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¿Los argentinos y argentinas nos quedamos huérfanos?

Me hago esta pregunta porque desde mis diez años de edad, hace sólo cuatro décadas y media, veo que pasiva y activamente gran parte de nuestra sociedad vota a un candidato que nos salve. Buscamos una especie de Padre o Madre salvadores que lleguen con soluciones para resolver el problemón que dejó su antecesor o antecesora.

Y "ahora estoy acá en este mundo abandonado" como inicia la hermosa canción de Litto Nebbia. Y muchos compatriotas esperan subirse a la Balsa que los lleve al lugar que más quieran. ¿Triste no? Muy doloroso.

Recuerdo la alegría cuando asumió Raúl Alfonsín. Nos trajo la Democracia y debió dejar la presidencia antes de tiempo con la economía en el abismo. Los problemas de la política no se resolvían.

Que alegría tuvimos cuando ganó Carlos Menem y nos regaló una moneda ficticia. Pudimos vivir como un país del primer mundo sin serlo. Pero, mientras duró, no nos importó. Nos rendimos a los pies del Carlo festejando que viajará en una Ferrari a casi 300 kilómetros por hora desde la Quinta de Olivos hacia Pinamar. El nene quería divertirse. Y lo dejamos.

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Luego llegó el momento de la verdad. Nos dijeron que nuestra moneda no valía un verde. Nos tiramos de los pelos y nos enojamos mucho con el hasta entonces "mejor Ministro de Economía del mundo", porque tuvo que sincerar la situación y decirnos que el carnaval no era para toda la vida. Pobre el riojano, perdió la votación. Los problemas de la política no sólo seguían sin resolverse, empeoraban.

Ahora sí, ahora sí. Llegaba Fernando De La Rúa. Un señor honesto. No manejaba Ferrari, no hizo demasiado como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero era de aspecto sencillo. No como su antecesor.

Martín Baraldo - Especialista en Comunicación
Martín Baraldo - Especialista en Comunicación

Martín Baraldo - Especialista en Comunicación

Ahí empecé a no entender nada. Disfrutamos como pocos de "living la vida loca". Ahora queríamos un Papá austero, pero OJO, que nos dejará seguir soñando con espejitos de colores. Mientras tanto los problemas de la política seguían su rumbo descendente.

Luego de unos días en los que nos dejaron al cuidado de "familias en tránsito" llegó Eduardo Duhalde. Que alivio. Encontramos al Papá salvador que logró calmar la caótica situación económica que dejó quien había sido el mejor Ministro de Economía de todo el mundo.

Dos años de calma, con la situación política barranca abajo, y llegó el momento de elegir a nuestro nuevo Papá. Néstor Kirchner, un santacruceño desconocido por la mayoría de los votantes pero a quien el peronismo dio el visto bueno porque prometió continuar con la política económica del "cabezón".

Llegaron dos años de relativo sinceramiento político, económico y social. Luego nuestro Papi mostró un apetito voraz por el dinero y el poder, que lo llevaron a tener un solo objetivo: perpetuarse El y su familia eternamente en el Sillón de Rivadavia.

Y tuvimos a nuestra Mamá, Cristina Kirchner que pretendía ser Eva Perón. Una política con una inteligencia y capacidad para construir poder como pocos a quienes votamos desde el retorno a la democracia. Para cumplir su cometido hizo negocios con dinero de dudosa procedencia, a tal punto que la llevaron a tener una fortuna incalculable para edificar una estructura política a la que fue difícil enfrentar.

Pero gran parte de la sociedad se cansó de ver a la Argentina cada vez mas al sur, como despidiéndose del mundo. Pucha, la política continúa su tendencia a la baja.

Y llegó Mauricio Macri, nuestro nuevo Papá salvador. Prometió honestidad y solución a todos los problemas económicos en sólo cuatro años. Y si, vamos con este Papá. Al tiempo las promesas que nos hizo cuando lo conocimos no se cumplían, volvieron medidas del gobierno anterior como el famoso "cepo", inflación no acorde a lo prometido, y final acudiendo al FMI para pagar las deudas tremendas en las que nos metimos. Que macana, la política a pique.

Y regresó Ella, que con un gesto de generosidad pocas veces visto, le ofreció la Presidencia a Alberto Fernández, enemigo devenido a amigo. Que regalón. Pero olvidó aclararle que los hilos del poder eran de Ella.

Y acá estamos, perdidos como turco en la neblina. Por primera vez huérfanos. No esperamos a nuestro Papá. Estamos por primera vez frente a la situación política que supimos construir.

Una elección de manotazo de ahogado. Papá, Mamá, nos abandonaron. Me atrevo a afirmar que estamos en condición de poner el hombro para tener el país que la Argentina supo ser, sufriendo los dolores de crecimiento inevitables.