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¿Qué pasó con todos tus amigos de Zoom?

¿Qué pasó con todos tus amigos de Zoom? Se perdieron en este momento extraño, en el que el mundo está atrapado entre la crisis y la normalidad, entre la nostalgia por las fiestas en casa y también por la aplicación Houseparty. (Antoine Doré/The New York Times)
¿Qué pasó con todos tus amigos de Zoom? Se perdieron en este momento extraño, en el que el mundo está atrapado entre la crisis y la normalidad, entre la nostalgia por las fiestas en casa y también por la aplicación Houseparty. (Antoine Doré/The New York Times)

Un día del año pasado, Julie Gauthier entró a Twitter para hacer una confesión. Escribió: “Opinión poco popular: no estoy harta de Zoom y extraño las horas felices y las noches de juego en Zoom. Me siento más aislada ahora de lo que me sentía cuando todas mis amistades se tomaban el tiempo de chatear en línea al inicio de la pandemia”.

Gauthier, de 30 años, había estado viendo fotografías antiguas y encontró una captura de pantalla de una de las horas felices virtuales que había tenido con sus amistades en los primeros días de las restricciones por la COVID. En ese periodo, en que vivía sola y trabajaba de manera remota como ingeniera de software en la ciudad rural de Coventry, Connecticut, la extrovertida joven, como ella misma se describe, aprovechaba cada oportunidad de contacto humano que podía obtener.

¿Noches virtuales de trivia? Ella se apuntaba. ¿Fabricación de máscaras a través de Zoom con miembros del espacio de un fabricante local? ¿Por qué no? Conoció en una reunión en línea para trabajadores de la industria tecnológica a una persona con la que forjó una gran amistad y, cuando la banda musical de otro amigo comenzó a transmitir conciertos desde porches mediante Facebook Live, Gauthier vio la emisión en su televisor y se arregló como si hubiera ido a verlos.

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Su mundo entero se había reducido a su hogar, pero, de alguna manera, se sentía completo.

Para cuando se topó con la antigua captura de pantalla de Zoom, plagada con las caras de amigos que casi no había visto desde entonces, lo sentía mucho menos pleno. Aún lo siente así.

Para que quede claro, no es que Gauthier extrañe esos días terribles. Es solo que le hace falta cuánto anhelaba la gente tener una conexión, como si la incapacidad de ver a alguien en persona nos hubiera hecho desear ver a todos, todo el tiempo, por cualquier medio necesario.

¿Qué pasó con todos tus amigos de Zoom? Se perdieron en este momento extraño, en el que el mundo está atrapado entre la crisis y la normalidad, entre la nostalgia por las fiestas en casa y también por la aplicación Houseparty. (Antoine Doré/The New York Times)
¿Qué pasó con todos tus amigos de Zoom? Se perdieron en este momento extraño, en el que el mundo está atrapado entre la crisis y la normalidad, entre la nostalgia por las fiestas en casa y también por la aplicación Houseparty. (Antoine Doré/The New York Times)

Gauthier comentó: “Es solo que ya no estoy conociendo personas con tanta frecuencia y ya no logro estar en contacto con mis amistades tan a menudo”.

A tres años de que la enfermedad fue declarada como pandemia, muchas de las aplicaciones, plataformas y herramientas digitales de las que Gauthier y millones de otras personas dependieron para mantenerse conectadas están batallando para subsistir, reduciéndose o cerrando. Zoom ha recortado al 15 por ciento de su fuerza laboral. Epic Games cerró la aplicación de video en grupo Houseparty a finales de 2021, e incluso los dispositivos Portal de Meta, que tras años de desafíos ganaron gran popularidad en 2020, ya no se producen.

Aquellas aplicaciones que han sobrevivido, incluyendo el videojuego multijugador “Among us”, la aplicación de chat en video Marco Polo y la aplicación de audio en directo Clubhouse, que alguna vez tuvo a millones de personas en su lista de espera, han visto disminuir sus descargas.

Vlada Bortnik, directora ejecutiva de Marco Polo, que incorporó un producto de suscripción de pago en 2020, mencionó: “La vida ajetreada está de vuelta. Para nosotros, el enfoque en realidad se ha convertido en concentrarnos en la gente que de verdad está resonando con lo que estamos haciendo”.

La nostalgia de la hora feliz de Zoom

A medida que las conexiones en línea se han desvanecido y el frenesí ha regresado a la cotidianidad, muchas personas aseguran que su vida social sigue afectada. En una encuesta del Centro de Investigación Pew del año pasado, el 35 de los participantes indicaron que salir y socializar era una prioridad menor ahora de lo que lo era antes de la pandemia. Solo el 21 por ciento aseveró que era una prioridad mayor.

Otro estudio, que analizó más de 7000 respuestas a Understanding America Study (Entendiendo a Estados Unidos), un estudio en curso, reveló que las personalidades no cambiaron mucho en los primeros días de la pandemia, pero que, para el año pasado, las personas jóvenes y de mediana edad en particular se habían vuelto mucho menos extrovertidas, abiertas, afables y esmeradas. Dos años después de iniciada la pandemia, su personalidad había cambiado tanto como suele cambiar en una década.

Angelina Sutin, una profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Florida que dirigió el estudio, señaló que las conexiones digitales pueden haber protegido a las personas de esos cambios en los primeros días de la pandemia.

Sutin indicó: “Las personas todavía se reunían en Zoom. Se estaban poniendo en contacto con la gente y tuvieron noticias de personas de las que no sabían desde hacía 20 años”.

Entonces, de manera gradual, dejaron de hacerlo. Lo que nos lleva a una fase nueva y confusa de la pandemia, atrapados entre la crisis y la normalidad total, en la que hay nostalgia por las fiestas en casa y también por la aplicación Houseparty.

Puede parecer un poco cruel, o por lo menos un poco mala onda, admitir que extrañas algo de esos días en que tantos millones de personas se refugiaban en casa, millones más arriesgaban la vida al ir a trabajar, pasaban por el duelo de haber perdido a un ser querido o tenían dificultades para tener acceso a internet. Nadie quiere volver a eso.

No obstante, así como mucha gente habla del hartazgo de Zoom, muchas personas, como Gauthier, extrañan todas las formas creativas que la gente encontró para conectarse con otros, que han desaparecido al igual que el lavado de los víveres y los desfiles en auto.

Emily Phalen, una investigadora asociada de 25 años de la Universidad de Iowa, opinó: “De alguna manera, todos estábamos a la misma distancia cuando todos estábamos distanciados”. El verano pasado, al invocar a Jackbox Games, tuiteó: “Una noche de Jackbox con mis amigos que viven en distintas partes del país suena maravillosa”.

Ahora, se le dificulta determinar incluso cómo se supone que deben ser las amistades adultas.

Phalen se preguntó: “¿Cuánto tiempo pasan juntos los adultos? ¿Cuánto tiempo pasan hablando? Siempre siento como si debiera ser más tiempo del que le dedico”.

Markie Heideman, un mercadólogo de 25 años en Howell, Míchigan, quien también confesó en Twitter el año pasado que extrañaba las horas felices de Zoom, relató: “Lo que más extraño de ellas es tener a todos en un espacio y ponernos al corriente juntos, a diferencia de solo visitar a un amigo donde sea que se encuentre”.

Heideman confesó: “No diría que ahora soy introvertido, pero sí que definitivamente soy menos abierto”.

Casi 100 personas respondieron a una solicitud de The New York Times para compartir historias sobre cómo ha cambiado su uso de la tecnología para conectarse con otros desde que empezó la pandemia. Sus respuestas parecen una cápsula del tiempo del pasado muy reciente, llena de recuerdos preciados de alegrías sencillas que a duras penas valdría la pena mencionar en tiempos normales: clases de dibujo de figuras en Google Meet y rondas de Picas en línea con familiares lejanos. Juegos de Calabozos y Dragones en Zoom y torneos remotos de beer pong. Una trabajadora social en Washington afirmó estar tan dedicada a su noche quincenal de trivia por Zoom que se conectó desde la cama del hospital tan solo unas horas después de dar a luz a su hijo.

El impulso a la salud mental

Resulta que estas conexiones virtuales no eran solo distracciones de la gravedad de la situación. Hay estudios que demuestran que beneficiaron la salud mental de la gente de modos significativos durante un periodo de aislamiento en la historia humana.

En Italia, donde se impusieron algunos de los primeros y más estrictos confinamientos por COVID, investigadores encuestaron a más de 400 personas en marzo de 2020 para preguntarles con qué frecuencia efectuaban cosas como hacer videollamadas o jugar videojuegos en línea con amigos. En general, descubrieron que entre más se conectaban las personas mediante el uso de estas herramientas, menos solas, enojadas e irritables se sentían.

Alessandro Gabbiadini, un profesor asociado de psicología social en la Universidad de Milán-Bicocca que lideró el estudio, aseguró: “Las personas que continuaron sus relaciones en línea percibieron que conservaron el apoyo social de sus seres queridos”.

Una encuesta similar en Estados Unidos en mayo de 2020 hecha por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles observó qué tipos de conexiones digitales eran las más benéficas. Se reveló que las personas de todas las edades se sentían más satisfechas, en general, con las videollamadas, en comparación con los mensajes de texto o las llamadas telefónicas, y que la satisfacción incrementada con esas formas de comunicación se asociaba con menos sentimiento de soledad.

Jaana Juvonen, psicóloga del desarrollo y autora principal del estudio, señaló: “Fueron en realidad las conexiones satisfactorias lo que aliviaba estas formas de angustia psicológica”. Indicó que los casi 300 participantes fueron en su mayoría mujeres blancas.

Desde entonces, Juvonen ha continuado explorando estas cuestiones con un enfoque en particular en las personas jóvenes en la cima de sus años sociales. El año pasado, en entrevistas con 100 sujetos de veintitantos años, halló que, aunque la pandemia había interferido con el establecimiento de amistades nuevas, ayudó a los jóvenes a reactivar amistades más antiguas y potencialmente más significativas.

Juvonen mencionó: “Eso es mucho más satisfactorio en términos de aliviar la soledad que las posibles conexiones sociales nuevas”.

La mayoría de quienes respondieron a la solicitud del Times afirmaron que estos lazos virtuales habían fortalecido sus relaciones con personas con las que habían perdido el contacto o que habían visto poco antes de la pandemia. Hermanas se unieron mientras hacían un pódcast. Un grupo de antiguos colegas del Zoológico de Central Park se reunieron en Zoom los viernes por la noche. Juegos de “Minecraft” reunieron a un joven de último año de bachillerato con sus amigos de la infancia, y Pranjali Muley escribió que las celebraciones mensuales virtuales de cumpleaños la hicieron sentir como si ella y sus amistades de la universidad “estuvieran de nuevo en el dormitorio”.

Algunas de estas tradiciones forjadas en el aislamiento han perdurado. La mayoría no. ¿Por qué? Los hijos, los traslados al trabajo, la falta de dedicación. Como explicó un participante: “Volvió la vida programada con horarios”.

Con frecuencia, me he preguntado por qué renunciamos a esto. Una vez que las conexiones virtuales no fueron nuestra única opción, muchas personas parecieron olvidar que alguna vez fueron una opción. Una noche del año pasado, una amiga que vive a algunas horas preguntó si mi esposo y yo queríamos jugar con ella y su marido una partida de “Codenames”.

Fue un poco extraño, como una invitación proveniente de una era que se ha ido. Iniciamos sesión y nos burlamos de ella un poco por proponer algo tan 2020. Y luego pasamos una gran noche.

c.2023 The New York Times Company