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Los peligros del acceso a internet por los ataques de Trump a TikTok

Las restricciones del presidente a la tecnología china pueden ser parte de una mentalidad vengativa llamada reciprocidad. El precio podría ser un mosaico global de feudos en línea. (Dae In Chung vía The New York Times)
Las restricciones del presidente a la tecnología china pueden ser parte de una mentalidad vengativa llamada reciprocidad. El precio podría ser un mosaico global de feudos en línea. (Dae In Chung vía The New York Times)

WASHINGTON — China y Estados Unidos alguna vez se comportaron de manera opuesta en cuanto a la forma de gobernar el internet.

Pekín impuso la mano férrea del Estado. Bloqueó grandes sitios web extranjeros, fomentó las firmas tecnológicas chinas mientras desarrollaban alternativas a los rivales occidentales y mantuvo un estrecho control sobre la expresión de los ciudadanos en línea. Estados Unidos se puso del lado de la apertura global que ayudó a una generación de goliats del internet a dominar el mundo.

Sin embargo, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, emitió órdenes ejecutivas que podrían llevar a una prohibición por parte de Estados Unidos el próximo mes de dos de las aplicaciones chinas más populares del mundo, TikTok y WeChat, la Casa Blanca señaló una nueva predisposición a adoptar las tácticas de exclusión de Pekín. Trump fue más allá el viernes, al ordenar a ByteDance, el propietario chino de TikTok, que renunciara a sus activos en Estados Unidos y a cualquier dato que TikTok hubiera recolectado en ese país.

El lunes, el gobierno también tomó más medidas contra Huawei con la restricción de la capacidad del gigante tecnológico chino para comprar microprocesadores computacionales producidos en el extranjero con tecnología estadounidense. Esto ocurrió después de una iniciativa de la Casa Blanca este mes para comenzar a purgar las aplicaciones y las compañías de telecomunicaciones chinas de las redes estadounidenses, pues señaló que representaban una amenaza a la seguridad.

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En conjunto, estas medidas anuncian una nueva filosofía estadounidense de regulación tecnológica más invasiva, que se acerca más a la filosofía proteccionista de China, aunque sin el objetivo de censurar el contenido ni controlar a la población. El cambio podría perjudicar a los gigantes estadounidenses del internet como Facebook y Google, que se han beneficiado enormemente del terreno digital sin fronteras fuera de China, así como a los gigantes chinos del internet como Tencent y Alibaba, que han tratado de expandirse en Occidente.

Si más países siguen el ejemplo de Trump y fundamentan los controles digitales en lealtades diplomáticas, objetivos proteccionistas o nuevas preocupaciones sobre la seguridad de sus ciudadanos, el internet podría convertirse en un mosaico de feudos tan variados como las políticas de visados que fragmentan los viajes por el mundo.

“Una prohibición total desencadenará sin duda represalias y puede contribuir al tipo de fractura del internet que hemos presenciado en los últimos años, y que los gobiernos autoritarios propician”, declaró Ron Deibert, director del grupo de investigación Citizen Lab de la Escuela Munk de Asuntos Globales y Política Pública de la Universidad de Toronto.

China y Estados Unidos tienen diferentes puntos de partida en cuanto al gobierno de las industrias de alta tecnología. El Partido Comunista no tolera que sus ciudadanos se pronuncien en contra de él en línea o que se organicen fuera de su esfera de control. Tampoco ha ocultado sus ambiciones de cultivar la capacidad de las empresas chinas en materia de tecnologías avanzadas, que, según los competidores extranjeros, a veces lleva a las autoridades a conceder ventajas injustas a las empresas locales.

Las órdenes de la Casa Blanca sobre TikTok y WeChat, que se espera que entren en vigor el 20 de septiembre, se enmarcaron como medidas para defender a los ciudadanos estadounidenses contra la amenaza de la recopilación de datos por parte de Pekín. También parecen surgir de la idea de que China debe ser castigada por violar las normas democráticas. Este principio de reciprocidad ha guiado los recientes enfrentamientos del gobierno de Trump con Pekín en materia de comercio, política industrial y medios de comunicación.

Sin embargo, cuando se aplica a la gobernanza de Internet, la reciprocidad podría tener un alto precio para Estados Unidos. Aunque pocos países han adoptado plenamente el enfoque amurallado de China con respecto al ciberespacio, muchos gobiernos se sienten incómodos con el dominio de gigantes estadounidenses como Facebook, Google y Amazon dentro de sus fronteras y están considerando la posibilidad de establecer nuevos impuestos y restricciones a sus operaciones.

A medida que el gobierno de Trump se esfuerza por reducir el uso de TikTok y WeChat, otras naciones pueden empezar a ver su dependencia de los proveedores de tecnología de Estados Unidos bajo una luz diferente.

Vietnam y Turquía ya han aumentado el control de las redes sociales estadounidenses. En gran parte del mundo en desarrollo, las empresas chinas de software y redes sociales tienen una buena oportunidad de vencer a las occidentales, dijo Deibert. China ha trabajado durante años para expandir su influencia en África, América Latina y el Medio Oriente, y los fabricantes chinos de celulares y equipos de telecomunicación ya han ganado terreno allí al enfocarse en proveer los equipos de más bajo costo.

Judd Deere, portavoz de la Casa Blanca, afirmó a través de un comunicado que el gobierno “se ha comprometido a proteger al pueblo estadounidense de todas las amenazas cibernéticas a la infraestructura esencial, la salud y la seguridad pública, así como nuestra seguridad económica y nacional”.

Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, dijo este mes que las órdenes ejecutivas de Trump eran “nada menos que intimidación”.

Wang no se refirió a las restricciones que China ha impuesto a los sitios web estadounidenses, y solo mencionó que otros países podrían empezar a utilizar la seguridad nacional como una excusa para actuar contra las empresas estadounidenses. “Estados Unidos no debe abrir la caja de Pandora o sufrirá las consecuencias”, señaló.

China y su larga historia de vetos digitales

La división digital de China data de finales de la década de 1990, cuando comenzó a construir la Gran Muralla Cortafuegos, un sofisticado conjunto de controles de internet. Bajo la consideración de que el internet dentro de China es un asunto de soberanía nacional, Pekín censuró fuertemente el contenido en línea y con el tiempo bloqueó las búsquedas en Google, las redes sociales como Facebook y Twitter, y sitios de noticias como The New York Times.

Detrás de ese muro, las empresas chinas de internet como Alibaba, Baidu y Tencent, el creador de WeChat, prosperaron en un enorme mercado cautivo. No obstante, China también intentó tener lo mejor de ambos mundos cuando estas compañías comenzaron a expandirse en regiones como el sudeste asiático y Europa.

En un discurso pronunciado el 29 de mayo en el Jardín de las Rosas, Trump criticó a China por robar la propiedad intelectual estadounidense, violar sus compromisos con la Organización Mundial del Comercio y hacer redadas en fábricas estadounidenses que se encuentran en el país. Pero dijo que “nunca culpó únicamente a China” por esas medidas.

“Pudieron salirse con la suya en un robo como nadie pudo hacerlo antes debido a los políticos del pasado y, francamente, también a causa de los expresidentes”, comentó. “Pero a diferencia de los que vinieron antes, mi gobierno negoció y luchó por lo que era correcto. Se llama trato justo y recíproco”.

Trump también ha visto el atractivo de las políticas de estilo chino en otras áreas. Elogió al líder de China, Xi Jinping, por extender los límites de su propio mandato. Restringió el acceso de los periodistas e investigadores chinos en Estados Unidos, como reflejo de las restricciones impuestas a los medios de comunicación en Pekín. Los asesores de Trump y otros en el Congreso también han señalado las políticas industriales chinas como prueba de que Estados Unidos debe invertir más en los sectores de la alta tecnología.

En otros países, el gobierno de Trump sigue ejerciendo presión a favor de un internet más abierto y lucha por los intereses de sus gigantes tecnológicos oponiéndose a los esfuerzos de otros países por regular sus economías digitales.

Esto incluye una ofensiva contra los impuestos nuevos o propuestos a los servicios digitales en países como Francia, Reino Unido, Italia e India que afectarían de manera importante a Google y Amazon. El gobierno también se ha opuesto a las iniciativas europeas para abordar los problemas de privacidad mediante el bloqueo del flujo de datos de los consumidores hacia Estados Unidos.

En sus órdenes ejecutivas que restringen a WeChat y TikTok, la Casa Blanca señaló una medida reciente de India para prohibir ambas aplicaciones. A algunos en Washington, eso les pareció una razón extraña, dada la manera explícita con que Estados Unidos ha criticado a India por el uso de políticas proteccionistas en otros ámbitos.

Clete Willems, socio de Akin Gump y exfuncionario de comercio del gobierno de Trump, dijo que las órdenes ejecutivas estaban motivadas por preocupaciones de seguridad nacional, no por la reciprocidad.

“Mucha gente se ha preguntado si debería haber molestia en China. Twitter ya está prohibido. Google ya está prohibido. ¿Qué tan enojada puede estar China? Pero no solo estamos copiando su manual,” dijo Willems. “El gobierno está tratando de responder a lo que considera una legítima amenaza a la seguridad nacional”.

Otros dijeron que, si no van acompañadas de una regulación más importante, las prohibiciones totales pueden resultar contraproducentes.

“Se puede argumentar de manera sólida que la Gran Muralla Cortafuegos de China fue el primer ataque de la batalla”, comentó Samm Sacks, académico del grupo de expertos New America. “Mi respuesta a esa afirmación es esta: ¿adoptar el enfoque del gobierno chino es lo adecuado? ¿Nos dará más seguridad?”.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company