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En Nueva York: la historia del mendocino que empezó empujando un carrito y hoy fabrica 250.000 kilos de garrapiñadas

Alejandro Rad lleva más de 30 años en Nueva York.
Alejandro Rad lleva más de 30 años en Nueva York.

Alejandro Rad dejó su Mendoza natal a fines de los años ‘80 para visitar a unos primos en Nueva York que tenían carros de venta de garrapiñada y estudiar inglés. Estuvo seis meses y advirtió que había una posibilidad de hacer negocios. Ahora, en sociedad, es dueño de la empresa United Snacks, produce 250.000 kilos de garrapiñadas, tiene 33 carros habilitados -antes de la pandemia llegó a 100- y, además, integra la sociedad de NY Picnic, otra firma dedicada a la gastronomía.

Cuenta a LA NACION que sus primos terminaron regresando todos a la Argentina y que él arrancó “de cero”. Ganó la residencia por sorteo -recuerda que hizo unas 600 cartas a mano, que era el requisito en ese momento- y que, pese a las dificultades y a la presión de sus padres para que volviera, decidió quedarse.

Rad arrancó con un formato que después de la pandemia, cambió.
Rad arrancó con un formato que después de la pandemia, cambió.

“Fue duro; hay mucha lucha en la calle para quedarse con los mejores lugares; el Gobierno establece las reglas y cobra -repasa-. Fue un trabajo de hormiga”. Estuvo varios años empujando su carro, donde ponía fotos de Diego Maradona, música y globos. Una manera de llamar la atención, aunque Rad está persuadido de que nada es más eficaz que el olor de la garrapiñada que, según sostiene, “invita a comprar”.

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La gran pelea entre quienes venden en la calle es por las esquinas, donde está el mayor tránsito de gente. A lo largo de su vida, admite Rad, tuvo varias para quedarse con “la mejor”. Incluso se ríe al mencionar que tenía “fama de loco”.

Comenzó un vínculo con Cliff Stanton, un estadounidense que le alquilaba los permisos -él vendía helados-; empezaron a trabajar juntos en Atlanta y Florida hasta que en 1996 oficializaron la sociedad en United Snaks.

En 1992 había bautizado sus carros como “Nutsaboutnuts”, terminó con una demanda judicial porque ese nombre ya estaba inscripto. Terminó arreglando -con un pago de por medio- pero tuvo que cambiar la marca, así quedó “Nuts4Nuts”, la que obtuvo legalmente en 1998.

El negocio empezó a crecer, lograron ubicaciones en Time Square y en el Centro de Convenciones de Nueva York: “Empezamos a ser la número uno; a los otros o les compramos o se fundieron”. En su historia, asegura que el pionero de las garrapiñadas fue otro argentino, Jorge Aguirre.

Antes de la pandemia llegaron a cien carros, pero la cuarentena los impactó “muy fuerte”. “Nos destrozó; habíamos pasado todo tipo de circunstancias y creíamos que el negocio era a prueba de todo -describe-, pero teníamos flancos abiertos. Nos obligó a replantear el formato, pasamos de empleados directos a autónomos. Algunos que tenían permisos se sumaron. Perdimos poder; ahora no manejamos nada de permisos, es la marca la que vale”.

El argentino dice que la miel orgánica en polvo japonesa distingue a sus garrapiñadas.
El argentino dice que la miel orgánica en polvo japonesa distingue a sus garrapiñadas.

Venden las garrapiñadas a sus “franquiciantes” (las entrega crudas y siguen la receta) y en la tienda online que tiene la marca. Ofrecen variedades de maní, almendra, nuez, avellana, castaña de cajú y coco. Usan una miel orgánica en polvo de Japón.

“Quedamos con una deuda grande después de la pandemia, pero empezamos a pagarla a velocidad de crucero -añade-. Pensar en una expansión nacional supera nuestra capacidad de control. Aunque para la escala de un lector argentino podemos parecer grandes, seguimos siendo chicos”.