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Bien Argento: le hizo conocer el dulce de leche a un pueblo alemán y la distinguieron por “el coraje de apostar” en la pandemia

El intendente de Wissen le entregó un diploma de reconocimiento por el “coraje de haber apostado en medio de la pandemia”.
El intendente de Wissen le entregó un diploma de reconocimiento por el “coraje de haber apostado en medio de la pandemia”.

CÓRDOBA.- Mercedes Angilletta dejó la Argentina en 2001 -un año después sus padres y su hermana hicieron lo mismo por la crisis económica- y se fue “a probar” suerte a Alemania, donde vivía un tío. No regresó más. Y en febrero de 2020 abrió Bien Argento, un café-panadería que hizo conocer el dulce de leche a los habitantes de Wissen, una localidad de unos 9000 habitantes cerca de Colonia.

En 1999 Angilletta había ido de visita con su familia a Alemania, donde un tío, dueño de una imprenta, le ofreció quedarse y “probar”. Ella tenía 23 años y no lo consideró, pero su hermana más chica le empezó a insistir y, dos años después, se fue.

“No volví más, pero no porque no extraño -cuenta a LA NACION-. Es que toda mi familia se mudó a Italia y vive allí. Sigo lo que pasa en la Argentina, me interesa y es mi país. Acá es distinto, la gente es menos emocional”.

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Al comienzo trabajó en la imprenta, hizo algunos cursos, se enamoró y se casó con un italiano en 2004, con quien tuvo dos hijas, hoy de 13 y 11 años.

Dice que siempre tuvo la idea de “hacer algo propio” y que buscaba qué podía ser. “Me gusta mucho la pastelería y esa fue la idea que se empezó a afirmar. Empezamos a buscar un local, lo conseguimos, esperamos que se desocupara, lo reestructuramos y arrancamos casi junto con la pandemia”, relata.

La argentina se casó con un italiano; tienen dos hijas de 13 y 11 años.
La argentina se casó con un italiano; tienen dos hijas de 13 y 11 años.

La inversión con que empezaron fue de entre 2500 y 3000 euros. El alquiler cuesta unos 300 euros a lo que se sumó la compra de algunas máquinas. Las “básicas”, apunta Angilletta, porque primero “había que ver cómo nos iría, si nos sostendríamos”. Ahora, por mes, le significa el equivalente a un sueldo. Trabaja ella sola.

El intendente de Wissen -el ayuntamiento está frente a su local- le entregó el año pasado un diploma de reconocimiento por el “coraje de haber apostado en medio de la pandemia”. Para inaugurar había puesto globos y decoración celeste y blanca, y, como gustó, quedó como algo permanente.

“Mi marido me preguntaba: ‘¿Estás segura? Si no ponemos algo italiano’. Pero yo no quería, porque de italianos hay por todos lados -repasa-. Quería algo que yo supiera hacer y que fuera de mi país. Por eso decidí que empanadas y churros serían lo central de la propuesta”.

A Angilletta le llevó varios ensayos lograr hacer la masa de las empanadas (no se consigue preparada en el lugar) y hoy son un “éxito”, según cuenta. Las que más vende son las criollas de carne y las de pollo, pero, como hay “muchos vegetarianos”, también prepara opciones para ese segmento. Cuestan tres euros cada una.

De la Argentina, sus vecinos alemanes conocen el fútbol, la Patagonia y, los que han viajado, también La Cumbrecita y Villa General Belgrano, en Córdoba. Pero ella hizo “conocer el dulce de leche” en el pueblo, cuando lo sumó entre sus productos. “Acá todos comen Nutella e insisten con ese producto, pero probaron el dulce de leche y les gusta. Lo bautizaron la ‘nutella argentina’”, señala.

Los churros son al estilo español, largos y finos, y se venden en cucuruchos de papel. “En el invierno y en las fiestas se me cansan los brazos de hacer, se venden muy bien”, dice. Cuando todo volvió la “normalidad”, tras la pandemia, sumaron unas mesas y una máquina de café.