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Impuesto a las ganancias: ¿todos somos iguales ante la ley?

- Créditos: @Shutterstock
- Créditos: @Shutterstock

Hay seres humanos lindos y feos, muy y poco inteligentes, esforzados y vagos, amantes y aversos al riesgo, amables y no tanto, solitarios y sociables, etcétera. Según las investigaciones, ni siquiera los mellizos y los gemelos se parecen. Pero si esto es así, ¿qué sentido tiene afirmar que “somos todos iguales ante la ley… del impuesto a las ganancias”?

Al respecto conversé con el belga Lambert Adolphe Jacques Quetelet (1796-1874), quien se carteaba con Thomas Robert Malthus y también con Nassau William Senior. Su opinión me interesa porque formalizó la idea de la persona promedio. “A mediados del siglo XIX, calcular promedios implicó un gran avance del conocimiento. Alfred Marshall introdujo al agente representativo en la teoría económica, una idea útil en 1890″, sostuvo James Joseph Heckman. Esto es particularmente importante porque Heckman recibió el Premio Nobel en Economía, precisamente por haber mostrado las implicancias de la heterogeneidad en la conducta humana.

–Usted no puede ser tan tonto como para ignorar que los seres humanos somos diferentes. ¿Para qué sirve la idea de persona promedio?

–Obviamente, pero pensé que promediando varios aspectos de la realidad podría aprenderse mucho de la sociedad. El análisis estadístico no sirve para sacar conclusiones referidas a una persona individual, por lo cual, las tablas de mortalidad no sirven para saber cuándo va a fallecer una persona específica. El libre albedrío existe, pero tiene límites, y la acción humana siempre está influida por condiciones sociales y circunstancias. Lo mío no fue perfecto, pero era mejor que la mera descripción verbal de la heterogeneidad.

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–¿Solo le prestó atención al promedio?

–También a los extremos. La persona promedio es un concepto específico para cada país y para cada época. No existe tal cosa como una persona promedio universal. A lo largo del tiempo se producen cambios, debidos a la inteligencia humana. No solamente cambian los promedios, sino que la distancia entre los extremos se achica, lo cual implica que la gente se vuelve cada vez menos distinguible a lo largo de la historia.

–Heckman no es más inteligente que usted. ¿Por qué avanzó sobre sus ideas?

–Porque a partir de la segunda mitad del siglo XX se ha recolectado muchísima información sobre personas, empresas, grupos, encontrando siempre tremenda variabilidad. La microeconometría nació como respuesta a los fracasos empíricos del enfoque agregado. El descubrimiento más importante es la heterogeneidad y la diversidad de la vida económica. La figura del consumidor representativo no tiene fundamento empírico. La inspección de datos de sección cruzada muestra que personas que son idénticas desde otros ángulos adoptan decisiones distintas, ganan salarios diferentes y mantienen distintas composiciones en sus portafolios. Por eso es preferible utilizar los datos en panel.

–Una porción de los diputados acaba de descubrir que no todos los jueces pagan impuesto a las ganancias, y pretenden terminar con esa excepción. Desde el punto de vista estrictamente tributario, ¿tiene sentido esa eliminación?

–No me pida que me inmiscuya en las motivaciones políticas que rodean la iniciativa, pero el caso es interesante porque vuelve a plantear la cuestión de las reglas versus la discrecionalidad, para aplicar a universos cuyos componentes son diferentes.

–Lo escucho.

–Próximos al Mundial de Qatar, y en un país tan futbolero como el suyo, quiero plantear la siguiente cuestión: un jugador (no el arquero, obviamente) toca la pelota con la mano, dentro del área penal, y tanto el árbitro como el VAR sancionan el tiro desde los 12 pasos. El jugador reconoce lo que hizo, pero dice que no se dio cuenta de lo que hacía, porque tenía un ser querido en terapia intensiva. Es claro que su psiquis no funciona igual que la de otro jugador, que no está atravesando esa crisis. ¿Está bien o mal que el reglamento del fútbol sancione el hecho, independientemente del estado anímico del jugador?

–Lo único que falta es introducir esta discrecionalidad en los partidos de fútbol.

–De acuerdo, pero esto es lo que hacen todos los días los legisladores y los funcionarios a los cuales les encanta “toquetear” el sistema impositivo. Como regla general, los economistas preferimos las reglas a la discrecionalidad, no porque ignoremos que los seres humanos son diferentes, sino por la extrema dificultad de crear criterios objetivos, que permitan justificar la excepción a una regla, sumada a la dificultad de verificación de que los contribuyentes no están mintiendo en el usufructo de determinada excepción.

–Pero, entonces, ¿las excepciones deberían ser intocables?

–No, pero ayudaría a despejar la sospecha puramente política o de venganza que todas las excepciones se pusieran sobre una misma mesa, para poder analizarlas de manera simultánea. Y si esto ocurriera ustedes, argentinos, se llevarían más de una sorpresa.

–¿Por qué lo dice?

–Porque son tantas y tan variadas, que ningún ciudadano puede imaginar el resultado neto de la eliminación de todas las excepciones.

–¿Cómo llegamos a la situación actual?

–En buena medida, por yuxtaposición de iniciativas y por la propia dinámica decisoria dentro del sector público. Las mujeres elegibles para recibir la caja PAN, introducida en el gobierno presidido por Raúl Ricardo Alfonsín, eran inicialmente pocas miles, pero se terminaron distribuyendo millones de cajas PAN. Porque la línea divisoria entre las mujeres elegibles y las otras es finita y, por consiguiente, la tentación a extender el beneficio es grande.

–Una revisión general de las excepciones al pago de los impuestos a las ganancias, del IVA, etcétera, ¿no es una invitación a que se unan todos los beneficiarios y frenen la iniciativa?

–No lo puedo descartar, pero de repente el próximo gobierno, con mayor credibilidad que el actual, está en condiciones de hacerlo y de encuadrar dicha revisión, dentro de una política económica general, orientada en el mismo sentido. Porque junto a las excepciones en materia tributaria están las promociones sectoriales y regionales, los diferentes regímenes jubilatorios, la enorme dispersión en materia de trabas a la importación de mercaderías, etcétera.

–¿Qué cabe esperar que hagan los perjudicados por la revisión de las excepciones?

–Depende de la credibilidad que despierte en la población, el gobierno que la diseñe y la implemente. Si a los ojos de los afectados, aparece como un gobierno débil, y por consiguiente la medida luce transitoria, inducirá a los perjudicados a resistir; mientras que si el próximo gobierno resulta creíble y, por ende, la reforma pinta como que llegó para quedarse, inducirá a los perjudicados a ajustarse.

–Don Lambert, muchas gracias.