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Qué esperar de la macro y de la acción estatal en el último año del gobierno

El presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, transitan ya el último año de la gestión
El presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, transitan ya el último año de la gestión

En condiciones normales, tanto la monarquía como el papado plantean la cuestión de la sucesión “muy de tanto en tanto”. La Argentina tiene un régimen político-institucional presidencialista, con renovación parcial del Congreso cada dos años y presidencial cada cuatro. Es lo que ocurrirá en 2023. En Perú conviven la crisis política casi continua con la estabilidad de sus autoridades económicas. No es el caso argentino. ¿Cómo prepararnos, entonces, para el año que está por comenzar?

Al respecto consulté al estadounidense Richard Vincent Gilbert (1902-1985), quien a partir de 1939 trabajó como asesor económico del secretario de Comercio Harry Hopkins –estrecho colaborador del presidente Franklin Delano Roosevelt–, y fue director de investigaciones y administrador de la Oficina de Administración de Precios. Según Walter Salant, “tenía liderazgo inspirador, originalidad analítica y poder de persuasión, lo cual lo convirtió en el destacado y olvidado héroe de la política económica americana en la Segunda Guerra Mundial”.

–¿Qué hizo usted, en concreto?

–Lideré los estudios para estimar el producto potencial de Estados Unidos y con Robert Roy Nathan persuadimos a Hopkins, y a través suyo al presidente Roosevelt, de levantar la puntería en cuanto a la capacidad de producción de aviones y barcos de carga. Como consecuencia de nuestra acción, la producción de aviones pasó de 60.000 en 1942 a 125.000 en 1943; la de tanques, de 45.000 en 1942 a 75.000 en 1943, y la de barcos de carga de 1,1 millones de toneladas a 6 millones en 1942 y a 10 millones en 1943. No nos involucramos con la operatoria, sino con las grandes líneas: el congelamiento general de precios y el programa de siete puntos de la primavera de 1942; la pelea por la estabilización de los salarios en el otoño de ese año; la orden de “mantener la línea” de abril de 1943 con el programa de subsidios que la hizo factible, y la reconversión de los programas de precios y salarios en 1945.

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–¿Cómo orientar las decisiones durante el último año de gobierno del presidente Alberto Ángel Fernández en la Argentina?

–La toma de decisiones de cada uno de ustedes depende de la política local en general y de la política económica en particular, pero no ignoren el escenario internacional, que sigue dominado por la invasión rusa a Ucrania, que lamentablemente sigue pintando para largo. Lo cual tiene implicancias sobre los precios internacionales de productos primarios y energéticos, cruciales en el comercio internacional de Argentina.

–Entiendo, siga.

–En todos los países democráticos hay elecciones y, por consiguiente, hay períodos preelectorales y debilidades por parte del gobierno que se va. 2019 es un ejemplo contundente, porque a partir de las PASO y durante cuatro meses coexistieron las autoridades formales, las que se estaban yendo y las que se pensaba que iban a llegar.

–Podemos usar la rica experiencia, entonces.

–Recordando siempre que la historia no se repite de manera calcada, porque si esto ocurriera deberíamos meter todo el pasado en una computadora, hacerle preguntas y juntarnos con las mejores respuestas posibles.

–¿Qué especificidad tiene 2023 con respecto a los otros ejemplos de fin de gobierno?

–La primera peculiariedad es que en 2019 la vicepresidenta de la Nación eligió el candidato a presidente. ¿A quién prestarle atención, en busca de pistas, en estas condiciones? No les resultó fácil responder este interrogante, ni a los argentinos ni a los funcionarios del gobierno. Además de lo cual, está la declaración de Cristina Fernández de Kirchner, de que no se presentará a ningún cargo en las próximas elecciones.

–No me diga que usted cree en la veracidad de ese anuncio.

–Calma. Ustedes, los argentinos, se creen muy listos, y por consiguiente, no la toman en serio. Pero, particularmente si yo fuera un dirigente político del oficialismo, estaría muy atento a la dinámica que desató el referido anuncio.

–¿Qué cabe esperar de la macro y de la acción estatal en el último año del actual gobierno?

–No pidamos imposibles, como pronosticar lo que habrá de ocurrir. Más útil para el decisores conjeturar qué cabe esperar de la toma de decisiones públicas que afectan las decisiones privadas.

–También me sirve.

–Lo mejor que les puede ocurrir a ustedes en 2023 es que el año que está por comenzar sea olvidable. Un año en el cual gastemos enorme cantidad de energías en sobrevivir a “esto”: la inflación, el nivel de actividad, el empleo, la pobreza, etcétera.

–Si esto es lo mejor, ¿qué es lo peor?

–Que tengan que enfrentar algún shock, como una hiperinflación o el impacto de la sequía en términos de caída en el volumen –y presumiblemente del valor– de las exportaciones.

–¿Cómo hay que tomar decisiones, sobre la base de lo mejor o de lo peor?

–Sobre la base de lo mejor. Lo cual no quiere decir estar distraídos, sino alertas. Por ejemplo, atender a los clientes con la radio prendida, no sea cosa que el comprador quiera duplicar las ventas y uno acceda creyendo que es “Gardel”, y resulta que se desató una hiperinflación.

–¿Cómo ve a los funcionarios encargados del área económica del Poder Ejecutivo, ahora y con vistas al año próximo?

–Ajustados a la realidad que les tocó en suerte. Al respecto, es más fácil explicar por qué Sergio Massa aceptó ser ministro de Economía de la Nación, que por qué Gabriel Rubinstein aceptó secundarlo. Pero ya están subidos al bote, así que sigamos.

–Lo escucho.

–Cuando sos ministro de Economía de un gobierno que está al final de su período, tenés que plantear objetivos modestos de política económica, porque contás con muy pocos instrumentos para lograrlos. Es lo que parece que están haciendo con un Massa concentrado en “atajar penales”, nacionales e internacionales, y un Rubinstein ocupándose de la factura e implementación de la política económica.

–Todo bien, pero lanzaron los “precios justos”.

–Ya sé lo que me va a decir: que cualquier alumno de economía destrozaría tanto la nomenclatura como la decisión de que, en un contexto inflacionario como el que ustedes están viviendo, algunas empresas se comprometieron a congelar sus precios por cuatro meses y aumentar no más de 4% mensual los del resto de los productos que elaboran. Les doy el beneficio de la duda, porque comprendo lo difícil que es hacer algo, en la Argentina actual, pero mejor que abandonen el programa si la tasa de inflación mensual sigue comenzando con “6″.

–Sintetizando, ¿sobre qué bases hay que adoptar las decisiones, durante el año próximo?

–No sea pretencioso, De Pablo. Hablemos de cómo hay que adoptar las decisiones en el inicio de 2023. Como dije, en base a que esto sigue así, pero, como también indiqué, atendiendo a los clientes con la radio prendida.

–Don Richard, muchas gracias.