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El dilema de Biden: permitir la entrada de migrantes o subir las tasas de interés

Migrantes venezolanos cruzan el río Bravo mientras protestan  contra las políticas de inmigración de Estados Unidos en Ciudad Juárez, México, el 31 de octubre de 2022.  (Foto de HERIKA MARTINEZ/AFP vía Getty Images)
Migrantes venezolanos cruzan el río Bravo mientras protestan contra las políticas de inmigración de Estados Unidos en Ciudad Juárez, México, el 31 de octubre de 2022. (Foto de HERIKA MARTINEZ/AFP vía Getty Images) (HERIKA MARTINEZ via Getty Images)

Las políticas migratorias xenofóbicas tendrán un alto costo económico para el pueblo estadounidense, opinaron dos reconocidos académicos de la Universidad de Harvard.

“Estados Unidos debe elegir entre una economía dinámica con tasas de interés más bajas y más extranjeros, o una economía estancada con tasas de interés altas y menos inmigrantes”, señalaron Ricardo Hauffman y Dany Bahar, director y miembro asociado del Laboratorio del Crecimiento de la Universidad de Harvard en un artículo publicado en Project Syndicate.

Los académicos explicaron que la excesiva oferta de trabajo y la escasa mano de obra ha desencadenado una inusitada ola de renuncias, seguida por aumentos salariales en un intento por retener a los trabajadores competentes. En consecuencia, la Reserva Federal se ha visto obligada a elevar las tasas de interés para frenar el “apetito insaciable” de mano de obra que demanda la economía del país.

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Lo interesante del argumento de Hauffman y Bahar es que responsabiliza a la política migratoria del presidente Joe Biden de empeorar la situación laboral y monetaria de Estados Unidos.

Alegan que al restringir el número de trabajadores, el gobierno estadounidense está limitando la producción potencial de la economía y reduciendo el nivel de gasto. “Una mayor inmigración, por otro lado, podría conducir a tasas de interés más bajas, mayor producción y demanda. De hecho, una mayor inmigración y tasas de interés más bajas son de interés para todos”, dijeron.

En el plano nacional, un mayor flujo migratorio facilitaría el crecimiento de nuevas empresas, ayudaría a las pequeñas y medianas empresas a encontrar trabajadores, impulsaría el mercado bursátil, y debilitaría el dólar demasiado fuerte, lo que mejoraría la competitividad de la economía e impulsaría las exportaciones.

A nivel internacional, una tasas más bajas en Estados Unidos y un aumento de la demanda facilitaría el crecimiento de la economía mundial y produciría un efecto cascada que permitiría a los países en desarrollo reducir sus tasas de interés, apuntalar los flujos de capital y las remesas. Las importaciones estadounidenses también aumentarían.

Política migratoria obsoleta

Los analistas señalan que la primera traba para abrir la puerta a los migrantes es la anticuada ley de inmigración de Estados Unidos de 1986, que dejó muy poco espacio para las visas de trabajadores calificados y prácticamente eliminó las posibilidades para la mano de obra no calificada que tanto necesita la economía estadounidense.

“Sin suficientes vías legales, no sorprende que EE. UU. tenga ahora alrededor de 13 millones de inmigrantes indocumentados viviendo dentro de sus fronteras; uno solo puede imaginar cuánto más pequeña sería la economía estadounidense sin ellos”.

Reconocen que el gobierno de Biden ha dado algunos pasos tímidos como duplicar a 130.000 el límite de visas H2-B que se le otorga a los trabajadores temporales poco calificados a no agrícolas. Cifra que consideran minúscula al compararla con las necesidades de la economía.

Sobre los trabajadores altamente calificados, Hauffman y Bahar aseguran que en 2021 hubo más de 300.000 solicitudes de visas H1-B frente a un límite anual de aprobaciones de 85.000 desde 2006.

“A pesar de controlar ambas cámaras del Congreso, los demócratas han hecho poco en los últimos dos años para avanzar en la legislación que ajusta el tope a la demanda actual”.

Otro obstáculo es la poca capacidad del aparato burocrático para procesar las solicitudes de visa. La acumulación de visas pendientes ha aumentado en un 50%, de 5,7 millones a 8,8 millones desde que Biden llegó al poder. Y ni hablar de los tiempos de espera. Mientras en 2012, el procesamiento de las solicitudes de la anhelada Green Card que se otorga a los trabajadores permanentes tardaba 4,5 meses, en 2022, el proceso para otorgar el 80% de las visas tardó más de 30 meses.

La responsabilidad de este cuello de botella es atribuida al sesgo anti migratorio durante el gobierno de Donald Trump.

La crisis migratoria de Ucrania y Venezuela comprueba la poca voluntad política para abrirle las puertas a los refugiados. Desde la invasión de Rusia a Ucrania, han huido unos 7,8 millones de ucranianos, pero Biden dijo que admitiría a 100.000 siempre y cuando los solicitantes de asilo encuentren un patrocinio privado. La posición frente a la migración venezolana es similar. Aunque unos siete millones de venezolanos han salido de su país desde 2015, Estados Unidos estableció que aceptará a 24.000 refugiados de ese país siempre y cuando estén patrocinados.

El beneficio de los migrantes

Hauffman y Bahar intentan echar por tierra las críticas infundadas sobre las consecuencias negativas de la llegada de migrantes.

Ni siquiera la llegada de 125.000 refugiados cubanos durante el éxodo del Mariel en 1980 tuvo un efecto negativo en el panorama laboral local, a pesar de la debilidad de la economía durante esa época.

Pero en algunos casos, el impacto ha sido muy positivo. La llegada a Israel de miles de judíos rusos en la década de 1990 resultó un auge económico que consolidó la marca de ese país como una nación emergente.

Más resonante aún es el caso del flujo de los dos millones de venezolanos que han llegado a Colombia desde 2015. No sólo no tuvo un efecto en el desempleo o los salarios, sino que ayudó al país a tener una de las recuperaciones de la crisis del COVID más rápidas de América Latina.

Un diferencial es que Colombia otorgó a los migrantes venezolanos pleno acceso al sistema sanitario, educativo y laboral.

“Para poner las cosas en perspectiva, la población de Estados Unidos es seis veces mayor que la de Colombia, y su PIB es 26 veces mayor. Estados Unidos ciertamente tiene la capacidad de absorber más refugiados e inmigrantes si quisiera. Pero parece que los votantes estadounidenses quieren una economía dinámica con menos inmigrantes y bajas tasas de interés”.

Para los académicos está claro que Estados Unidos se encuentra en una encrucijada en la que tendrá que decidir si desea dinamizar su economía permitiendo la entrada de más extranjeros y menores tasas de interés, o persistir en su situación actual con una economía estancada, unas tasas de interés galopantes, y negado a aceptar más migrantes.

“Los estadounidenses deben saber que la xenofobia es una opción costosa”.

Sobre los autores del artículo: Ricardo Hausmann fue ministro de planificación de Venezuela y execonomista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, y es profesor de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard y director del Laboratorio de Crecimiento de Harvard.

Dany Bahar es profesor asociado en el Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Brown y miembro principal del Laboratorio de Crecimiento de Harvard.

Fuente: Project Syndicate

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