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"Los migrantes están entrando y ocupando puestos de trabajo": repunte migratorio ayuda a reponer la mano de obra en EEUU

Al Flores, abogado y propietario de un restaurante en Houston, 2 de febrero de 2023. (Callaghan O'Hare/The New York Times)
Al Flores, abogado y propietario de un restaurante en Houston, 2 de febrero de 2023. (Callaghan O'Hare/The New York Times)

El flujo de inmigrantes y refugiados hacia Estados Unidos se ha disparado en el último año, ayudando a reponer la mano de obra estadounidense tras un declive que comenzó con las restricciones impuestas bajo el gobierno de Trump y que se agravó con la pandemia.

El gobierno de Biden ha acelerado la tramitación de visados y ha utilizado de manera amplia los programas de libertad condicional humanitaria para los migrantes que huyen de la guerra y la inestabilidad económica. Esos esfuerzos han impulsado un repunte en la población nacida en el extranjero, una buena noticia para la Reserva Federal, que ha estado preocupada de que una escasez persistente de trabajadores pueda enviar los salarios más altos y llevar a la inflación a afianzarse.

El informe de empleo de enero, con un aumento espectacular de 517.000 puestos de trabajo, confirma que la economía sigue demandando más mano de obra. Sin embargo, la moderación del crecimiento salarial sugiere que están llegando suficientes trabajadores para mantener los costos bajo control.

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“Cuando la tasa de desempleo baja, lo normal sería esperar que la inflación salarial subiera, pero eso no es lo que está ocurriendo”, señaló Torsten Slok, economista en jefe de Apollo Global Management. “Así que debe haber algo más que sucede en la población activa, y aquí hay una explicación muy probable: los inmigrantes están entrando y ocupando puestos de trabajo”.

Sin embargo, a pesar del resurgimiento de la mano de obra nacida en el extranjero —alrededor de cuatro quintas partes son personas legalmente autorizadas a trabajar en Estados Unidos, según un cálculo—, hay cuellos de botella.

La inmigración legal sigue por debajo de los niveles anteriores a Trump. Cientos de miles de personas esperan entrevistas con funcionarios consulares estadounidenses para obtener visados de inmigrante. Millones de casos de asilo están pendientes, y conseguir la autorización de trabajo para los que ya están aquí puede llevar años.

Desafío

Al Flores, consejero general de un grupo de restaurantes tex-mex de la zona de Houston y propietario de un restaurante, siente a diario el malestar de la política de inmigración, un tema político polémico desde hace años.

Cuando los restaurantes redujeron su plantilla durante la pandemia, muchos de sus trabajadores se fueron a lugares que estaban contratando —como el sector de la construcción— y volver a contratar fue un reto dada la fuerte desaceleración de la inmigración en 2020.

La empresa emplea ahora a cerca de 2500 personas, de las cuales al menos el doce por ciento puede trabajar bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA, que ha estado en peligro desde que el presidente Donald Trump decidió ponerle fin; los desafíos están serpenteando por los tribunales. Otro diez por ciento tiene estatus de protección temporal, una designación otorgada a personas que han huido de países en agitación, que a menudo les permite permanecer en Estados Unidos durante años.

Biridiana Rodríguez, una camarera que ha podido trabajar legalmente bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, en Houston, el 2 de febrero de 2023. (Callaghan O'Hare/The New York Times)
Biridiana Rodríguez, una camarera que ha podido trabajar legalmente bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, en Houston, el 2 de febrero de 2023. (Callaghan O'Hare/The New York Times)

“La situación ha mejorado un poco, pero estamos viendo un descenso de los visados permanentes y un aumento de los temporales”, aseguró Flores. “En algún momento esa gente tiene que irse, a veces a otros países donde los brazos están más abiertos. Y eso es duro para nosotros, porque necesitamos la mano de obra”.

El rumbo de la política de inmigración tendrá una influencia sustancial en la oferta nacional de trabajadores, que se ha expandido más lentamente a medida que los trabajadores nacidos en el país tienen menos hijos. La Oficina Presupuestaria del Congreso prevé que, para 2042, la inmigración neta será la única fuente de crecimiento demográfico del país.

Caída

La caída de la inmigración se produjo de múltiples maneras, comenzando con la toma de posesión de Trump como presidente en 2017. El tope de refugiados autorizados a entrar en Estados Unidos se redujo a 15.000 en 2020, el nivel más bajo en décadas. Medidas como la prohibición de inmigrantes de países musulmanes, aunque los tribunales acabaron anulándola, disuadieron a la gente de intentar venir.

Algunos de los cambios de Trump fueron más sutiles. El Departamento de Seguridad Nacional ralentizó los visados pidiendo más pruebas y entrevistas, afirmó Shev Dalal-Dheini, directora de asuntos gubernamentales de la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración, y luego cerró la tramitación —que en gran parte se lleva a cabo en papel, no de manera electrónica— durante la pandemia.

Incluso cuando los cierres disminuyeron, los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos tuvieron dificultades para reanudar los trámites porque, al no cobrar tasas de tramitación, carecían de fondos para volver a contratar al personal que se había marchado. La inclusión de personal en las embajadas estadounidenses, que realiza las entrevistas para la obtención de visados en otros países, también se había atrofiado.

“Han tenido que ponerse al día con eso durante mucho tiempo”, dijo Dalal-Dheini, quien dejó la agencia de inmigración en 2019. “Una vez que llegó el gobierno de Biden, ajustaron algunas de esas políticas diseñadas para ralentizar el proceso y luego se centraron en volver a construir su fuerza de trabajo”.

El resultado ha sido que los visados para visitantes, trabajadores temporales e inmigrantes permanentes aumentaron a 7,3 millones en 2022, por encima de los 3,1 millones del año anterior, pero aún por debajo de los más de diez millones emitidos anualmente en los tres años anteriores a la llegada de Trump al poder. El presidente Joe Biden también concedió libertad condicional humanitaria y estatus de protección temporal a inmigrantes de varios países más, incluyendo Ucrania y Afganistán, lo que permitió a cientos de miles de personas más quedarse y tener la oportunidad de trabajar en Estados Unidos.

En 2022, el número de nuevos ciudadanos alcanzó su nivel más alto en quince años. Y el límite máximo de refugiados se elevó a 125.000 en 2022, aunque el gobierno solo consiguió tramitar a unos 25.000.

Esas medidas aumentaron la inmigración neta a alrededor de un millón de personas el año pasado, el nivel más alto desde 2017, según la Oficina del Censo. La fuerza laboral nacida en el extranjero creció mucho más rápido que la nacida en Estados Unidos, según muestran las cifras del Departamento de Trabajo. (Según un análisis de FWD.us, un grupo respaldado por empresas que está a favor de más inmigración, el 78 por ciento de la fuerza laboral nacida en el extranjero tiene estatus de trabajo legal).

El crecimiento de la inmigración ha contribuido a impulsar la recuperación del empleo en los sectores del ocio y la hostelería y de la construcción, en los que los inmigrantes representan una mayor proporción del empleo y en los que se registraron mayores aumentos salariales y de vacantes.

At the same time, however, far more people want to come to the United States than are being allowed entry.

Al mismo tiempo, sin embargo, hay mucha más gente que quiere venir a Estados Unidos de la que se le permite la entrada.

A finales de 2022, casi 423.000 personas habían presentado documentación para solicitar visados, pero estaban a la espera de ser entrevistadas. El número de personas en espera de asilo se acercó a 1,6 millones en noviembre, el nivel más alto registrado, según el Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse. El retraso de la agencia de inmigración, que incluye las solicitudes de permisos de residencia y de trabajo, aumentó a casi nueve millones en verano, frente a menos de seis millones en 2020, y solo ha disminuido ligeramente a medida que se han contratado más funcionarios de inmigración.

Para algunos, eso significa largas demoras para poder trabajar de manera legal, lo que limita el poder de la población inmigrante para cubrir vacantes de empleo que siguen siendo numerosas según los estándares históricos. Un grupo de cónyuges de ciudadanos y residentes legales permanentes presentó hace poco una demanda tras esperar más de tres años a que se resolvieran sus casos.

Para Brendan Ramírez, esos retrasos a menudo significan que no se cubren puestos en sus dos centros comunitarios de salud mental en el centro de Florida. Es difícil encontrar personas con titulación en orientación psicológica y, dado que atiende a una población de mayoría hispanohablante, sus mejores reclutas pueden ser inmigrantes de países de América Central y del Sur o de Cuba.

Los solicitantes de empleo con visados de turista a veces se entrevistan con él antes de haber obtenido un visado que les permita trabajar, y a menos que tengan una entrevista programada en el consulado de su país de origen, no se sabe cuándo podrán empezar a trabajar.

“Frenar a la población me frena a mí como empleador”, opinó Ramírez. “Se puede servir a la comunidad mucho mejor de lo que yo estoy sirviendo a la comunidad ahora. Simplemente no tengo el personal para hacerlo”.

© 2023 The New York Times Company

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