En este artículo:
La tecnología revolucionó innumerables aspectos de nuestras vidas y permitió a las empresas operar de manera más eficiente y competitiva.
Sin embargo, este avance también abrió la puerta a nuevos tipos de crisis que, hasta hace poco, eran impensables. Ahora más que nunca, las organizaciones deben estar preparadas para enfrentar no solo los desafíos tradicionales, sino también las amenazas emergentes que las nuevas tecnologías pueden desencadenar.
Un ejemplo que ilustra el impacto de las crisis modernas es el caso del pasajero de United Airlines arrastrado por el pasillo de un avión de esa línea aérea en 2017.
Este incidente, capturado en video por varios pasajeros y difundido masivamente en redes sociales, desató una tormenta mediática que dañó gravemente la reputación de la aerolínea.
Este caso muestra hasta qué punto un incidente aislado, amplificado por la tecnología, puede escalar rápida mente a una crisis de relaciones públicas.
Otro claro ejemplo es el de los ciberataques, una de las amenazas más graves que enfrentan las empresas hoy en día.
El ataque de ransomware WannaCry en 2017 infectó más de 230.000 computadoras en 150 países, afectando a grandes corporaciones y al Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
Este ataque no solo causó pérdidas millonarias, sino que también dejó en evidencia la vulnerabilidad de las empresas ante las amenazas cibernéticas.
Según un informe de Cybersecurity Ventures, se espera que el costo global de los ciberataques alcance los US$ 10.5 billones anuales para 2025. Pero las empresas también están expuestas a la des información y la manipulación digital.
La tecnología deep fake, que utiliza inteligencia artificial para crear videos falsos extremadamente realistas, es un ejemplo evidente de cómo la tecnología puede ser utilizada de manera maliciosa.
Imagine el daño que podría causar un video que muestre a alguien relevante en su empresa haciendo comentarios comprometedores.
Aunque el video sea completamente falso, su impacto en la reputación de la empresa podría ser devastador si no se responde de manera rápida y efectiva. Las redes sociales se han convertido en campos de batalla donde las fake news pueden propagarse a una velocidad alarmante.
Una simple acusación en Twitter o un post en Facebook que implique prácticas poco éticas o aluda a productos potencialmente peligrosos puede volverse viral en minutos, escalando rápidamente a una crisis de relaciones públicas.
En 2020, Wayfair, una empresa de muebles en línea, enfrentó una acusación infundada de tráfico de personas basada en una teoría conspirativa viral en redes sociales.