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Opinión: Los premios para la tecnología beneficiosa de 2023

Brindando por un año de innovaciones (y algunos fracasos) en Silicon Valley y más allá. (Tim Enthoven/The New York Times).
Brindando por un año de innovaciones (y algunos fracasos) en Silicon Valley y más allá. (Tim Enthoven/The New York Times).

SAN FRANCISCO — En la industria tecnológica, 2023 fue un año de transformación.

Impulsados por el éxito de ChatGPT, la gran estrella tecnológica del año pasado, los gigantes de Silicon Valley se apresuraron a convertirse en empresas de inteligencia artificial, introduciendo funciones de IA generativa en sus productos y apresurándose a crear sus propios modelos de IA más potentes. Lo hicieron mientras navegaban por una economía incierta en el sector tecnológico, con despidos y cambios de dirección abundantes, mientras intentaban mantener a flote sus vetustos modelos de negocio.

No todo salió bien. Hubo chatbots que se portaron mal, problemas con las criptomonedas y quiebras bancarias. Y luego, en noviembre, el fabricante de ChatGPT, OpenAI, se desintegró (y se reconstituyó rápidamente) a causa de un golpe de Estado fallido en el directorio, lo cual demostró de una vez por todas que en el sector tecnológico no existe eso de dormirse en los laureles.

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Cada diciembre, en mi columna Good Tech Awards, intento neutralizar mi propio sesgo negativo destacando algunos proyectos tecnológicos menos conocidos que me parecen beneficiosos. Este año, como verás, muchos de los premios tienen que ver con la inteligencia artificial, pero mi objetivo era eludir los debates polarizados sobre si la IA destruirá el mundo o lo salvará y centrarme en el aquí y ahora. ¿Para qué sirve hoy la IA? ¿A quién ayuda? ¿Qué tipo de avances importantes se están logrando ya, en los que la IA es un catalizador?

Como siempre, mis criterios de concesión son vagos y subjetivos, y no hay trofeos ni premios en juego. Se trata solo de pequeños elogios personales a algunos proyectos tecnológicos que considero de valor real y evidente para la humanidad en 2023.

Premios para Be My Eyes, Apple y los investigadores de la Universidad de Texas en Austin, por mejorar la accesibilidad a través de la IA.

La accesibilidad, es decir, hacer que los productos tecnológicos sean más fáciles de usar para las personas con discapacidad, ha sido un área de mejora infravalorada este año. Varios avances recientes en IA —como los modelos multimodales de IA que pueden interpretar imágenes y convertir texto en voz— han permitido a las empresas tecnológicas crear nuevas funciones para usuarios discapacitados. En mi opinión, este es un uso inequívocamente positivo de la IA y un ámbito en el que la vida de las personas ya está mejorando de manera significativa.

Le pedí a Steven Aquino, periodista independiente especializado en tecnología accesible, que me recomendara sus principales innovaciones en accesibilidad para 2023. Me recomendó Be My Eyes, una empresa que fabrica tecnología para personas con problemas de visión. En 2023, Be My Eyes anunció una función conocida como Be My AI, basada en la tecnología de OpenAI, que permite a las personas ciegas o con discapacidades visuales apuntar con la cámara de su teléfono inteligente a un objeto y obtener una descripción del mismo en lenguaje natural.

Aquino también me habló de la nueva función Personal Voice de Apple, integrada en iOS 17 y que utiliza tecnología de clonación de voz por IA con el fin de crear una versión sintética de la voz del usuario. Esta función está pensada para personas que corren el riesgo de perder la capacidad de hablar, como las que han sido diagnosticadas recientemente de esclerosis lateral amiotrófica u otra enfermedad degenerativa, y les permite conservar su voz para que sus amigos, familiares y seres queridos puedan oírla en el futuro lejano.

Añadiré otra prometedora innovación en accesibilidad: un equipo de investigación de la Universidad de Texas en Austin anunció este año que había utilizado la IA para desarrollar un “decodificador de lenguaje no invasivo” que puede traducir los pensamientos en voz, es decir, leer la mente de las personas. Este tipo de tecnología, que utiliza un modelo lingüístico de IA para descodificar la actividad cerebral a partir de escáneres de resonancia magnética funcional, suena a ciencia ficción. Pero podría facilitar la comunicación a personas con pérdida del habla o parálisis. Y no hace falta poner un chip de inteligencia artificial en el cerebro, lo cual es una ventaja añadida.

Premios para Vertex Pharmaceuticals y CRISPR Therapeutics, por darle un buen uso a la edición genética.

Cuando CRISPR, la herramienta de edición genética ganadora del premio Nobel, irrumpió en la conciencia pública hace una década, los agoreros predijeron que podría conducir a un mundo distópico de “bebés de diseño” editados genéticamente y experimentos eugenésicos de pesadilla. En lugar de ello, la tecnología ha permitido a los científicos realizar progresos constantes en el tratamiento de una serie de enfermedades desgarradoras.

En diciembre, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) aprobó la primera terapia de edición genética para humanos: un tratamiento para la anemia falciforme, denominado Exa-cel, desarrollado conjuntamente por Vertex Pharmaceuticals de Boston y CRISPR Therapeutics de Suiza.

Exa-cel utiliza CRISPR para editar el gen responsable de la anemia falciforme, una enfermedad debilitante de la sangre que afecta a casi 100.000 estadounidenses, la mayoría de raza negra. Aunque sigue siendo tremendamente caro y difícil de administrar, el tratamiento ofrece nuevas esperanzas a los pacientes con anemia falciforme que tienen acceso al mismo.

Premios para Brent Seales, Nat Friedman y Daniel Gross, por usar la IA con el fin de revelar los secretos de la antigüedad.

Una de las entrevistas más divertidas que hice en mi pódcast este año fue a Brent Seales, profesor de la Universidad de Kentucky que lleva dos décadas intentando descifrar un conjunto de antiguos manuscritos en papiro conocidos como los papiros herculanos. Los rollos, que pertenecían a una biblioteca del suegro de Julio César, quedaron enterrados bajo una montaña de ceniza en el año 79 d. C. durante la erupción del Vesubio. Estaban tan carbonizados que no podían abrirse sin estropearlos.

Ahora, la IA ha hecho posible leer estos pergaminos sin abrirlos. Y este año, Seales se asoció con dos inversores en tecnología, Nat Friedman y Daniel Gross, para lanzar el Desafío del Vesubio, que ofrece premios de hasta un millón de dólares a quien consiga descifrar los pergaminos.

Aún nadie se ha ganado el gran premio. Pero el concurso despertó un frenesí de interés entre los aficionados a la historia y este año un estudiante de Informática de 21 años, Luke Farritor, ganó un premio intermedio de 40.000 dólares por descifrar una sola palabra —“púrpura”— de uno de los pergaminos. Me encanta la idea de utilizar la IA para desentrañar la sabiduría del pasado antiguo y me encanta el espíritu público de este concurso.

Premio a Waymo, por adoptar un ritmo lento hacia la conducción autónoma.

En 2023, pasé mucho tiempo viajando por San Francisco en vehículos autónomos. Los taxis robóticos son una tecnología controvertida —y aún quedan muchos problemas por resolver—, pero en general me convence la idea de que, en última instancia, los vehículos autónomos harán que nuestras carreteras sean más seguras al sustituir a los falibles y distraídos conductores humanos por choferes de inteligencia artificial siempre alerta.

Cruise, una de las dos empresas que ofrecían viajes en taxi robot en San Francisco, ha sufrido una implosión en los últimos días, después de que uno de sus vehículos golpeó y arrastró a una mujer que había sido atropellada por otro auto. Los organismos reguladores de California afirmaron que la empresa los había engañado sobre el incidente; Cruise retiró sus autos de las calles y su entonces director ejecutivo Kyle Vogt dimitió.

Pero no todos los vehículos autónomos son iguales, y este año agradecí el método relativamente lento y metódico adoptado por el competidor de Cruise, Waymo.

Waymo, que se escindió de Google en 2016, lleva más de una década acumulando kilómetros en carreteras públicas y se nota. La media decena de trayectos que hice en autos de Waymo este año me parecieron más seguros y fluidos que los de Cruise. Y los datos de seguridad de Waymo son convincentes: según un estudio que la empresa realizó con Swiss Re, una firma de seguros, en 3,8 millones de kilómetros de conducción autónoma, los autos de Waymo tuvieron significativamente menos probabilidades de causar daños materiales que los vehículos conducidos por humanos y no provocaron ninguna reclamación por lesiones corporales.

Voy a poner las cartas sobre la mesa: me gustan los vehículos autónomos y creo que la sociedad estará mejor cuando su uso sea generalizado. Pero tienen que ser seguros y el método lento y constante de Waymo parece más adecuado para la tarea.

Premios al Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, por gestionar la transición hacia la IA en Estados Unidos.

Una de las tendencias tecnológicas más sorprendentes —y, en mi opinión, alentadoras— de 2023 fue ver cómo los gobiernos de todo el mundo se implicaban en intentar comprender y regular la IA.

Pero toda esa implicación requiere trabajo y, en Estados Unidos, gran parte de ese trabajo ha recaído en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, una pequeña agencia federal que antes era más conocida por cosas como asegurarse de que los relojes y las básculas estuvieran bien calibrados.

La orden ejecutiva del gobierno de Biden sobre inteligencia artificial, publicada en octubre, designó al NIST como una de las principales agencias federales responsables de vigilar el progreso de la IA y mitigar sus riesgos. La orden instruye a la agencia que, entre otras cosas, desarrolle métodos para comprobar la seguridad de los sistemas de IA, elabore ejercicios para ayudar a las empresas de IA a identificar usos posiblemente nocivos de sus productos e investigue y cree directrices para poner marcas de agua a los contenidos generados por IA.

El NIST, que emplea a casi 3400 personas y tiene un presupuesto anual de 1240 millones de dólares, es minúsculo en comparación con otras agencias federales que realizan trabajos de seguridad críticos. (A escala: el Departamento de Seguridad Nacional tiene un presupuesto anual de casi 100.000 millones de dólares). Pero es importante que el gobierno desarrolle sus propias capacidades de IA para regular eficazmente los avances que están haciendo los laboratorios de IA del sector privado y tendremos que invertir más en el trabajo que están haciendo el NIST y otras agencias para tener una oportunidad de luchar.

Feliz Navidad y hasta el año que viene.

c.2023 The New York Times Company