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Después de las elecciones, hay un optimismo cauteloso de que pocas narrativas falsas se arraigaron

Se procesan papeletas en el Centro Electoral del condado de Maricopa en Phoenix, el 9 de noviembre de 2022. (Alisha Jucevic/The New York Times).
Se procesan papeletas en el Centro Electoral del condado de Maricopa en Phoenix, el 9 de noviembre de 2022. (Alisha Jucevic/The New York Times).

La mañana del día de las elecciones, Charlie Kirk, el presentador conservador de un programa de entrevistas en Arizona, compartió en Twitter un video sobre máquinas para votar descompuestas en el condado de Maricopa, seguido de una serie de publicaciones que sugerían que los problemas eran intencionales.

“Es un caos fabricado”, escribió y exigió que los responsables fueran arrestados.

El video fue compartido casi 20.000 veces y le dieron me gusta más de 30.000 usuarios, entre ellos muchas cuentas prominentes con cientos de miles de seguidores. La publicación y otras parecidas en una docena de plataformas en línea detonaron una falsa narrativa sobre delitos generalizados contra las votaciones entre personas predispuestas a creer que las elecciones del país estaban amañadas.

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Y, a pesar de todo, cuando inició el día de las elecciones, el impulso de esa narrativa pareció menguar.

El expresidente Donald Trump realizó una serie de publicaciones en su propia plataforma, Truth Social, sobre problemas electorales el martes en Pensilvania, Arizona y Míchigan. Sin embargo, más tarde, redirigió su ira hacia los candidatos a los que les fue mal, incluidos los que había respaldado, como Don Bolduc y Joe O’Dea, los republicanos que perdieron contiendas por el Senado en Nuevo Hampshire y Colorado.

Las principales plataformas de redes sociales tuvieron dificultades para combatir la información errónea y falsa en línea mientras se computaban los resultados, pero los investigadores que estudian el problema comentaron que los esfuerzos para atizar las dudas sobre el resultado del proceso democrático en Estados Unidos —por lo menos hasta el momento— no lograron afianzarse.

Algunas personas lo consideraron una señal esperanzadora de la resiliencia del sistema político, aunque pocos cantaron victoria en la lucha contra la desinformación.

En una sesión informativa celebrada el miércoles, los líderes de Common Cause, el grupo apartidista encargado de la rendición de cuentas del gobierno, señaló que las elecciones habían tenido menos complicaciones de las que muchos temían a pesar de los “pequeños problemas administrativos” en algunas mesas electorales que fueron incriminadas en línea como evidencia de conspiraciones. La gran participación de los votantes dejó claro que rechazaron el “negacionismo electoral basado en falsedades”, opinó Khalif Ali, director de Common Cause Pensilvania.

El representante Adam Kinzinger, republicano de Illinois, quien rompió lazos con Trump y su partido a causa de las acusaciones de que las elecciones presidenciales de 2020 fueron robadas, hizo eco de eso el martes por la noche. “Los negacionistas de las elecciones son perdedores esta noche”, escribió en Twitter.

Sin embargo, eso no es del todo cierto, y eso también podría ayudar a explicar por qué no se han propagado tanto más narrativas sobre fraude electoral. Según un análisis de The New York Times, más de la mitad de los 370 candidatos que de alguna manera habían sembrado la duda sobre la victoria del presidente Joe Biden ganaron sus contiendas hasta el mediodía del miércoles.

Entre ellos se encontraban 170 miembros de la Cámara de Representantes, donde los republicanos parecían estar cerca de hacerse de una mayoría. Aunque el partido no logró la “ola roja” que muchos anticipaban, sus éxitos tal vez hayan moderado algunas de las teorías de la conspiración que surgieron a inicios del martes.

Debido a que todavía hay candidatos republicanos prominentes que están a punto de ganar, centrar la atención en un fraude podría socavar esas victorias, que incluyen el control mayoritario de la Cámara de Representantes y el Senado. Kirk, quien respaldó a los nominados republicanos a gobernador y senador en Arizona, predijo que ambos iban a triunfar cuando se contaran los últimos votos.

“Lo ocurrido en este estado anoche fue muy especial”, escribió el miércoles.

Las plataformas antiguas —Twitter, Facebook y YouTube— señalaron que el martes eliminaron miles de publicaciones que incluían desinformación electoral, pero a pesar de esto, figuras prominentes difundieron narrativas falsas en línea.

Twitter, ahora propiedad de Elon Musk, enfrentó críticas a lo largo del día por no eliminar publicaciones engañosas, aunque el martes por la noche sí etiquetó como engañosa al menos una de Kirk.

TikTok, plataforma que tiene un estimado de 1600 millones de usuarios activos al mes en todo el mundo, declaró que estaba etiquetando las publicaciones relacionadas con las elecciones de medio mandato con enlaces que dirigían a los usuarios a un Centro electoral lleno de información sobre las votaciones de fuentes autorizadas. La empresa bloqueó a políticos y partidos políticos para que no recaudaran fondos en la plataforma y ha señalado que está intentando educar a los usuarios sobre sus reglas de patrocinio, las cuales les prohíben a los creadores recibir pagos para producir contenido político.

TikTok ha tenido problemas para monitorear la desinformación en su plataforma enfocada en videos, a la cual gobierna un algoritmo de recomendaciones poco comprendido pero poderoso. Un experimento reciente a cargo de investigadores especializados en desinformación reveló que TikTok no había logrado detectar el 90 por ciento de los anuncios con mensajes falsos y engañosos sobre las elecciones, mientras que Facebook y YouTube identificaron y bloquearon la mayoría.

YouTube dedicó 15 millones de dólares a la contratación de más de 100 moderadores de contenido para que les ayudaran con las elecciones de medio mandato estadounidenses y las elecciones nacionales brasileñas, además de los más de 10.000 moderadores existentes. La empresa también dijo que había ajustado su algoritmo de recomendaciones para que no les sugiriera a otros usuarios contenido político de fuentes no verificadas, y había creado una sala de guerra para eliminar en tiempo real videos y emisiones en vivo el día de las elecciones.

Media Matters, una organización activista, encontró que hubo canales de YouTube que siguieron diseminando acusaciones en español sobre irregularidades en el cómputo de votos en Illinois, Pensilvania y Arizona. Algunos de esos videos dirigen a los espectadores a otras plataformas, donde pueden compartir comentarios adicionales o teorías de la conspiración. Aunque la plataforma prohibió las teorías conspirativas que denuncian el robo de las elecciones presidenciales de 2020, no emprendió una medida similar este año.

Meta, empresa que anunció recortes de personal el día posterior a las elecciones, había reducido los equipos a cargo de vigilar el contenido sobre las elecciones en los meses previos a la votación. La empresa señaló que estaba comprometida con tomar muchas de las precauciones que implementó antes de las elecciones presidenciales de 2020, entre ellas la suspensión temporal de todos los anuncios “políticos, electorales y de temática social” de sus plataformas.

Meta, la dueña de Instagram y WhatsApp, también eliminó las publicaciones que promovían la supresión del voto y rechazó los anuncios que desanimaban a la gente a votar.

Debido a que todavía faltaban varias contiendas por definir, la información falsa o engañosa siguió apareciendo el miércoles en las principales plataformas, e incluía preguntas sobre el ritmo del cómputo de votos en Nevada, donde la contienda por el Senado podría decidir qué partido controla el organismo.

En plataformas alternativas, entre ellas algunas asociadas con el extremismo político y la violencia, no hubo ninguna señal de moderación.

“Mientras Twitter, Facebook, YouTube y otras plataformas se preparan para censurar la más mínima conversación que exponga el fraude electoral, la política electoral de Gab’s es simple: la Primera Enmienda”, escribió antes de la votación el fundador de Gab’s, Andrew Torba. “No vamos a vigilar los debates sobre las elecciones antes, durante ni después de la votación. No ‘verificaremos’ contenido”.

© 2022 The New York Times Company