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La curiosa historia del Tamagotchi, el fenómeno de la mascota virtual que causó furor y marcó un hito

Tamagotchi salió a la venta en Japón en noviembre de 1996 y fue un éxito inmediato. En menos de un año se vendieron 10 millones de unidades. (Getty Images)
Tamagotchi salió a la venta en Japón en noviembre de 1996 y fue un éxito inmediato. En menos de un año se vendieron 10 millones de unidades. (Getty Images) (gldburger via Getty Images)

En un mundo cada vez más conectado y digitalizado, es fácil olvidar los productos y campañas que en su momento causaron furor y revolucionaron la forma en que vivimos. Pero si eras un niño en la década de 1990, seguramente tuviste o anhelaste tener un Tamagotchi, la icónica mascota virtual que cautivó a millones.

La historia del Tamagotchi nació en 1994 cuando Aki Maita, una diseñadora de juegos de la fábrica de juguetes Bandai, vio un comercial de televisión en la que una madre se negaba rotundamente a que su hijo llevara su tortuga al colegio.

Esas imágenes revivieron el trauma infantil de Maita, quien siempre quiso una mascota pero la situación económica de su familia le impedía tenerla. Ya adulta, a sus 30 años, vivía en un pequeño piso con su esposo y tampoco podía tener un animal. Entonces pensó en otros los niños que pasaban por una situación similar y se le ocurrió crear una mascota portátil.

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Maita llegó a imaginar y bocetear la forma del aparato pero no sabía cómo avanzar porque no tenía formación profesional para desarrollar un producto tan complejo. Fue entonces cuando llamó al desarrollador Akihiro Yokoi, quien quedó encantado con la idea porque era un amante de los animales.

En ese momento, los japoneses cada vez mostraban más interés en un programa para ordenadores personales para cuidar peceras virtuales. El problema que Maita y Yokoi veían en esa propuesta es que los usuarios sólo disfrutaban y jugaban con los peces, cuando tener una mascota implica asumir una gran responsabilidad y dedicar mucho esfuerzo y trabajo.

Entonces decidieron que el juego se trataría de la responsabilidad de cuidar a una mascota, con todo lo que ello implica. No se trataba de comprar un compañero digital y dejarlo olvidado en una gaveta. Significaba que la mascota debía ser alimentada cuando tuviera hambre, disciplinada si se portaba mal, o curada si se encontraban enferma.

Al igual que un bebé, un Tamagotchi dormía muchas siestas, defecaba mucho y dependía del cuidado de su dueño para sobrevivir. Cuando el Tamagotchi se iba a dormir, su dueño tenía que apagar la luz o la mascota se ponía inquieta. La negligencia en el cuido resultaría en la muerte de la mascota, que se convertía en fantasma y flotaba sobre una lápida.

A pesar de los esfuerzos de sus amos, la mayoría de estas mascotas digitales moría en una o dos semanas.

Tras su lanzamiento en Japón en noviembre de 1996, el Tamagotchi se convirtió en un éxito instantáneo, cautivando los corazones no solo de los niños sino también de los adultos que se sintieron genuinamente apegados a ese diminuto juguete digital.

El sonido constante del Tamagotchi exigía una atención permanente, lo que hizo que algunos niños estuvieran dispuestos a ser reprendidos en clases por revisar a sus mascotas digitales. Los maestros de todo el mundo se indignaban cuando sorprendían a los niños mirando a sus Tamagotchis en lugar de prestar atención a los estudios.

En poco tiempo se vendieron millones de Tamagotchis en todos los continentes. Los padres acampaban frente a las tiendas de juguetes para calmar a sus impacientes hijos. Los estafadores incluso vendían cupones falsos con la falsa promesa de que podrían ser canjeados por Tamagotchis, ya que la demanda superó con creces la oferta. Bandai luchó por mantenerse al día, produciendo tres millones de unidades al mes solo para satisfacer las solicitudes clamorosas. El éxito del Tamagotchi fue innegable y su impacto en la cultura popular fue sísmico.

La función revolucionaria de "juego continuo" de Tamagotchi allanó el camino para muchos populares videojuegos que llegaron luego. A diferencia de los juegos virtuales existentes en ese momento, reiniciar el juego no resucitaba a la criatura, porque la muerte de un Tamagotchi era definitiva.

La devastación de los niños y adultos ante la desaparición de la mascota era total y realizaban funerales virtuales para llorar su fallecimiento. Los Tamagotchi fueron los primeros en desdibujar las líneas entre el mundo digital y el mundo real.

Sus detractores, acusaban al juego de reforzar los roles de género tradicionales porque fue mercadeado para las niñas y adolescentes, asumiendo que las tareas de criar y cuidar son responsabilidades femeninas. Pero el juego captó la atención de todos.

Al igual que con cualquier moda, la locura inicial del Tamagotchi se calmó, y dio paso a nuevos juguetes y tendencias. Pero la leyenda del Tamagotchi ha perdurado.

El atractivo del Tamagotchi radica en su capacidad para evocar nostalgia, recordando a sus dueños los días de su infancia que pasaron cuidando a sus compañeros digitales. Los foros en línea como TamaTalk se convirtieron en lugares de reunión para entusiastas dedicados de Tamagotchi, que comparten historias de sus mascotas fallecidas.

Si bien los teléfonos inteligentes reemplazaron la presencia física de Tamagotchi en los patios de las escuelas, nunca se olvidará su impacto en la industria del juego y la cultura popular. Introdujo a una generación al concepto de realidad virtual y apego emocional a los personajes digitales, preparando el escenario para un futuro en el que los dispositivos personales demandarían nuestra atención permanente.

Fuentes: Mental Floss, Tokio Weekender, Wired, Maized, El Mundo.

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