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Es argentina, perdió todo, se recuperó y ahora triunfa en Madrid

María Cecilia Ortiz se fue hace 18 de la Argentina y se instaló en Madrid.
María Cecilia Ortiz se fue hace 18 de la Argentina y se instaló en Madrid.

CORDOBA.- María Cecilia Ortiz nació en San Telmo y lleva 18 años en Madrid, donde abrió un bar que recuerda a su barrio porteño, La Dorrego. Lo inauguró poco antes de la pandemia del Covid-19, con sus ahorros y con un crédito de 25.000 euros. Por las cuarentenas tuvo que acudir a los servicios sociales y a la Cruz Roja para recibir ayuda porque lo perdió todo. Siguió pagando los gastos fijos y esperando hasta reabrir. Logró recuperarse, la va “bien” y comparte esa actividad con la de una productora-cooperativa artística, Dando la nota.

Cuando se fue de la Argentina, Ortiz tenía 24 años. Llegó a Madrid para cuidar a sus primos por un verano y se quedó porque le salieron “muchas oportunidades” para su actividad como artista. Ya en Buenos Aires era payasa (Sacha, se llama); estaba en la Escuela de Circo Criollo y en teatro Catalinas Sur.

La payasa Sacha, su personaje artístico, le permitió a Ortiz ahorrar para su bar.
La payasa Sacha, su personaje artístico, le permitió a Ortiz ahorrar para su bar.

Con su productora ofrece artistas (músicos, artistas de circo, plásticos, maquilladores) para shows y eventos. “Sola no podía atender las propuestas que tenía y entonces abrí y empecé a compartir con otros. Mi fuerte es la creatividad, organizar lo que los clientes necesitan”, cuenta.

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Antes de La Dorrego, en el barrio de Chamberí, en ese local tuvo una cafetería con zona infantil llamada Dando la Nota. Pese al éxito, debió modificar el modelo de negocios porque el espacio le quedó chico: “Nunca tuve dinero y mi familia en la Argentina vive con lo justo, así que no me puede ayudar. Trabajaba en una empresa en marketing y, en paralelo, hacía malabares en los semáforos y animaciones; todo lo ahorraba para el bar. Pedí 25.000 euros al banco y pude abrir”.

Su cafetería tiene un “toque argentino” que decidió porque tenía ganas de regresar. “Estaba extrañando mucho, tenía un lagrimón en el alma y el mate-bar es la posibilidad de dar a conocer nuestra cultura; producimos pastelería argentina y empanadas”, describe. Hace poco abrió un obrador, a donde fabrica también para otros locales.

El primer viernes de cada mes es la sede de “encuentros boludos”. Así bautizó Ortiz una convocatoria para hablar de nada y de todo, para que haya gente que no se conoce entre sí; se reúnen argentinos y de otras nacionalidades.

Pastelería argentina, facturas, empanadas, pizzas y "encuentros de boludos" en La Dorrego.
Pastelería argentina, facturas, empanadas, pizzas y "encuentros de boludos" en La Dorrego.

“Nos va bien. Es duro. Desde que llegué no paré nunca de trabajar -dice a LA NACION-. Emprender es desafiante, hay mucha competencia y todo cuesta”. La recaudación diaria mínima para sostener un espacio como el suyo, de 80 metros cuadrados, es de unos 2000 euros, sino los números no cierran.

Por ejemplo, para poder pasar los partidos de Qatar 2022 en el bar pagó 1000 euros de licencia. “Y la gente viene y se sienta con un café que sale 1,70 euros. Pero son exigencias y hay que cumplirlas. Cuando fue la cuarentena se complicó todo, pudimos reabrir porque hasta nuestros clientes ayudaron comprando con anticipación para después canjear las consumiciones en el bar”, sostiene.

El obrador es otra apuesta. Ortiz se encarga de las empanadas, y dos argentinos -Carlos y Candelaria- de la panadería y la pastelería. “Hacemos productos que no se conocen mucho como las medialunas argentinas, los vigilantes o los bizcochos de grasa”, apunta.

Ortiz recuerda que cuando llegó tuvo un año sin papeles, ilegal y agradece a Steven Newman de la consultora Aguirre-Newman, que le mandó la oferta de trabajo a la Argentina para que ella pudiera ponerse en regla y continuar en el país. “Ahora sin papeles es mucho más complicado; se busca empleados, hay trabajo, pero cambiaron las exigencias”, resume.