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El hidrógeno le ofrece a Alemania la oportunidad de liderar la energía verde

Christoph Noeres, director de hidrógeno verde en ThyssenKrupp Nucera, la cual fabrica electrolizadores, en la sede de la empresa en Dortmund, Alemania, el 20 de marzo de 2024. (Felix Schmitt/The New York Times)
Christoph Noeres, director de hidrógeno verde en ThyssenKrupp Nucera, la cual fabrica electrolizadores, en la sede de la empresa en Dortmund, Alemania, el 20 de marzo de 2024. (Felix Schmitt/The New York Times)

DUISBURGO, Alemania — En la ciudad de Duisburgo, en el corazón industrial de Alemania, hay un inmenso complejo siderúrgico que es uno de los principales contaminadores de Europa. Sin embargo, junto a los hornos y fundidoras de la planta siderúrgica, los técnicos han desarrollado una máquina que pronto podría desempeñar un papel vital en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por medio de la electricidad para dividir el agua en sus dos elementos, el dispositivo, un modelo de prueba llamado “electrolizador”, produce hidrógeno, un gas sin carbono que podría ayudar a impulsar fábricas como la de Duisburgo. Si se generaliza su uso, los dispositivos podrían contribuir a limpiar las industrias pesadas, como la siderúrgica, en Alemania y otros países.

“Tal vez estemos en una de esas pocas industrias muy prometedoras en las que Alemania tiene una base significativa y muy alentadora”, comentó Werner Ponikwar, director ejecutivo de ThyssenKrupp Nucera, la cual produce los electrolizadores. La empresa se escindió de ThyssenKrupp, un gigante alemán del acero, en 2023.

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El proyecto de Nucera recibió el respaldo de un fondo del gobierno alemán con un valor de 700 millones de euros (746 millones de dólares). En total, los gobiernos estatales y federal de Alemania han destinado 13.200 millones de euros a inversiones en unas dos docenas de proyectos para desarrollar el hidrógeno.

El concepto del hidrógeno como una fuente de energía renovable ha estado presente desde hace años, pero apenas en la última década ha despegado la idea de su potencial para remplazar los combustibles fósiles como impulso de la industria pesada, lo cual ha provocado un aumento de la inversión y avances en la tecnología.

Ese apoyo está empezando a dar resultados. Los dueños de algunos de los proyectos de energía limpia más ambiciosos del mundo —como Shell, la mayor empresa energética de Europa, y el gobierno de Arabia Saudita— han pedido versiones mucho más grandes del electrolizador de dos megavatios de Duisburgo, en su apuesta por una era industrial sin emisiones de carbono.

Un trabajador transporta módulos de celdas para un electrolizador que fabricó ThyssenKrupp Nucera, junto a una planta siderúrgica en Duisburgo, Alemania, el 20 de marzo de 2024. (Felix Schmitt/The New York Times)
Un trabajador transporta módulos de celdas para un electrolizador que fabricó ThyssenKrupp Nucera, junto a una planta siderúrgica en Duisburgo, Alemania, el 20 de marzo de 2024. (Felix Schmitt/The New York Times)

Washington destinó más financiamiento como parte de los incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación del presidente Joe Biden, la ley de 2022 que ofrece cientos de miles de millones de dólares a la tecnología libre de carbono, o verde. El mes pasado, el Departamento de Energía le otorgó un subsidio de 50 millones de dólares a Nucera para seguir desarrollando la producción de electrolizadores a escala de gigavatios para Norteamérica.

Estos grandes subsidios reflejan el reconocimiento de que la tecnología no despegará sin el apoyo de los gobiernos, afirmó Christoph Noeres, director de hidrógeno verde en Nucera, quien mencionó las promesas multimillonarias para proyectos de acero verde e hidrógeno verde desde Berlín hasta Washington.

“Creo que entendieron que ahora esto debe ser a gran escala”, comentó.

Los analistas destacan la capacidad del hidrógeno producido con energías renovables para recortar las emisiones de dióxido de carbono de las industrias pesadas, incluida la siderurgia y los viajes de larga distancia por aire o mar.

“La única razón por la que es posible no creer en el hidrógeno es que no creamos del todo en la descarbonización”, afirmó Bernd Heid, director de la Plataforma de Tecnologías Climáticas de la consultoría McKinsey & Co. “Hay altibajos y avanza por oleadas, pero confío en que vamos por un camino largo, pero constante hacia la descarbonización”.

Alemania está trabajando para reducir de forma radical la cantidad de dióxido de carbono que emite para 2045. Para lograrlo, no solo tendrá que cambiar a combustibles bajos en carbono, como la electricidad para la calefacción y el transporte, sino también encontrar formas de recortar las emisiones de las industrias más sucias, como las del acero, los fertilizantes y el cemento.

ThyssenKrupp planea utilizar el hidrógeno para con el tiempo ayudar a reducir los 20 millones de toneladas de dióxido de carbono que emite cada año su planta siderúrgica de Duisburgo, alrededor del 2,5 por ciento de las emisiones totales de Alemania. La empresa, cuyas raíces se remontan a la Revolución Industrial del siglo XIX, hace poco recibió la amenaza existencial de la competencia de China y otros factores que socavan sus negocios clave, incluida la producción de acero.

El 11 de abril, ThyssenKrupp anunció que iba a reducir en un 20 por ciento la capacidad de producción en la planta de Duisburgo, la cual emplea a unas 13.000 personas. La empresa citó entre los motivos de la reducción los elevados precios de la energía y la presión para cumplir la neutralidad de carbono.

La incursión de ThyssenKrupp en el hidrógeno por medio de Nucera, de la cual posee poco más del 50 por ciento, demuestra que las semillas del crecimiento económico para las industrias alemanas pueden estar en los paisajes oxidados de la decadencia industrial. Dentro de la caja de sorpresas de los negocios de ThyssenKrupp había un proveedor líder mundial de equipos para la producción de cloro, un producto químico con muchos usos, como el agua potable y las piscinas. Resulta que las nuevas versiones de estas máquinas pueden utilizarse para fabricar hidrógeno.

Da la casualidad que estar vinculado a una empresa bien conocida que ha ayudado a construir fábricas y otras grandes instalaciones en todo el mundo ha sido un gancho comercial para clientes potenciales. Cuando CF Industries, un gran productor de fertilizantes, decidió invertir en un electrolizador para fabricar amoníaco de bajas emisiones en una planta de Donaldsonville, Luisiana, el historial industrial de ThyssenKrupp lo llevó a elegir Nucera para suministrar una unidad de 100 millones de dólares.

“Creímos que ofrecía el menor riesgo desde el punto de vista tecnológico y el mayor rendimiento y confiabilidad”, afirmó Tony Will, director ejecutivo de CF Industries.

Unos atributos similares provocaron que H2 Green Steel, una empresa emergente con sede en Estocolmo, eligiera a ThyssenKrupp para suministrarle el que podría ser el electrolizador más grande de Europa en una planta del norte de Suecia que producirá acero sin emisiones. Según Maria Persson Gulda, directora de tecnología en H2 Green Steel, muy pocos proveedores potenciales “tienen el músculo” para cumplir los objetivos de rendimiento exigidos.

Nucera no se ha escapado del todo del declive de las energías renovables, el cual ha afectado las acciones de otras empresas enfocadas en el hidrógeno, como ITM Power en el Reino Unido y Plug Power en Estados Unidos. Las acciones de la empresa, que en julio cotizaban a 20 euros, han caído a unos 12 euros.

Debido a que el aumento de las tasas de interés y la inflación está cambiando de forma drástica la economía de los proyectos de energías renovables, los analistas han reducido la escala de sus expectativas para la adopción del hidrógeno. “Todo es más caro de lo que se pensaba en un inicio”, comentó Hector Arreola, analista principal del hidrógeno en Wood Mackenzie, una consultoría energética.

Nucera declaró en febrero que las ventas del trimestre que terminó el 31 de diciembre aumentaron un 35 por ciento en comparación con el año anterior, a 208 millones de euros.

El impulso en esencia ocurrió gracias a la entrega de electrolizadores a Arabia Saudita, donde la empresa está suministrando lo que podría ser la mayor variedad de productores de hidrógeno verde del mundo como parte de un proyecto de 8400 millones de dólares en la región de Neom, la ambiciosa ciudad que está construyendo el príncipe heredero Mohamed bin Salmán. El gobierno saudita posee el seis por ciento de las acciones de Nucera.

La economía del hidrógeno verde depende en gran medida del precio de los electrolizadores y el costo de los volúmenes de la energía eléctrica libre de carbono necesarios para su funcionamiento. En un esfuerzo por mantener el liderazgo energético en los próximos años, Arabia Saudita tiene grandes ambiciones como exportador de hidrógeno porque puede producir energía solar barata en sus enormes desiertos. H2 Green Steel garantizó un contrato de bajo costo de energía hidroeléctrica, otra fuente verde.

El hidrógeno verde que producen los electrolizadores suele ser más caro que el llamado hidrógeno gris, el cual depende de combustibles fósiles y produce emisiones cuando se utiliza en industrias como la de los fertilizantes y el refinamiento del petróleo. Un índice experimental del hidrógeno que recopiló la Bolsa Europea de Energía, un mercado financiero, establece el hidrógeno verde en unas ocho veces el costo de los futuros del gas natural europeo.

Will de CF Industries comentó que el costo energético clave de producir su amoníaco verde sería de 600 dólares por tonelada, seis veces más que con el hidrógeno gris. Está alineando clientes dispuestos a pagar un costo más alto por un producto ecológico.

c.2024 The New York Times Company