Crisis de Petrobras afecta intenciones de reelección de Rousseff

(BNamericas.com) - Hay pocas cosas más arraigadas en la identidad nacional de Brasil que su carnaval anual y el fútbol.

Sin embargo, al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva no se le vio en absoluto contrariado cuando calificó a la petrolera federal Petrobras como una historia de éxito mayor que el Carnaval y la misma Selecão, el combinado nacional brasileño de fútbol.

Petrobras acaba de cerrar una oferta de acciones con una inyección de US$67.000mn en momentos en que la empresa se embarca en el mayor programa de inversión petrolera del planeta con un gasto de US$224.000mn en cinco años.

El argumento de Lula era convincente. Petrobras había sido el catalizador de un crecimiento económico que no registraba precedentes en Brasil. El descubrimiento de sus vastas reservas en aguas ultraprofundas frente a las costas del Sureste incentivó a multinacionales como Repsol, Shell y BG a invertir miles de millones de dólares en nuevos proyectos de exploración, con la promesa de seguir haciéndolo en el futuro.

Aún los hinchas más fanáticos del fútbol y los participantes más entusiastas del Carnaval veían lógica en el razonamiento de Lula.

No había indicios de que Petrobras fuera a caer en el abismo que hoy amenaza con derribar a la presidenta Dilma Rousseff, la sucesora designada por el exlíder.

Desde mediados del 2010, cuando Lula pronunció esa opinión, el valor de mercado de Petrobras ha caído de alrededor de US$197.000mn a US$90.000mn.

En el mismo período, la producción de los campos brasileños se ha mantenido estancada en 2 millones de barriles diarios (Mb/d).

Los analistas culpan de la grave situación de la compañía a la interferencia del gobierno, los subsidios al combustible en particular, y las estrictas normas de contenido local que limitan la participación de empresas extranjeras.

Hoy, un escándalo de corrupción de alcances cada vez mayores amenaza con profundizar sus implicaciones.

Entre las acusaciones que han salido a la luz en los últimos dos meses figura el pago por parte de Petrobras de una suma 10 veces mayor que el valor de mercado por una refinería de Pasadena, Texas, en el 2006, y trascendidos de que la empresa aceptó sobornos por asignar contratos al proveedor holandés SBM Offshore.

El Congreso brasileño debiera aprobar esta semana una investigación parlamentaria para aclarar las acusaciones.

Los resultados de la investigación podrían tener un efecto considerable sobre las elecciones presidenciales del 5 de octubre.

Una encuesta de opinión difundida por Datafolha la semana pasada arrojó que el apoyo a Rousseff cayó de 44% el mes pasado a 38%.

Según Arthur Pimentel, director de A&P, consultora especializada en petróleo con sede en Río de Janeiro, el desempeño del gobierno está intrínsecamente vinculado al de Petrobras.

"El efecto que los problemas actuales de Petrobras tendrá sobre el electorado es imposible de soslayar", indicó a BNamericas.

No obstante, Pimentel se apresura en preguntar por qué los escándalos de corrupción que involucran a Petrobras han surgido en un año de elecciones.

"Si estos problemas tuviesen alguna relevancia técnica, ¿por qué no se denunciaron cuando ocurrieron años atrás? En mi opinión es oportunismo político", agregó Pimentel.

Otros sostienen que a Rousseff habría que pasarle la cuenta por la compra de Pasadena, que se concretó cuando ella presidía el directorio de la federal.

"La participación [de Rousseff] en la operación es inequívoca de principio a fin", señaló el opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en un comunicado.

Mientras Petrobras se ha convertido en el mayor dolor de cabeza para Rousseff, está lejos de ser el único en su camino a la reelección.

El creciente riesgo de interrupciones del suministro eléctrico por efecto de la sequía, una economía vacilante y un descontento que crece por el costo de organizar el Mundial de Fútbol de este año amenazan con descarrilar su campaña.

El Carnaval ha ido y venido sin sobresaltos. Sin embargo, si la fortuna colectiva de Brasil se observa a través del prisma de la Selecão y de Petrobras, Rousseff tendrá que enfrentar meses venideros de gran nerviosismo.

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