Anuncios
U.S. markets closed
  • S&P 500

    5,099.96
    +51.54 (+1.02%)
     
  • Dow Jones

    38,239.66
    +153.86 (+0.40%)
     
  • Nasdaq

    15,927.90
    +316.14 (+2.03%)
     
  • Russell 2000

    2,002.00
    +20.88 (+1.05%)
     
  • Petróleo

    83.66
    +0.09 (+0.11%)
     
  • Oro

    2,349.60
    +7.10 (+0.30%)
     
  • Plata

    27.23
    -0.13 (-0.47%)
     
  • dólar/euro

    1.0699
    -0.0034 (-0.32%)
     
  • Bono a 10 años

    4.6690
    -0.0370 (-0.79%)
     
  • dólar/libra

    1.2491
    -0.0020 (-0.16%)
     
  • yen/dólar

    158.2960
    +2.7160 (+1.75%)
     
  • Bitcoin USD

    63,866.24
    -753.59 (-1.17%)
     
  • CMC Crypto 200

    1,331.99
    -64.55 (-4.62%)
     
  • FTSE 100

    8,139.83
    +60.97 (+0.75%)
     
  • Nikkei 225

    37,934.76
    +306.28 (+0.81%)
     

Y después de la sequía, ¿qué?

La sequía tuvo un fuerte impacto en la producción de soja
La sequía volvió a poner en jaque al campo

Todos los que estamos involucrados en los agronegocios y obviamente mirando también la economía macro de nuestro país estamos pendientes (entre tantas cosas) del clima de los informes, de las proyecciones, y fundamentalmente de esperar que esta famosa “Niña” termine de una vez, después tres campañas largas, causando enormes y graves problemas en la producción en general.

Ciertamente, los últimos informes agrometeorológicos comunican el final de esta sequía enorme que está sufriendo nuestro país, con pérdidas que se estiman en más de US$22.000 millones, hablando solo de las mermas en agricultura, y sin considerar las actividades ganaderas, como producción de carne (con la consiguiente sequía de las pasturas y verdeos, pérdida de peso y mortandad de animales) y la de leche, con las lógicas pérdidas que se están produciendo en los tambos.

Pérdidas inéditas, dólares que no llegarán y una gran desolación: el dramático saldo de una sequía histórica

PUBLICIDAD

A eso hay que agregarles las pérdidas “indirectas” que son las generadas por las actividades “complementarias y soportes” de las agropecuarias, viajes de camiones con granos (se calculan que se realizarán un millón de viajes menos), actividades relacionadas con el sector en cada localidad, pueblo, ciudad, provincia. Si se calculan todas estas cosas las pérdidas de esta campaña están cerca de los US$25.000 millones en todo el país. Los bancos -públicos y privados- están dando algunas ayudas a los productores a través de líneas específicas para esta terrible situación.

El Estado haciendo poco y nada, de forma compleja, y en forma reactiva y no proactiva. En definitiva, nada alcanza. Y ahora, luego de esta magra cosecha que se avecina, se debe planificar la nueva campaña de fina (trigo, cebada), seguramente con los “bolsillos vacíos” de los productores.

¿Cómo se financiará la nueva campaña de fina que arranca a fin de mayo y principios de junio, sabiendo además que se necesitan como mínimo unos 200/300 milímetros de agua en los perfiles de los suelos que están “más secos que lengua de loro” como dirían en el campo ?

Es clave ver cómo se financiará la próxima campaña
Es clave ver cómo se financiará la próxima campaña

Ante ese escenario, la pregunta de qué viene o con qué panorama (aunque ya lo sabemos creo) nos encontraremos en los próximos meses es lógica y de manual. Sin entrada de dólares del agro, sin financiamiento real de tasas bajas, con un dólar bajo, con un tipo de cambio no realista ni competitivo para el agro, con además (nada más ni nada menos) la carga impositiva habitual que soporta un productor en cada municipio, provincia y Nación (incluidos los derechos de exportación), con Brasil que está teniendo la mejor cosecha en años, con Uruguay y Paraguay que además siguen vendiendo carne a destinos que nosotros vamos perdiendo.

¿Qué le espera al agro? El Estado debe acompañar en serio con todos los recursos con que cuente en esta coyuntura compleja. En serio, es en serio. ¿Qué debe hacer? Lo que sea. Si no son creativos, deben serlo ahora. Los productores siempre acompañaron y bancaron las decisiones de gobierno sabiendo que la gran mayoría de las veces son “el pato de la boda”.

El agro tiene una actividad con riesgo y los productores lo saben. Lo único que piden es que los dejen trabajar sin trabas y con escenarios con certidumbre, sin cambios de reglas de juego o políticas erróneas permanentes. “Nosotros sabemos lo que hacemos, solo nos tienen que dejar producir y no jorobarnos”, eso se escucha en el campo.

El campo o los productores en primera instancia, como me gusta decir a mí, siempre responden y respondieron a los pedidos de la patria: interpretaciones personales a esto corren por cuenta de cada uno. Pero les doy la mía: 1) siempre están para los pedidos casi siempre injustos de los gobiernos, 2) responden a la adopción de tecnología e innovación siempre, 3) tienen y quieren producir siempre e invierten y reinvierten en sus producciones porque es lo que mejor saben hacer (esto es no pueden especular), 4) lo que ellos producen mueve la actividad económica de cada pueblo, localidad, provincia de este país.

Sabiendo esto, ¿el Gobierno entenderá antes de irse que sin el “campo” o el agro – como quieran - no hay actividad económica posible, y con el campo/agro con herramientas y sin trabas el país arranca?

Si no lo ven – creo que no -, difícilmente podremos contestar la pregunta del título de esta nota. Si es así, el próximo gobierno tomará este desastre de resultados malos de hoy, pero esperanzados de poder tener una mejor campaña 23/24 con lluvias estabilizadas y normalizadas, y buenos resultados que ayudarán a comenzar a recuperarnos. Los productores lo saben y esperan un gobierno que además de entenderlos los deje trabajar. ¡Ampliaremos!

El autor es director General de CONFIagro. Fue ministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires (2015-2019)