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Estríperes llegan a un acuerdo sindical con un club nocturno de California tras una larga batalla

Bailarinas y sus simpatizantes durante una manifestación fuera de Star Garden, un club de estriptís en North Hollywood, California, el 5 de noviembre de 2022. (Jenna Schoenefeld/The New York Times).
Bailarinas y sus simpatizantes durante una manifestación fuera de Star Garden, un club de estriptís en North Hollywood, California, el 5 de noviembre de 2022. (Jenna Schoenefeld/The New York Times).

Durante gran parte del año pasado, un grupo de mujeres estríperes de un club nocturno de California llamado Star Garden expresaron inquietudes respecto a su seguridad, como clientes que las manoseaban y un escenario al que se le daba muy poco mantenimiento, así como represalias por parte de sus gerentes cuando denunciaban estos problemas. Las quejas llevaron a las bailarinas a manifestarse fuera del club y buscar un voto sindical.

Sin embargo, aunque el apoyo para el sindicato parecía sólido en las elecciones del otoño pasado, los resultados se retrasaron durante meses mientras ambos bandos litigaban el derecho a sindicalizarse de las bailarinas. Mientras tanto, el club, ubicado en North Hollywood, se declaró en quiebra.

Ahora, bajo un conjunto de acuerdos finalizados el lunes, Star Garden abandonó sus impugnaciones respecto a la votación y aceptó trabajar con el sindicato, lo cual sienta las bases para que las bailarinas se unan al sindicato de actores y directores de escena con cien años de existencia: la Asociación de Equidad de Actores. Eso al parecer las convierte en las primeras estríperes que se sindicalizan en Estados Unidos desde la década de 1990.

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Kate Shindle, la presidenta del sindicato, declaró que la victoria podría ayudar a promover los derechos de las trabajadoras en una industria donde abunda la explotación y los peligros físicos.

“Sentimos que podíamos ayudarles”, dijo Shindle en una entrevista durante las elecciones por correo del año pasado. “Las cuestiones que ya observamos en las negociaciones de los contratos y su cumplimiento también son temas que enfrentan estas bailarinas: interacción con el público, escenarios inseguros, vidrios rotos, acoso sexual”.

En un comunicado, Star Garden declaró que había “llegado a una resolución de todas las disputas” con la Junta Nacional de Relaciones Laborales, el sindicato y las trabajadoras, y que está “comprometido a negociar de buena fe con la Asociación de Equidad de Actores, un acuerdo de negociación colectiva único en su tipo que sea justo para todas las partes”.

Las bailarinas de Star Garden comentaron que lo que las motivó a sindicalizarse fueron las condiciones laborales inseguras en las que clientes embriagados tenían permitido toquetearlas, además del hecho de que se les prohibió trabajar en el club cuando expresaron sus inquietudes. Algunas mencionaron que el espacio físico a menudo era peligroso, ya que, por ejemplo, en el escenario había clavos salidos y agujeros, y en el suelo había vidrios rotos.

“Me han levantado y cargado sin que ningún guardia de seguridad intervenga”, contó una bailarina cuyo nombre artístico es Lilith. Ella y otras bailarinas pidieron no ser identificadas con sus nombres legales por miedo a ser víctimas de acoso o abuso.

Otra bailarina, que usa el sobrenombre de Velveeta, relató que el club ponía a las estríperes en riesgo al permitir que los clientes se quedaran hasta después de la hora de cierre. “Los clientes se quedan y ven el dinero que ganamos, el efectivo que nos llevamos”, comentó. “Fácilmente podrían seguirnos hasta nuestros autos y acecharnos”.

Las bailarinas se manifestaron frente al club casi todos los fines de semana en los meses previos a las elecciones, y anunciaron frases como “heroínas de la clase que hace ‘twerk’” y “revolución francesa” a un grupo creciente de simpatizantes en redes sociales. En un momento dado, el guitarrista Tom Morello de Rage Against the Machine hizo acto de presencia y ofreció un poco de entretenimiento musical.

Las protestas parecieron producir el resultado deseado: en la noche del sábado antes del conteo programado de votos en noviembre, una multitud de unas decenas de personas se reunió fuera del club para ver cómo ningún cliente entró ni salió durante más de 90 minutos. El club operó algunas semanas con una pequeña cantidad de trabajadoras sustitutas.

En diciembre, Star Garden se declaró en bancarrota.

Desde hace años, estríperes y otros trabajadores sexuales se han organizado para protestar contra las condiciones laborales y ejercer presión para instaurar cambios en las políticas públicas, como exigir que se instalen botones de pánico obligatorios y otras medidas de seguridad o despenalizar o regular ciertas actividades, como los masajes eróticos.

El activismo pareció crecer cuando la convulsión económica de la pandemia hizo que el trabajo sexual fuera una opción de último recurso para algunas personas al tiempo que proliferaban las inquietudes con respecto a la seguridad.

La toma de conciencia racial que desató el asesinato de George Floyd también puso de manifiesto la discriminación racial galopante en la industria.

La movilización en Star Garden comenzó a principios del año pasado luego de que el club rompió su relación con dos bailarinas en lo que ellas describen como una venganza por haber hablado sin reservas sobre sus preocupaciones de seguridad y privacidad. Una de las bailarinas, cuyo sobrenombre artístico es Reagan, dijo que fue despedida tras quejarse de que un cliente se había vuelto posesivo y criticar al club por no pedirles a los clientes que se fueran a la hora que cierra el establecimiento.

En marzo de 2022, más de una decena de bailarinas firmaron una petición dirigida a los gerentes que describía un lugar de trabajo “lleno de hombres agresivamente borrachos que rebasan nuestros límites personales y a menudo nos asustan”, y solicitaba a la gerencia implementar mejores medidas de seguridad, como dejar de servir alcohol a los clientes ebrios. Las bailarinas dicen que los gerentes no las dejaron entrar al club poco después de que presentaron la petición, la cual también solicitaba la recontratación de las dos bailarinas despedidas.

Un abogado que representa al club declaró en otoño que Star Garden había cumplido con todas las leyes de trabajo estatales y federales.

En julio, las bailarinas se reunieron con Shindle, la presidenta de la Asociación de Equidad de Actores, y otros funcionarios del sindicato. La asociación estaba empezando a invertir en la organización de trabajadores no sindicalizados tras haberse abstenido de hacerlo durante años, y a los funcionarios les emocionó la posibilidad de representar a las bailarinas.

“Sentimos que ya era hora de que esto sucediera, lo cual significa que quizá debió suceder hace unos 10 o 15 años, al menos”, expresó Shindle.

Las trabajadoras presentaron una solicitud para celebrar una votación que les permitiera unirse al sindicato en agosto.

Los resultados iniciales de la votación fueron inconclusos. La Junta Nacional de Relaciones Laborales permitió que votaran unas 20 trabajadoras que afirmaron que se les había prohibido entrar al club durante meses, y luego dedicó meses a tratar de determinar su admisibilidad.

Conforme al acuerdo que se firmó el lunes, Star Garden retirará su argumento de que las trabajadoras nunca fueron empleadas, sino empresarias independientes que no tenían derecho a votar, lo cual permitirá que el conteo de votos continúe en los próximos días.

Si el sindicato gana, como lo prevén ambos bandos, la empresa buscará la manera de anular su declaración de quiebra, y las trabajadoras, que son acreedoras en la declaración, no se opondrán a la anulación. La empresa recontratará a ocho trabajadoras y agregará al resto a una lista preferencial de contratación. También les dará a las bailarinas una remuneración retroactiva y accederá a comenzar las negociaciones 30 días después de la certificación de los resultados de la votación.

c.2023 The New York Times Company