El secreto de la ciudad que subsidia la vivienda al 60% de sus habitantes
No hay ciudad en el mundo que haya logrado un mejor sistema de vivienda pública que Viena.
Así lo reconocen los expertos que visitan año tras año la capital austríaca para tratar de emular un modelo de integración económica y social que comenzó hace un siglo, cuando el país intentaba mantenerse a flote tras la derrota del imperio de los Habsburgo en la Primera Guerra Mundial.
En 1923, Viena atravesaba una situación desesperada. La ciudad consentida por emperadores, músicos y filósofos ahora era un lugar de devastación, miseria y enfermedades. Fue entonces cuando el Partido Socialdemócrata, que lideraba el ayuntamiento, ordenó construir 25.000 viviendas públicas para salvar a las familias pobres de morir congeladas en chozas improvisadas fuera del caso urbano.
El gobierno municipal financió el ambicioso proyecto con impuestos sobre la tenencia de tierras, bienes suntuarios como el champán y los automóviles, y otras actividades como los burdeles, apuestas y juegos de azar.
Cien años después, más del 60 % de los 1,8 millones de habitantes de Viena viven en viviendas protegidas y casi la mitad del mercado inmobiliario de la ciudad está formado por pisos que pertenecen al ayuntamiento o a cooperativas.
El éxito del sistema obedece a varios principios. El primero es que en Viena la vivienda es un derecho humano fundamental y existe la voluntad política para asegurar que la mayoría de sus ciudadanos puedan vivir dignamente.
El segundo pilar es que los esfuerzos no se limitan a mantener un control de precios por metro cuadro, sino que los apartamentos están hermosamente diseñados, están bien ubicados y tienen servicios de calidad. Eso permite que las personas de clase media también deseen vivir en esos atractivos complejos residenciales y evita que se conviertan en guetos donde sólo viven los más pobres.
Eve Blau, directora del Centro Davis para Estudios Rusos y Euroasiáticos de la Universidad de Harvard y experta en vivienda social de Viena, dijo a la publicación Politico que el proyecto “iba más allá de brindar refugio y tenía como objetivo crear una sociedad más equitativa”.
Una de las viviendas sociales más antiguas de Viena, conocida en alemán como Gemeindebauten, no se convirtió en una zona roja de los sectores depauperados. Su diseño no tenía nada que envidiar a los exquisitos edificios privados que aún se mantenían en pie, con abundancia de elementos decorativos y obras escultóricas.
Sus patios internos favorecían el fortalecimiento del tejido social y fueron borrando el concepto de que las calles son públicas y los patios interiores son privados. Los vecinos aún hoy en día se reúnen y hacen actividades culturales y recreativas en esos verdes patios interiores.
Allí fueron creadas las primeras bibliotecas públicas de la ciudad, sin dejar de lado los locales comerciales, los centros asistenciales y los jardines de infancia.
¿Cómo funciona y cuánto cuesta?
En Viena no existe un modelo único de vivienda social. Los Gemeindebau son pisos municipales que pertenecen a ciudad y se asignan a través de un sistema basado en puntos. Algunos vieneses han tomado la iniciativa de agruparse en cooperativas, que son asociaciones de vivienda sin fines de lucro en las que los residentes compran acciones. Y también existen los apartamentos subsidiados, que son construidos por corporaciones mixtas de capital público y privado.
La ciudad ha mantenido los requisitos a raya para que la mayoría de las personas pueda optar a una vivienda social. Un requisito importante es que la persona tiene que haber vivido en Viena al menos dos años.
Un vienés soltero califica si gana hasta 48.939 dólares anuales, un salario que lo ubicaría en el percentil 80, es decir, que sólo el 20 % de los habitantes gana más que él.
En el caso de las parejas, el límite de los ingresos combinados anuales para aplicar a una vivienda social sería 72.930 dólares. Sólo el 20 por ciento más rico sería rechazado según estos límites.
Otro aspecto interesante es que la ciudad cuida que la renta no supere entre el 20 y 25 por ciento de los ingresos para velar por su calidad de vida. Además de que una vez que el apartamento es entregado a un residente, nueva más le vuelven a pedir que justifique sus ingresos para no penar la progresión salarial y promover la inclusión de distintos estratos económicos. Los contratos no tienen fecha de vencimiento.
Como un programa de viviendas protegida tan robusto, al sector privado no le queda otra opción que mantener sus precios moderados para mantenerse en el mercado. En 2022, el precio promedio mensual de un piso de 60 m2 era de 825 dólares. Todos los alquileres sociales se consiguen por debajo de ese precio.
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En la actualidad, el subsidio de vivienda de Viena se paga con un impuesto del 1 por ciento sobre los salarios de cada residente vienés. La mitad de ese 1 por ciento es deducido directamente del salario y la otra mitad de la contribución la paga el empleador.
La ciudad ha resistido las olas reformistas que han pretendido modificar el sistema de viviendas públicas, aunque han modificado los criterios de elegibilidad para garantizar la economía, la sostenibilidad social, la ecología y la arquitectura.
Algunos de los nuevos edificios sociales tienen piscinas en los techos y todos tienen que dedicar la mitad del proyecto a los espacios verdes.
Potencias económicas como Estados Unidos están estudiando el modelo de vivienda pública vienés para intentar paliar el rotundo fracaso de sus proyectos para garantizar la vivienda a los sectores desfavorecidos.
Fuentes: Politico, Huduser.gov, FT, The Nation, NewStateman, Monocle
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