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La economía inicia otra travesía por la selva en 2023

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El comienzo de cada nuevo año siempre incluye la genuina esperanza de que sea mejor que el previo; pero habrá que convenir que a lo largo de 2023 el tránsito no será nada fácil ni mucho menos previsible para la economía argentina. Sobre todo, cuando se trata de un año electoral y la combinación de diversos riesgos e inseguridades (política, institucional, jurídica, impositiva, cambiaria, energética y hasta patrimonial) aporta un clima de incertidumbre que lo asemeja a una travesía por la selva, con marchas y contramarchas.

Sin elecciones de por medio, algo similar ocurrió en 2022. El año que concluye hoy no sólo será recordado por la histórica obtención de la tercera copa mundial de fútbol. También por sus tres ministros de Economía; la altísima inflación cercana a 100% anual (fotoshopeada a último momento con los “precios justos”); la escasez de reservas del Banco Central; los 15 tipos de cambio diferenciales aplicados por Sergio Massa y el rígido cepo importador.

Dólar hoy: el blue se desinfla y se aleja del récord en el cierre de 2022

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Aun así, la brecha cambiaria cerró el año en torno de 90% luego de la trepada de los dólares “libres” que subieron varios escalones en diciembre tras el triunfo en Qatar, no por uno sino por múltiples motivos. Entre ellos, la mayor demanda por el blue para viajes al exterior; por el contado con liquidación para pagar de importaciones no autorizadas al tipo de cambio oficial; el traspaso de depósitos en pesos para tomar ganancias en dólares; cierta presión del medio aguinaldo, y menor oferta de billetes de viajeros extranjeros.

De hecho, tanto el ajuste del dólar oficial como del paralelo fueron 25 puntos porcentuales inferiores a la inflación acumulada en los últimos 12 meses. Para mantener el mismo nivel real de fin de 2021(cuando cotizaban a $108 y $209), deberían ubicarse en $215 y $415 respectivamente.

Además, varios episodios políticos insólitos tampoco fueron ajenos a la tensión que alteró al mercado cambiario en las dos últimas semanas de diciembre, como el rechazo de Alberto Fernandez y 18 gobernadores al fallo de la Corte Suprema por la coparticipación de la CABA, con su secuela de contradicciones oficiales sobre la forma de cumplirlo; el discurso autoritario y populista de Cristina Kirchner en Avellaneda, más la puesta en escena mediática de Juan Grabois en Lago Escondido.

Si bien el dólar retrocedió en los últimos dos días, este escenario demostró que la calma lograda por Massa en sus casi cinco meses de gestión tiene bases inestables porque se apoya en la inyección simultánea de dólares y pesos. Las versiones 1 y 2 del dólar soja, operaron en septiembre y diciembre como un respirador artificial ante la escasez de reservas líquidas, a costa de mayor emisión acentuada por el aumento del gasto público de fin de año y la intervención en el mercado de bonos de deuda en pesos.

Esta estrategia le permitió al ministro cumplir con las metas acordadas para 2022 con el FMI, recibir el desembolso de casi US$6000 millones y lograr financiamiento extra en la última licitación de deuda del año. No obstante, todo hace prever que, a pesar de la hoja de ruta trazada para mantener a flote el acuerdo con el Fondo, el dólar mantendrá protagonismo a lo largo de la intrincada travesía que presupone el año electoral para la economía. Más aún cuando la actual brecha cambiaria presiona sobre la inflación, al igual que la distorsión de precios relativos. Veamos:

* La intensa sequía reducirá los saldos exportables de la cosecha entre US$4000/6000 millones. De ahí que tanto en los despachos oficiales como en el sector privado se descuenta la tercera reedición del dólar soja, hacia marzo o abril.

* No está asegurada ni mucho menos la aprobación legislativa del blanqueo de dólares proyectado por Massa para sumar reservas al BCRA y ampliar la base de contribuyentes, debido al enfrentamiento entre el oficialismo y la oposición, agravado por el conflicto con la Corte.

* Bajo la presión del acuerdo de intercambio de información fiscal sobre cuentas bancarias en los EE.UU, que operará sólo a partir de 2024, prevé alícuotas mucho más generosas que el de 2016 cuanto antes se presente la “declaración voluntaria”, según la denominación oficial.

* Serán de 2,5% hasta el 31 de marzo de 2023; de 5% hasta el 30 de junio y de 7,5% hasta el 30 de septiembre, un mes antes de las elecciones. También incluye un régimen simplificado con una alícuota de sólo 1,5% para quienes declaren menos de US$50.000.

* Como todo blanqueo, es un premio al evasor y un castigo implícito para los contribuyentes que declararon activos y vienen pagando impuestos a las Ganancias y Bienes Personales (más los extras aplicados en los últimos tres años). Pero además prevé la polémica figura del “colaborador” para quienes denuncien a terceros por cuentas o bienes no declarados y percibirán a cambio el 20% de la recaudación. Esta variante se presta a actos de corrupción entre quienes manejan datos amparados por el secreto fiscal.

* La energía será otro factor clave para la balanza comercial. En 2022, el déficit energético fue de US$5000 millones, por los altos precios internacionales de las mayores importaciones invernales de gas natural licuado (GNL) y combustibles líquidos. Para 2023, la apuesta oficial es terminar la primera etapa del gasoducto Néstor Kirchner el 20 de junio, un día antes del invierno, a fin de evitar las importaciones de GNL. Si bien la obra está avanzando, el Gobierno decidió curarse en salud y ya autorizó importaciones preventivas de gasoil y GNL, mientras evalúa la contratación de un buque regasificador en Bahía Blanca, como el que operó hasta fin del invierno pasado.

* El nuevo año arrancará con subas en los precios de combustibles y tarifas de energía y transporte público para corregir parcialmente el atraso de 2022 y reducir la cuenta de subsidios estatales, aunque complicarán el objetivo de Massa de bajar la inflación a 4% mensual en el verano.

* A partir del lunes habrá ajustes de 4% promedio en naftas y gasoil, así como de 39% en las tarifas de colectivos en el AMBA y de los trenes suburbanos. En el primer caso, el boleto mínimo pasará en enero a $35 y el más alto a $48. En trenes será de $17/22 y el máximo de $27/35. Luego habrá ajustes mensuales a partir de marzo.

* En los subtes de CABA, la tarifa pasará a $58 (hasta 20 viajes mensuales) y habrá ajustes en marzo, mayo, junio y septiembre, hasta llegar a $80 (o sea, 90% en nueve meses.

* También en las cuotas de medicina prepaga habrá alzas de 6,9% en enero y 8,2% en febrero, con ajustes mensuales posteriores. Y a partir de la semana próxima se realizarán audiencias públicas para ajustar las tarifas de distribución y transporte de gas (que quedaron fuera de los aumentos de 2022), igual que en electricidad.

Todos estos aumentos son consecuencia de la alta inflación de este año y la ausencia de un plan consistente de estabilización, teóricamente para no asumir costos políticos antes de las elecciones. Sólo después de agosto u octubre podrá saberse si la economía podrá salir de la selvática maraña de controles e intervencionismo estatal que frena su crecimiento