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Diego Petrecolla: “El Gobierno no puede, no se anima o no sabe hacer un plan de estabilización”

Diego Petrecolla: "El PBI per cápita de la Argentina desde 1972 a la fecha creció un promedio del 0,2% anual. Es el más bajo de la región y realmente ese índice está muy por debajo de lo que avanzó el PBI per cápita en el mundo".
Diego Petrecolla: "El PBI per cápita de la Argentina desde 1972 a la fecha creció un promedio del 0,2% anual. Es el más bajo de la región y realmente ese índice está muy por debajo de lo que avanzó el PBI per cápita en el mundo". - Créditos: @Alejandro Guyot

“Estamos en una situación complicada y yo miraría los últimos 10 años”, dice el economista Diego Petrecolla sobre la coyuntura macro argentina, con una inflación que pasó de 20% a casi 100% anual, y sobre las perspectivas de mediano plazo.

Especialista en defensa de la competencia, advierte que impulsar políticas en ese área es clave para impulsar el desarrollo económico, aunque sostiene que en el escenario actual es imprescindible un plan de estabilización antes de impulsar reformas estructurales. “Hace 10 años que la economía no crece. Estamos en una situación complicada, y se agrava cuando uno mira más el largo plazo. El PBI per cápita de la Argentina desde 1972 a la fecha creció un promedio del 0,2% anual. Es el más bajo de la región y está realmente muy por debajo de lo que avanzó el PBI per cápita en el mundo”, agrega el investigador del IIEP-UBA.

–¿A qué se debe esa tendencia?

–A políticas macroeconómicas inconsistentes y sistemáticas. La macro siempre fue poco sólida, salvo en etapas muy puntuales, como los primeros años de la convertibilidad, o desde la salida de la crisis de 2001 y hasta 10 años atrás, de 2003 hasta 2012, o quizás, también, los primeros años del Plan Austral.

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–¿Qué define esa inconsistencia?

–El déficit fiscal. La Argentina tiene déficit fiscal permanente y nunca hizo las reformas necesarias para pasar de un esquema de déficit a uno de superávit, salvo la salida de la crisis de 2001, que tuvo un período con superávit gemelos, pero con default, sin pagar la deuda y sin renegociarla hasta algunos años después. Pero si uno tiene que buscar denominadores comunes son déficit fiscal, alta inflación y bajo crecimiento. Eso en economía es bastante estándar. Es de libro de texto y es todo lo que no hay que hacer. Y le agregaría también que empeoró la distribución del ingreso, sistemáticamente, y también aumentó la pobreza.

–El Gobierno propone acuerdos de precios para atacar la inflación. ¿Sirve?

-No alcanza. Puede ser parte de un plan de estabilización, pero aisladamente no sirve para nada, y la experiencia argentina e internacional ha sido muy clara.

–¿Y por qué se insiste?

–Lo primero es que con estas decisiones el Gobierno está revelando su ineptitud para combatir la inflación. No puede, no se anima o no sabe hacer un plan de estabilización, entonces lo resuelve en el cortísimo plazo negociando precios con empresarios. Esta historia la conocemos, la vimos infinidades de veces desde los 70 y nunca funcionó. Además, no podés controlar todos los precios de la economía. La inflación es un aumento sostenido del nivel general de precios. En todo caso, podés en el cortísimo plazo ponerle un pie para que no suban tan rápido algunos precios, pero eso no combate la inflación. Un plan de estabilización es algo mucho más coherente. Dos buenos ejemplos de plan de estabilización fueron el Plan Austral y la Convertibilidad, en ambos casos se usaron anclas nominales con la fijación del tipo de cambio, también un control de precios por unos meses, pero en el marco de un plan, con anuncios fiscales y el compromiso de no emitir para financiar el déficit, y en el caso del Austral, con el desagio para resolver el tema de la inercia. Precios Justos o Precios Cuidados o Precios que tengas ganas no van a resolver el problema.

–El Gobierno anunció que a través de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia investiga empresas por abuso de posición dominante. ¿Tiene efecto sobre la inflación?

–Ninguno. Cuando uno investiga a una empresa por abuso de posición dominante se busca otra cosa; si hay conductas exclusorias [prácticas que alteran la competencia], no tiene que ver con cómo se fijan los precios. Los precios los fija la competencia, y cuanta más competencia haya, menores van a ser los márgenes de ganancia. Eso dice la teoría económica. Y ver si hay conductas exclusorias, que no sé si las hay o no y eso se tiene que investigar, no tiene nada que ver con la inflación, tendrá que ver con el nivel de precios que hay en algunos sectores, no con la inflación. La inflación es un aumento generalizado y sistemático de, en promedio, todos los precios de la economía. Si investigás a una empresa X en un sector Y, lo único que vas a ver es cómo fija los precios esa empresa y si el precio del tomate subió más que la inflación o no. Se resuelve ese problema, pero no el de todos los precios de la economía, que en la Argentina están subiendo hace más de 10 años y este año a un ritmo promedio del 100%. Eso no se resuelve con una investigación de defensa de la competencia. La ley no está para eso. Está para combatir comportamientos colusivos o cartelizados por parte de las empresas, y para combatir conductas exclusorias de quien tiene posición dominante hacia quien no la tiene, y que tengan por objetivo expulsar del mercado a otros competidores o que evitar nuevos ingresos, pero no tiene que ver con el nivel de precios de los alimentos o del bien o servicio que fuere. La Comisión Nacional de Defensa de la Competencia no es regulador de precios de ni de márgenes empresarios.

Diego Petrecolla: "Hay algo que se discute poco en la Argentina y es el tema de la competitividad, de cuánto la economía puede competir en el contexto del comercio internacional"
Diego Petrecolla: "Hay algo que se discute poco en la Argentina y es el tema de la competitividad, de cuánto la economía puede competir en el contexto del comercio internacional" - Créditos: @Alejandro Guyot

–¿Hay un problema de concentración en la Argentina?

–Primero, la concentración no es mala en sí misma. Puede ser resultado natural de la competencia cuando, innovando, ganás mercados, y eso es positivo. No se puede penalizar. Hay que evitar las conductas anticompetitivas. No sé si es tan relevante si la economía argentina está concentrada o no, lo que importa es si hay conductas anticompetitivas (colusivas o cartelizadas y de abuso de posición dominante) y mi mirada es que sí, en muchos sectores, y tienen que ser investigadas severamente.

–¿En qué sectores?

–En insumos industriales, en bienes de consumo masivo y en servicios privados hay problemas. En la Argentina nunca hubo una política pro competitiva, como se puede encontrar en Estados Unidos, Europa o Australia; más bien, todo lo contrario. Y todo el marco regulatorio favoreció esta conducta. La política de competencia como política pública nunca existió seriamente. La ley que se sancionó en 2018 es muy buena, pero nunca se puso en marcha el Tribunal de Defensa de la Competencia, que debería ser independiente y autónomo del sector privado y el sector público. Y son temas de los que no se hablan. No lo charlan los políticos ni los ministros de Economía, y no está en las campañas electorales.

–¿Por qué?

–Hay dos cosas. Hay un tema de desconocimiento y, después, de defensa de intereses sectoriales, donde ningún hacedor de política económica se anima realmente a introducir competencia y que gane el mejor, a que realmente la competencia sea por méritos y no por lobby, contactos políticos o favores sectoriales. Ese no puede ser el enfoque, y es el que tiene la Argentina hace 50 años. Siempre doy el mismo ejemplo. No hay producción automotriz en Australia, y hay autos argentinos. En los 70 había autos australianos, y tomaron la decisión de priorizar otros sectores en los que son más competitivos y comprarles autos a los coreanos. Hoy tienen mejores autos que los argentinos, y en otros sectores compiten con los coreanos. Es un tema de asignación de recursos. No sé si hay que tener teléfonos celulares o televisores argentinos; en cambio, ¿por qué no priorizar tractores, cosechadoras o sembradoras argentinos? Ahí tenés valor agregado y tecnología de punta. Cuando Massa tuvo problemas con el sector de neumáticos, ¿qué amenaza les dio? Abrir la economía. Después no abrió, prefirió negociar, pero los había amenazado con generar competencia. Y pasó algo similar con los textiles. La amenaza fue: “Subieron mucho los precios, voy a abrir la importación”. ¿Entiende el problema? Claro que lo entiende. No es que no sabe. La pregunta es si se animan a tomar decisiones y por qué no está en la discusión de política pública.

–¿Y qué se hace ahora? ¿Por dónde se empieza?

–La Argentina necesita un plan de estabilización que encauce la macro, que reduzca la inflación y el déficit fiscal, y que permita encarar las reformas para mejorar la competitividad de la economía de manera seria y no con aumentos del tipo de cambio.

–¿Cómo se hace viable ese esquema o cómo se hace sustentable políticamente?

–Países vecinos que pasaron por procesos de alta inflación lo resolvieron. Chile, Brasil, Colombia, Perú… Todo América Latina lo resolvió. Y si se empieza con esta secuencia, de primero un plan de estabilización y luego reformas estructurales, los costos sociales no son tan altos, porque, como resultado de un plan de estabilización deberías crecer y no generar una recesión. Esa fue la experiencia del Plan Austral, de la Convertibilidad, del plan Real en Brasil y del plan de estabilización de fines de los 80 en Israel. Por supuesto que algunos sectores se verán afectados y otros beneficiados, pero, en promedio, la economía debería reaccionar positivamente, y eso es lo que muestra la experiencia internacional y la argentina. Sí me asustaría un programa de shock. Primero se necesita un plan de estabilización, que solucione los temas fiscales e inflacionarios, y después pensar las reformas estructurales. Si se lanza todo junto, no sé cuál es el resultado.

–¿Qué incluye ese plan?

–Para estabilizar, se tiene que enfrentar el tema del déficit fiscal sistemático y la emisión monetaria para financiarlo, también se necesita algún ancla nominal de precios, para resolver el problema de las expectativas. Porque estamos entrando en una inercia inflacionaria, que es muy peligrosa porque es mucho más fácil que la inflación vaya para arriba que para abajo. Y eso lo muestra la experiencia argentina desde la mitad de los 70 hasta la inflación de 1989.

–Habló de reformas estructurales, ¿qué incluye eso?

–Hay algo que se discute poco en la Argentina y es el tema de la competitividad, de cuanto la economía puede competir en el contexto del comercio internacional. Después, por supuesto, hay cuestiones fiscales, y hablaría también de las excesivas regulaciones que tiene la economía, que en lugar de promover la competencia la detienen, y ahí hay un tema clave. Otra cuestión es la reforma laboral, pero no entendida como flexibilización, que de por sí genera muchos rechazos. La legislación laboral argentina es muy antigua y las relaciones laborales han cambiado muchísimo. Hay que tener una legislación más flexible, pero no en el sentido de que sea más fácil despedir, sino en el sentido de que se contemplen nuevas relaciones mucho más dinámicas. Eso es central. Después, está el tema de siempre de la relación entre Nación y las provincias, la coparticipación, y la cuestión impositiva. Es sabido que Argentina está llena de impuestos distorsivos y eso afecta la competitividad. Pero insisto, este tipo de reformas se pueden encarar una vez que se estabilizó la economía, no en el contexto en el que estamos ahora. ß

-¿Cómo se trabaja en la competitividad? Generalmente se vincula con el tipo de cambio…

-Es la salida fácil, la que usó Argentina desde la década del 70 en adelante, incluso antes. Y cuando hablamos de competitividad hablamos del famoso costo argentino. En el país los mercados no son competitivos a nivel doméstico, las empresas no compiten a nivel internacional, apenas podemos competir a nivel de Mercosur, y digo apenas porque ni siquiera las firmas argentinas han sido exitosas en la región, salvo excepciones. Y es un tema central, que tiene que ver con el costo argentino. No hay competencia a nivel de insumos industriales y en el sector de los servicios privados y en los bienes de consumo masivo. El país tiene problemas de defensa de la competencia en todos los sectores de la economía, y esa falta de políticas pro competitivas termina afectando a la población más pobre, porque son los que les asignan una mayor proporción de su presupuesto al consumo, a alimentos.

-El viceministro habla, entre otros temas, del crecimiento en los márgenes empresarios. ¿Es causa de la inflación?

-Mi especialidad es defensa de la competencia, y en esa área no proponemos regular precios ni regular márgenes, sino que sea la competencia la que regule precios. Si hubiera un problema en ese sentido, que no sé si lo hay, se resuelve introduciendo más competencia, si el Gobierno estuviera preocupado en el tema. También es cierto que, en este contexto de alta inflación, la incertidumbre es tal que puede ser que las empresas, chicas, medianas o grandes, se cubran por las dudas y eso explique altos márgenes, pero eso no tiene que ver con existencia o no de posición dominante.