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Escucha a tus familiares, pero escúchalos de verdad

Las habilidades de comunicación eficaces son más importantes que nunca en nuestra existencia confinada. Es un talento especialmente valioso durante la cuarentena, que ha provocado tensión incluso en las relaciones más sólidas. (Till Lauer/The New York Times)
Las habilidades de comunicación eficaces son más importantes que nunca en nuestra existencia confinada. Es un talento especialmente valioso durante la cuarentena, que ha provocado tensión incluso en las relaciones más sólidas. (Till Lauer/The New York Times)

Una mañana reciente, mi familia estaba reunida en nuestros lugares de siempre en la mesa de la cocina: mi esposo, Tom, y yo frente a nuestras computadoras, mientras nuestra hija, con audífonos puestos, resolvía problemas de matemáticas para su clase remota.

Cuando levanté la vista para hacerle una pregunta a Tom, mi vista quedaba bloqueada por una torre de objetos que había reunido y parecían estar apilados como piezas de Jenga.

Inhalé profundo y le expliqué, con mi mejor imitación de una persona calmada, que en este nuevo mundo surreal en el que los niños comparten nuestro espacio de trabajo es importante mantener el lugar relativamente libre de desorden.

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Cuando terminé de hablar, él no respondió. Sin embargo, justo cuando empezaba a saltar una vena en mi frente, ofreció su propia interpretación de lo que había dicho.

“Te gustaría que me deshiciera de la basura que se acumuló sobre la mesa”, dijo Tom.

“Sí”, respondí, aliviada.

En vez de negar la existencia del desorden, o comenzar una pelea acerca de cómo, ante el panorama general de las cosas, los objetos sobre la mesa no eran importantes, como solía hacerlo, Tom estaba parafraseando, una técnica que consiste en repetir la perspectiva de tu pareja con tus propias palabras (o, según la frase inicial sugerida por la psicóloga neoyorquina Melissa Robinson-Brown: “Lo que te escucho decir es…”). Es una técnica muy sencilla, pero, según mi experiencia con las relaciones, es la que con más probabilidad reducirá la tensión al poco tiempo, creará un poco de buena voluntad y despejará el camino para que se llegue a un consenso.

Parafrasear es uno de los componentes de la escucha activa, una técnica de varios pasos basada en prácticas terapéuticas sencillas y a menudo adjudicada a Carl Rogers, quien acuñó el término en la década de 1950. Requiere que el escucha absorba, entienda verdaderamente y responda con empatía a lo que se está diciendo.

Durante un conflicto, las personas solo quieren que las escuchen, comentó Robinson-Brown. “Y ser escuchado implica que la otra persona valore tus sentimientos e ideas, aunque haya un desacuerdo”, comentó. “Por eso, simplemente escuchar a alguien y después ignorar lo que dijeron, o ni siquiera reconocerlo, puede crear sentimientos de invalidación, enojo o tristeza”.

Aunque los académicos no se ponen bien de acuerdo, al parecer hay al menos tres componentes de la escucha activa: expresar interés verbal y no verbal en lo que está diciendo la persona, parafrasear y pedirle a la persona que detalle lo dicho.

El confinamiento quizá sea la época perfecta para mejorar tus habilidades como receptor, lo cual posiblemente es más importante para tu relación que dominar el pan de masa madre o aprender a dibujar el retrato de tu mascota. Para la mayoría de nosotros, la escucha activa no es una capacidad intrínseca, pero Tom y yo estamos tratando de hacerlo mejor.

Expresa interés

Comienza permitiendo que tu pareja hable sin interrupciones. Mientras estás escuchando, haz a un lado los juicios, dijo Christopher Gearhart, profesor adjunto de Estudios de la Comunicación de Texas A&M de la Universidad Estatal de Tarleton, en Stephenville. “Ahora pensamos: ‘Por qué se molesta por eso; es una cosa de nada’, o algo así”, señaló. “El objetivo de la escucha activa es abordar los sentimientos del otro más allá de nuestras percepciones y valoraciones”.

Tampoco se debe idear una réplica mientras tu pareja está hablando. “Cuando el enfoque pasa de lo que está diciendo la pareja a la manera en que responderás, eso indica que la escucha ha terminado”, comentó Gearhart. “La mayor parte del tiempo, las personas solo quieren expresarse o sentirse validados, tener a alguien que diga: ‘Yo me sentiría igual. Entiendo por qué te sientes así’”.

Mientras tu pareja está hablando, envía señales para que sepa que estás escuchando, pequeñas frases de continuación como “Ya veo”, “Sí” o “Entiendo”.

Otra manera de mostrar interés es reflejar, es decir, simplemente repetir las últimas palabras que ha dicho la persona (“...y ya estás cansado de lo mismo”).

Parafrasea lo que escuchaste

Cuando tu pareja termine de hablar, parafrasea lo que dijeron (como lo hizo Tom con el desastre de la mesa). Una manera alternativa de responder es el “etiquetado emotivo”, en el que describen cómo podría estar sintiéndose tu pareja, dijo Gary Noesner, exnegociador jefe de crisis del FBI, quien coescribió un método de escucha activa de siete pasos para situaciones de vida o muerte como secuestros y enfrentamientos con rehenes. Comienza con una frase exploratoria como: “Parece que” o “Presiento que...”.

Noesner compara el etiquetado emotivo con un dulce con relleno. “En todas las conversaciones que tienes con alguien, el relleno del dulce es el centro de la historia”, comentó. “¿Qué están tratando de decirte?”.

Resiste la necesidad de llenar los silencios. Algunas pausas colocadas de manera pertinente, dice Noesner, pueden ayudar a calmar a “una persona que se encuentra abrumada emocionalmente”. “Si no logran provocar una respuesta, a menudo se calman para verificar que los negociadores siguen escuchando”, explicó Noesner. “Al final les parecerá difícil sostener un argumento unilateral”.

Pídele a tu pareja que detalle lo dicho

Noesner recomienda usar preguntas de respuesta abierta como estas: “¿Puedes decirme más al respecto?” o “No entendí lo que acabas de decir. ¿Podrías ayudarme a entender explicando eso más en detalle?” en vez de las preguntas que empiezan con la frase “¿Por qué?”, la cual podría resultarle juiciosa a la otra persona.

Incluso Gearhart, el profesor de Comunicación, no siempre lo hace bien. “Mis estudiantes a menudo me dicen que seguramente no tengo problemas de comunicación en mi matrimonio”, agregó Gearhart. “Sí, claro”.

Lo mismo le pasa a Tom. A veces, cuando parafrasea lo que creo que me molesta, se muestra tan fuera de lugar, o revela sus estrategias de manera tan descarada, que me río. (“Te molesta que finjo no darme cuenta de que el gato vomitó. ¿Cierto?”. “Estás molesta porque fingí estar dormido para que te levantaras e hicieras el café. ¿No?”). Aunque el FBI quizá no lo apruebe, la risa también acaba con la tensión.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company