceptadas.
En 1993, Francia empezó a permitir faros blancos en los vehículos nuevos, y en 1998, los faros amarillos dejaron de ser obligatorios. Esto fue parte de un esfuerzo por unificar las especificaciones técnicas de los vehículos en toda Europa. Ahora, si ves alguno, sabes que estás ante un vehículo histórico fruto de la grandeur.
Nabaztag, el simpático conejo que se quedó sin zanahorias
A este proyecto fallido, un servidor le tiene especial cariño: ¿alguien recuerda el Nabaztag? Fue el honroso precursor de los Echo de Amazon, y eso es, de por sí, muy meritorio. Estamos ante un conejo parlante conectado al wifi del hogar que te informaba del tiempo y de hasta mensajes. Su operativa era similar a la de los Echo: le hacías una pregunta de viva voz y, tras mover sus orejas e iluminarse su panza, te contestaba con la información demandada. Como puedes suponer, el simpático amigo fallaba más que una escopeta de feria (algo perdonable si consideramos que vio la luz en el año 2006).
Pero no fueron estos errores los que frustraron el proyecto: Violet, la firma francesa que le dio vida, no supo rentabilizar los altos costes de los servidores junto con una discreta venta de dispositivos (recordemos la década de su lanzamiento). La firma se declaró en quiebra y quienes teníamos un Nabaztag, lo tenemos en la estantería con cara triste, mudo y sin luces en su panza.
En definitiva, el chauvinismo francés nos regala siempre buenos momentos con sus alocadas ideas y muchas de ellas han concluido en productos brillantes, como fue su innovadora suspensión hidractiva de Citroen (que finalmente tuvo que retirarse por una cuestión de costes).
