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El 'terremoto' económico y comercial que prepara Trump si es de nuevo presidente

El candidato presidencial republicano, el ex presidente estadounidense Donald Trump, pronuncia un discurso durante un mitin de campaña en el Centro de Convenciones Reno-Sparks el 17 de diciembre de 2023 en Reno, Nevada. El expresidente estadounidense Trump celebró un mitin de campaña mientras lucha por convertirse en el candidato presidencial republicano para las elecciones presidenciales de 2024. (Foto de Justin Sullivan/Getty Images)

El expresidente Donald Trump está planeando una ampliación contundente de las iniciativas de su primer periodo para reformar las políticas comerciales de Estados Unidos si regresa al poder en 2025; por ejemplo, al aplicarle un nuevo impuesto a “casi todas las mercancías importadas”, lo cual tendría el riesgo de distanciar a sus aliados e iniciar una guerra comercial a nivel mundial.

Aunque el gobierno de Biden ha mantenido los aranceles que Trump le impuso a China, Trump irá mucho más lejos e intentará desvincular las dos economías más grandes del mundo, las cuales intercambiaron 758.000 millones de dólares en mercancías y servicios el año pasado. Trump ha dicho que “aplicaría otras restricciones contundentes sobre la participación china” en Estados Unidos de una amplia variedad de bienes, prohibiría a los estadounidenses invertir en China e introduciría de manera gradual una prohibición total a las importaciones de categorías importantes de mercancía hecha en China, como artículos electrónicos, acero y productos farmacéuticos.

“Impondremos fuertes sanciones a China y a todos los demás países cuando quieran abusar de nosotros”, aseveró Trump en un mitin reciente llevado a cabo en Durham, Nuevo Hampshire.

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En una entrevista, Robert Lighthizer, quien fuera el principal negociador comercial en el gobierno de Trump y quien lo más probable es que quiera tener gran participación en un segundo periodo, ofreció la explicación más amplia y detallada hasta el momento sobre la agenda de Trump. Se hicieron preguntas referidas a la campaña del exmandatario para este artículo y los funcionarios de la campaña estuvieron al teléfono para hablar al respecto.

Edificio industrial abandonado en Rockford, Illinois, el 23 de enero de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)
Edificio industrial abandonado en Rockford, Illinois, el 23 de enero de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)

En esencia, la agenda comercial de Trump tiene por objetivo dar marcha atrás a la integración de Estados Unidos en la economía global y hacer que el país se vuelva más autónomo: producir un mayor porcentaje de lo que consume y ejercer su poder a través de acuerdos individuales con otros países.

Trump, quien se autodenomina un “hombre de aranceles” dio algunos pasos en esa dirección cuando fue presidente, por ejemplo, al imponer aranceles a diversas importaciones, obstaculizar a la Organización Mundial del Comercio e iniciar una guerra comercial con China. Si lo vuelven a elegir, tiene planeada una injerencia mucho más audaz con la esperanza de eliminar el déficit comercial y fortalecer el sector manufacturero, lo que traerá consecuencias potencialmente bruscas para el empleo, los precios, las relaciones comerciales y el sistema de comercio mundial.

Sus planes —que él ha calificado como “una reforma radical de nuestra política comercial y fiscal en favor de los estadounidenses— supondría una apuesta de alto riesgo con la salud de la economía debido a que el desempleo ha bajado a 3,7 por ciento, la inflación ha disminuido sustancialmente de su repunte posterior a la pandemia, cada mes se generan cerca de 200.000 empleos y la bolsa de valores está por llegar a un nivel sin precedentes.

Expertos económicos en alerta

Los planes de Trump han ocasionado que especialistas en comercio con ideas más tradicionales estén en alerta. Daniel M. Price, un alto asesor de la economía internacional en el gobierno de George W. Bush, calificó esos planes como “erráticos e irracionales”. Afirmó que los costos correrían a cargo de los consumidores y los productores estadounidenses y que esos planes tendrían el riesgo de alejar a los aliados.

“La última vez que Trump impuso aranceles excesivos a nuestros aliados (por razones de seguridad nacional inventadas), muchos socios comerciales importantes, como Japón y Corea del Sur, se abstuvieron de tomar represalias contra las exportaciones estadounidenses pensando que Trump pronto regresaría a la cordura”, señaló Price. “Esta vez no consentirán esa fantasía”.

Una fotografía de Robert Lighthizer, al centro, con el expresidente Donald Trump y Jared Kushner en la casa de Lighthizer encima de un ejemplar del T-MEC, en Palm Beach, Florida, el 3 de enero de 2022. (Gesi Schilling/The New York Times)
Una fotografía de Robert Lighthizer, al centro, con el expresidente Donald Trump y Jared Kushner en la casa de Lighthizer encima de un ejemplar del T-MEC, en Palm Beach, Florida, el 3 de enero de 2022. (Gesi Schilling/The New York Times)

Resulta complejo evaluar los méritos de la visión comercial de Trump porque podría haber múltiples repercusiones y él está buscando cambios a largo plazo. Pero muchos estudios económicos concluyeron que los aranceles que impuso cuando era presidente le costaron a la sociedad estadounidense más de los beneficios que generaron.

Lighthizer descalificó los estudios que criticaban los aranceles de Trump, los tachó de sesgados en favor del libre comercio y alegó que la inflación se había estabilizado durante su gobierno. También afirmó que, aunque la eficiencia, las ganancias y los precios bajos eran importantes, la prioridad debería ser fomentar la creación de más empleos en el sector manufacturero para los estadounidenses que no cuentan con un título universitario.

“Si lo único que quieres es eficiencia (si crees que la gente está mejor en la fila del desempleo con tres televisores de 40 pulgadas de lo que estaría si estuviera trabajando, y con solo dos televisores), entonces no vas a estar de acuerdo conmigo”, comentó Lighthizer. “Hay un grupo de personas que cree que el fin es el consumo, pero mi idea es que el fin sea la producción y que haya comunidades seguras y felices. Debemos estar dispuestos a pagar un precio por ello”.

Aranceles universales

Los planes más ambiciosos de Trump a nivel global para 2025 sobre la política comercial es imponer un presunto arancel universal de base, es decir, un nuevo impuesto para la mayoría de las mercancías importadas.

La campaña de Trump no ha especificado qué tan elevado sería este arancel. En una entrevista de agosto con Fox Business, Trump mencionó una cifra del diez por ciento y dijo: “Creo que debemos trabajar mucho” en la economía estadounidense.

Trump no ha precisado otros detalles. Por ejemplo, no ha explicado si concibe el arancel universal como un nuevo piso o como un complemento de los aranceles existentes. Es decir, si un producto importado tenía un impuesto del cinco por ciento, ¿ahora aumentaría al diez o al quince por ciento? Lighthizer mencionó que sería esto último.

Trump tampoco ha dicho si el nuevo arancel se aplicaría a las importaciones de las casi dos docenas de países con los que Estados Unidos tiene acuerdos de libre comercio, entre ellos México y Canadá, los que juntos representan casi una quinta parte del déficit comercial total de Estados Unidos en mercancías y con los cuales el gobierno de Trump renegoció el acuerdo comercial casi libre de aranceles que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Trump tampoco ha dicho si cree que podría imponer de manera unilateral el agresivo nuevo arancel según la ley actual o si tendría que autorizarlo el Congreso.

Si Donald Trump gana las elecciones en 2024, se verá un nuevo episodio y más turbulento de la guerra comercial que inició con China durante su primer mandato. Foto: Getty Images.
Si Donald Trump gana las elecciones en 2024, se verá un nuevo episodio y más turbulento de la guerra comercial que inició con China durante su primer mandato. Foto: Getty Images. (Yaorusheng via Getty Images)

Independientemente del fundamento jurídico, se levantaría un torbellino de pérdidas y ganancias confusas derivadas de esa política de aranceles universales. Por un lado, repuntarían algunas manufactureras nacionales puesto que los fabricantes nacionales de mercancías rivales incrementarían los precios y ampliarían la producción. Ahí es donde está la atención de Trump: “Rápidamente nos convertiremos en una potencia manufacturera como ninguna otra que se haya visto en el mundo”, prometió en un video de campaña.

Como algo básico de la economía, también habría inconvenientes. Esto supondría un aumento de impuestos que los consumidores tendrían que pagar cuando se incrementen los precios, y este se dejaría sentir más en la población de pocos recursos, puesto que esta emplea una parte mayor de su ingreso en la compra de mercancías.

Esta política también podría ocasionar una presión descendente sobre otras manufacturas nacionales. Los productores que compran insumos del extranjero pagarían costos más elevados, lo que haría que sus productos fueran menos competitivos en el mercado mundial. Los aranceles de represalia disminuirían la demanda de exportaciones estadounidenses.

La desvinculación de China

Trump también ha dicho que iría más lejos al imponer “una serie audaz de reformas para eliminar por completo la dependencia de China en todas las áreas esenciales”. En 2022, Estados Unidos importó 536.300 millones de dólares en mercancía procedente de China y le exportó a este país mercancía por un valor de 154.000 millones de dólares.

Entre otras cosas, Trump ha mencionado que aplicaría “un plan de cuatro años para eliminar gradualmente todas las importaciones chinas de productos esenciales, desde artículos electrónicos hasta acero y productos farmacéuticos”, junto con reglas nuevas para evitar que las empresas estadounidenses inviertan en China e impedir que esta compre bienes estadounidenses.

No obstante, Trump se protegió al decir, sin dar mayores detalles, que permitiría “todas las inversiones que sirvieran de manera manifiesta para los intereses de Estados Unidos”.

El gobierno de Biden también ha trabajado para imponer más restricciones a los intercambios económicos con China, pero de una manera más reducida y adecuada. El gobierno prohíbe exportar a China determinada tecnología que tenga aplicaciones militares y, en agosto, el presidente Joe Biden firmó una orden para prohibir que los estadounidenses realicen nuevas inversiones en empresas chinas que estén tratando de desarrollar algunas cosas como semiconductores y computadoras cuánticas.

Ahora Trump está proponiendo llegar aún más lejos y pedir que se anule la categoría comercial de “país más favorecido” con la que cuenta China, lo cual implica cesar las relaciones comerciales normales permanentes y los aranceles reducidos que Estados Unidos le otorgó a China después de que esta se uniera a la Organización Mundial del Comercio en 2001. Concretamente, este mes, un comité de la Cámara de Representantes publicó un informe bipartidista que también solicitaba esa medida.

De acuerdo con un estudio publicado el mes pasado por Oxford Economics que fue encargado por el Consejo Empresarial Estados Unidos-China, hacer esto trastornaría de manera importante la economía estadounidense. Este estudio estimaba que el aumento resultante en aranceles conllevaría una pérdida de 1,6 billones de dólares para la economía estadounidense y 774.000 empleos menos en cinco años.

c.2023 The New York Times Company

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