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Elon Musk: se acelera la carrera para lanzar una “superapp” que lo haga todo

etrato del magnate empresarial e inversor Elon Musk, con el logotipo de Twitter en segundo plano.
etrato del magnate empresarial e inversor Elon Musk, con el logotipo de Twitter en segundo plano. - Créditos: @kovop58

¿Será que Elon Musk ya se aburrió de su “foro público”? A casi dos meses de haber comprado Twitter, ahora el empresario parece apuntar su mirada irreverente hacia el mundo entero. Musk quiere desarrollar una superaplicación. Ya sea que se termine llamando “Twitter 2.0″ o “La aplicación todo en uno” o “X”, sus planes todavía están en la supernebulosa. Y la serie de diapositivas que tuiteó el 26 de noviembre no contenían casi ninguna información y no echaron la menor luz sobre sus planes. Sus vagas referencias a WeChat, de Tencent, tal vez den algunas pistas: a principios de este año, Musk describió la superapp china como “Twitter + PayPal + un montón de otras cosas, y todo empaquetado en una gran interfase”. Lo que sí queda claro es que Musk enfrentará obstáculos en su camino.

Una eventual superapp de Twitter se sumaría una creciente lista de aplicaciones con aspiraciones de omnipotencia. Lanzada en 2011, WeChat impulsó la adopción masiva de los celulares inteligentes en China, y actualmente puede jactarse de sus 1300 millones de usuarios y de una pasmosa ubicuidad en la vida cotidiana de los chinos. La sumatoria plataforma de pagos, comercio electrónico y juegos sobre un servicio de mensajería la convirtieron en una aplicación alucinantemente popular. En 2017, con el lanzamiento de “mini programas” —millones de aplicaciones desarrolladas por terceros que existen dentro del propio WeChat— consolidaron su posición como el verdadero sistema operativo del internet en China. Y en el resto de las economías emergentes tampoco faltan los intentos de construir una superapp. En el Sudeste Asiático, Grab compite con GoTo, formada por una asociación entre la gigante empresa de red de transporte Gojek y el sitio de compras online Tokopedia. Durante este año, ambas empresas han perdido más de la mitad de su valor de mercado, pero el concepto que las unió sigue demostrando su resiliencia, a punto tal que el hombre más rico de la India, Gautam Adani, ha manifestado recientemente que también planea sumarse a la carrera.

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La idea no es nueva. La ambición de desarrollar una superaplicación es un elemento común a todas las presentaciones de las empresas norteamericanas desde hace muchos años. Hasta Walmart anunció planes para desarrollar la suya. La mayoría de esos planes implican juntar la mayor cantidad posible de servicios estrechamente relacionados dentro de una misma aplicación. PayPal y Uber han hecho intentos de construir aplicaciones líderes de su sector, en vez de equivalentes de WeChat. Esos límites no siempre han sido autoimpuestos: fueron los inversores los que se resistieron a correr esa frontera mucho más allá. El año pasado, cuando se filtraron los detalles de las conversaciones de PayPal para dar el salto al comercio electrónico a través de la compra de Pinterest por US$45.000 millones, las acciones de la empresa de desplomaron y el tema fue rápidamente descartado. Y en el clima de negocios actual, cualquier otro intento de ese tenor sería todavía menos digerible para los accionistas. Al haber convertido Twitter en una empresa privada, Musk no tendrá accionistas que intenten cortarle las alas, pero enfrentará desafíos todavía más cruciales si realmente quiere tomar el camino de las superaplicaciones.

El mayor impedimento que tienen las superapps es, para sorpresa de nadie, las tiendas de aplicaciones. Apple, que fabrica más de la mitad de los celulares de Estados Unidos, es el portero oficial de lo que ven o dejan de ver los norteamericanos. Apple protege su posición muy celosamente, y por excelentes razones. La empresa no revela las cifras reales de los ingresos que le reporta su tienda de aplicaciones, pero se estima que representa una porción importante de su segmento de servicios, que factura US$78.000 millones al año. Esa infraestructura, incluido el notable éxito de su plataforma de pagos Apple Pay, lanzada en 2014, es lo más cercano a una verdadera superapp que existe en Estados Unidos.

WeChat es la superapalicación china
WeChat es la superapalicación china - Créditos: @shutterstock

Musk ya se ha chocado con ese techo más de una vez. En noviembre, usó una disputa por los avisos de Apple en su sitio para quejarse de las tarifas que Apple les cobra a las aplicaciones que hacen negocios en su ecosistema, “un impuesto secreto del 30%”, en palabras del propio Musk. No es el primer magnate que se queja de esa tajada, pero esa tarifa implicará una reducción desagradable de los márgenes de ganancias del nuevo modelo de negocios de Twitter, basado en la suscripción. Después de reunirse con el mandamás de Apple, Tim Cook, en la sede de la empresa en Cupertino, Musk salió más tranquilo. Pero si Musk sigue adelante con sus planes, lo más probable es que esa escaramuza no sea la última: cualquier intento de expandir Twitter para incorporar un sistema de pagos o crear una plataforma para que se ejecuten “miniprogramas” dentro de la aplicación provocaría una guerra más de fondo. Y es una batalla que Musk probablemente perdería. Para poder empezar a darles órdenes a los entes reguladores, Twitter tendría que ser todavía mucho más grande. Por el contrario, cuesta imaginar que los usuarios de WeChat abandonen la aplicación si es eliminada de los iPhone de Apple en China.

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Las que están en mejores condiciones para convertirse en superaplicaciones y de hacer frente a Apple son las plataformas más grandes. Según el portal de noticias The Information, Microsoft ha considerado crear su propia superaplicación, una plataforma que combinaría compras, mensajería y búsqueda en la web, y que lograría meter mano en las billeteras de los consumidores ahora que clientes comerciales van reduciendo su gasto en publicidad. Tal vez también Meta pueda estar a la altura del desafío, por más que sus inversores actualmente reclamen que la empresa ponga freno a su ambicioso Metaverso, cuya lógica presumiblemente era poder saltearse el ecosistema de Apple. La empresa matriz de Facebook ha comenzado a integrar las propiedades de redes sociales de la empresa, y el servicio de mensajería WhatsApp está incorporando servicios de pago en la India y en Brasil. Es probable que la consolidación patrimonial sea un camino más rápido hacia el éxito de una superaplicación que el enfoque orgánico que Musk tendría que adoptar dada la agobiante carga de deuda de su empresa.

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Otro obstáculo es la confianza. La concentración implícita en el modelo de superaplicación requiere de la confianza de los reguladores, los consumidores y los desarrolladores que eligen operar sus negocios dentro de una plataforma. Los reguladores podrían celebrar el enfoque irreverente de Musk hacia las Big Tech y la creación de otra gran plataforma, pero ganarse la confianza de los consumidores le resultará más difícil. De todas las potenciales piedras angulares de una futura vida digitalizada, la Twitter de Musk no ofrece una perspectiva muy convincente: no es tan grande como Meta ni tan seria como Microsoft.

Y convencer a las empresas para que se asocien con Twitter o participen en cualquier plataforma de “miniprogramas” que Musk pueda crear podría ser todavía más difícil. Hasta ahora, el desembarco de Musk en la red del pajarito vino acompañado de mucho drama y de políticas erráticas, que durante varias semanas incluso ahuyentó a los grandes anunciantes. Si Musk quiere hacer la transición y pasar de ser un infractor de las reglas a un creador de reglas, no solo deberá resolver los desafíos comerciales que se interponen a su ambición de desarrollar una superaplicación, sino también modificar las expectativas de lo que podría hacer si llega a convertirse en el dueño de una de ellas.

(Traducción de Jaime Arrambide)