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Llegó la era ‘Ella’ de la IA

SAN FRANCISCO — Una inteligencia artificial realista con voz suave y seductora encanta e impresiona a sus usuarios humanos: coquetea, cuenta chistes, satisface sus deseos y acaba conquistándolos.

Estoy resumiendo el argumento de la película de 2013 “Ella”, en la que un introvertido solitario llamado Theodore, interpretado por Joaquin Phoenix, es seducido por una asistente virtual llamada Samantha, con la voz de Scarlett Johansson.

Sin embargo, también podría estar describiendo la escena del lunes, cuando OpenAI, empresa creadora de ChatGPT, presentó una versión actualizada de su asistente de voz con inteligencia artificial en un evento en San Francisco.

El nuevo modelo de la empresa, llamado GPT-4o (la o significa “omni”), permitirá a ChatGPT hablar con los usuarios de una manera mucho más realista, detectando emociones en sus voces, analizando sus expresiones faciales y cambiando su propio tono y cadencia en función de lo que quiera el usuario. Si le pides un cuento para dormir, puede bajar la voz a un susurro. Si necesitas el consejo de un amigo descarado, puede hablar en un tono juguetón y sarcástico. Incluso puede cantar.

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La nueva función de voz, que los usuarios de ChatGPT podrán empezar a utilizar gratis en las próximas semanas, suscitó de inmediato comparaciones con Samantha de “Ella”. (Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, que ha elogiado la película, publicó su título en la red social X tras el anuncio del lunes, haciendo la conexión casi oficial).

En las redes sociales, los usuarios aplaudieron la llegada de un asistente de voz que por fin los entenderá, o al menos fingirá que lo hace.

En una serie de demostraciones en directo, los empleados de OpenAI mostraron las nuevas capacidades de ChatGPT. Uno de ellos pidió a ChatGPT que le leyera un cuento y luego se lo volviera a leer de con más dramatismo, con la voz de un robot. (“Iniciando voz robótica dramática”, respondió). Otro le pidió que cantara “Feliz cumpleaños”. ChatGPT se desenvolvió bien en ambas tareas, y también cuando los empleados le pidieron que sirviera de intérprete entre idiomas.

No obstante, lo mejor de todo fue la manera en que cambiaba la voz de ChatGPT. En un momento era una soprano cantarina. Al siguiente, se convertía en una cadenciosa contralto. Hacía pausas para crear efecto, se reía de sus propios chistes y añadía frases de relleno como “hmm” y “a ver” para dar más realismo. Sonaba más humano que algunos humanos que conozco.

Durante años, los asistentes de voz de IA se han visto limitados por su incapacidad para captar los matices de la conversación, como el tono y el afecto emocional. Las voces sintéticas de IA, como las de Siri y Alexa, tienden a ser planas e impersonales; suenan igual tanto si dan la previsión del tiempo para mañana como si te dicen que las galletas están hechas.

Y como lo descubrí hace poco cuando pasé un mes hablando con un grupo de “amigos” de IA, un gran problema de los modelos actuales es la velocidad. Es difícil olvidar que estás hablando con un robot cuando cada respuesta tiene un retraso de tres segundos.

OpenAI ha abordado el problema de la latencia dotando a GPT-4o de lo que se conoce como “soporte multimodal nativo”, es decir, la capacidad de recibir indicaciones de audio y analizarlas directamente, sin convertirlas primero en texto. Esto ha hecho que sus conversaciones sean más rápidas y fluidas, hasta el punto de que, si las demostraciones de ChatGPT son correctas, la mayoría de los usuarios apenas notarán retraso alguno.

Todo esto se traduce en una experiencia subjetiva muy diferente. Si los anteriores asistentes de inteligencia artificial daban la sensación de estar hablando con un bibliotecario desapasionado, el nuevo ChatGPT parece un compañero de trabajo simpático y hablador (aunque de vez en cuando suelte tonterías, pero todos conocemos a alguien que hace eso, ¿no?).

Esas demostraciones, junto con otras noticias sobre IA de los últimos días —incluidos los reportes de que Apple está en conversaciones con OpenAI para utilizar su tecnología en el iPhone y está preparando una nueva versión de Siri basada en IA generativa— indican que la era del ayudante de IA distante e impersonal está llegando a su fin.

En su lugar, tendremos chatbots inspirados en Samantha de “Ella”, con inteligencia lúdica, intuición emocional básica y una amplia gama de modos expresivos.

Puede que a algunos usuarios les cause rechazo. Pero muchos llegarán a amar y apreciar la nueva generación de asistentes de IA, y algunos se enamorarán inevitablemente, como Theodore.

En mi opinión, el detalle más revelador de la demostración del lunes fue el modo en que los empleados de OpenAI han empezado a hablar con ChatGPT. Lo antropomorfizan sin parar y lo tratan con deferencia: a menudo le preguntan: “Hola, ChatGPT, ¿qué tal?” antes de acribillarlo a preguntas. Le aplauden cuando acierta una respuesta difícil, del mismo modo que se anima a un niño precoz. Un empleado de OpenAI incluso escribió “Amo a ChatGPT” en un trozo de papel y se lo enseñó a ChatGPT a través de la cámara de su teléfono. (“¡Qué tierno eres!”, respondió ChatGPT).

Se trata de expertos en IA que saben muy bien que están invocando predicciones estadísticas de una red neuronal, no hablando con un ser sensible. Y puede que algo de eso sea espectáculo. Pero si los propios empleados de OpenAI no pueden resistirse a tratar a ChatGPT como a un ser humano, ¿es un misterio saber si el resto de nosotros lo hará?

Después de todo, los usuarios ya intentaban engañar a ChatGPT para que actuara como su novio, incluso antes de la actualización. Y mi reciente experimento con amigos de IA me demostró que la tecnología necesaria para crear compañeros de IA realistas ya existe, aunque la ejecución aún no sea perfecta.

En cierto modo, la elección de modelar un chatbot a partir de Samantha de “Ella” es extraña. La película no es una utopía sobre la compañía de la IA y termina —¡alerta sobre el final!— con Samantha rompiéndole el corazón a Theodore.

No obstante, a pesar del mensaje de advertencia de la película, ya no hay vuelta atrás. Tras el anuncio del lunes, un empleado de OpenAI publicó, quizás de manera un tanto inquietante: “Se van a enamorar”.

c.2024 The New York Times Company