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Los depósitos calientes son aquellos en los que existe un intermediario entre el cliente y la entidad bancaria. De tal modo, que los inversores pueden acceder y retirar sus fondos fácilmente, sin tantas limitaciones como presentan los depósitos bancarios convencionales. Estos permiten buscar las tasas de interés y los rendimientos más elevados del mercado.
En EEUU preocupa el incremento notorio de los depósitos calientes, que durante el segundo trimestre aumentaron en un 86%, hasta alcanzar los 1,2 billones de dólares (máximos históricos de la década). Se superan con creces los 640.000 millones registrados en 2022, según datos de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC).
Ante el auge de estas nuevas fórmulas de inversión, los bancos de EEUU quieren averiguar si, en caso de una crisis acentuada como al del pasado mes de marzo (que provocó la quiebra de Silvergate, Silicon Valley y Signature), se podría generar importantes situaciones de inestabilidad económica.
En los depósitos calientes, los intermediarios como S&P Global, Morgan Stanley o Fidelity actúan como ‘corredores de depósitos’ que permiten a los grandes inversionistas obtener unas tasas de interés preferenciales en comparación con el resto de clientes. Por su parte, el banco puede obtener importantes sumas de capital de manera rápida y eficiente.
Una preocupación latente para la banca estadounidense
Los depósitos calientes han experimentado un aumento importante, representando un 6,3% del total. Unas cifras realmente llamativas si se comparan con el 3% que suponían en 2022.
Desde la Reserva Federal (FED) se recuerda que los depósitos calientes suponen un grave riesgo e inestabilidad para las entidades bancarias, que podrían perder todo el capital de sus inversores de forma rápida e inesperada. Son diferentes a los depósitos tradicionales, en los que si el cliente decide retirarlos obtendrá una ganancia que apenas superará el 0,2%.
Datos recientes aportados por la FED, recogen que los depósitos calientes representan el 11% del balance de las entidades, con unos activos valorados entre los 50.000 y los 99.000 millones de dólares. De este modo, quienes cuentan con unos activos de 5.000 millones han visto una subida del 8,9%.
Lo que los bancos abonan por este tipo de productos depende de múltiples factores, por lo que desde la FDIC se recomienda que solo se oferte en aquellos bancos que cumplan con estándares adecuados que no pongan en peligro sus cuentas y su liquidez. De este modo, estarán presentes en los bancos bien capitalizados y con una gran cantidad de activos.