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España fue el país que más importó gas ruso por barco en julio y agosto

El drástico recorte en los envíos de gas ruso por tubo a la Unión Europea contrasta con la evolución de las ventas por barco a los socios más occidentales del bloque. En julio y agosto, España fue el país del mundo que más gas natural licuado (GNL, en la jerga del sector; el que llega por vía marítima) compró a Rusia: los importadores españoles transfirieron más de 747 millones de euros a las energéticas de ese país, según los datos publicados este martes por el Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA). El centro de estudios ambientalista, que hace recuentos periódicos sobre los ingresos de Moscú por ventas de energía desde el inicio de la guerra, sitúa a continuación a Francia (que pagó 600 millones por este concepto) y a China (527 millones). El puerto de Bilbao fue el tercero del mundo que más gas ruso recibió en julio y en agosto, tras Montoir-de-Bretagne (Francia) y Zeebrugge (Bélgica). Y el de Sagunto fue el quinto.

En los algo más de seis meses transcurridos desde la invasión de Ucrania, España es el tercer máximo comprador de GNL ruso, solo por detrás de Francia y Bélgica, y por delante de colosos como Japón y China, los dos mayores importadores mundiales de este combustible. En el caso del gas llegado por tubo, Bulgaria lideró las compras a Rusia: solo en el séptimo y en el octavo mes del año pagó 1600 millones, seguido por Turquía (casi 1.400 millones) y Alemania (1.200).

“Estamos en una situación perversa: las exportaciones de gas ruso a Europa se han reducido en tres cuartas partes en el último año [en volumen], pero sus ingresos siguen siendo mucho mayores y sigue ganando tanto dinero como en la primera mitad de 2021″, explica Lauri Myllyvirta, analista principal de CREA y coautor del estudio. “Hay que actuar sobre los precios”, reclama.

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Los ingresos derivados de las ventas de energía están siendo fundamentales tanto para el sostenimiento de la campaña bélica en Ucrania por parte del Kremlin como para evitar el colapso de su economía pese a las sanciones europeas y estadounidenses. El 40% del presupuesto anual ruso depende directamente de estas entradas de divisas y su evolución —resaltan los técnicos de CREA— ha estado históricamente correlacionada con su gasto militar. Desde el pasado 24 de febrero, cuando el régimen de Vladímir Putin inició la invasión, Moscú ha obtenido 158.000 millones de euros por su gas natural, petróleo y carbón, de los que 43.000 millones han ido a parar directamente a sus arcas públicas, “contribuyendo a financiar crímenes de guerra”.

Generar electricidad

En el reciente aumento de las importaciones españolas influyen varios factores. El primero es estructural: la amplia disponibilidad de plantas regasificadoras, imprescindibles para devolver a estado gaseoso el GNL que viaja por barco. España tiene seis activas, que suman más de la tercera parte de la capacidad total de los Veintisiete, y eso le permite recibir gas desde cualquier rincón del planeta, Rusia incluida. El contraste es evidente con otros grandes socios europeos, como Alemania, que todavía no cuenta con ninguna y que depende íntegramente de las llegadas por ducto, recién cortadas por Putin.

El segundo es el considerable aumento en la generación de electricidad mediante la quema de gas natural: el uso de este combustible en las plantas españolas de ciclo combinado casi se ha duplicado en lo que va de año. El estirón ha sido particularmente importante estos meses de verano, en los que altas temperaturas —y, por tanto, el mayor uso de los aires acondicionados— han provocado un aumento del consumo en franjas horarias en las que el gas aporta una fracción sustancial del total de electricidad producida.

Hay más. Las exportaciones de electricidad a Francia se han disparado: el país vecino tiene 32 de sus 56 reactores nucleares parados por corrosión o mantenimiento, y está estirando al máximo la interconexión pirenaica. Esa demanda extra procedente del país vecino, propulsada también por los precios más competitivos en la Península con el tope al gas, ha obligado a reactivar los ciclos combinados más antiguos, menos eficientes y, por tanto, que más gas devoran. El cuarto factor es la sequía, que ha hundido la generación eléctrica a mínimos de 30 años y que también ha obligado a quemar más gas que nunca en lo que va de 2022.

En julio —el último mes para el que el gestor del sistema gasista, Enagás, ha publicado datos—, Rusia fue el tercer mayor suministrador español de GNL, tras Estados Unidos y Nigeria. Aportó casi 5320 gigavatios hora (GWh), frente a los más de 8500 del país norteamericano y los cerca de 5900 del africano. En junio, Rusia fue el segundo mayor vendedor de gas por barco a España, solo por detrás de EE.UU. Parte de este combustible ha sido destinado a su acopio en depósitos de cara a un invierno que se antoja especialmente difícil en términos de abastecimiento y precios.

China y las compras fósiles a Rusia

Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, China es —de largo— el país que más dinero ha transferido al Kremlin a cambio de sus combustibles fósiles: alrededor de la quinta parte del total. En estos más de seis meses ha pagado casi 30.000 millones de euros por su petróleo, 1000 millones por su gas natural y más de 3000 millones por su carbón.

En este último caso, el veto de la UE sobre las importaciones procedentes del gigante euroasiático —en vigor desde el pasado 10 de agosto— sí se ha traducido en una reducción de sus ventas. “Rusia no ha logrado encontrar otros compradores para reemplazar la declinante demanda europea de carbón, a pesar de que esta medida llevaba meses siendo de dominio público”, se lee en el documento presentado este martes. “En las semanas transcurridas desde la prohibición, no se han producido incrementos notables en los envíos a otros países o regiones”.

Todo lo contrario de lo que está ocurriendo con el petróleo, un ámbito en el que Moscú sí está consiguiendo redirigir sus exportaciones gracias a los procesos de refino, a la mezcla con otras variedades de crudo y a los transbordos y transferencias de barco a barco.