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¿Mito o realidad? Por qué faltan empleados en un país en el que se reclama trabajo

Cosecha de uva. A pesar de la baja rentabilidad, la falta de cosechadores y los reclamos de los trabajadores vitivinicolas, la cosecha de uva no ha parado. Mendoza, miercoles 31 de marzo de 2021. (La Nacion/Marcelo Aguilar)

Cosecha de malbec en un vinedo de Barrancas, departamento de Maipu.
Las cosechas son, según los productores, actividades en las que falta mano de obra cuando se la necesita - Créditos: @Marcelo Aguilar

En las últimas semanas se repitieron las movilizaciones de organizaciones que reclaman extender los programas sociales y que, a la vez, piden “trabajo genuino”. Los pedidos conviven, paradójicamente, con los planteos empresarios acerca de que no se consiguen trabajadores en los niveles básicos porque se compite con los planes y, en los medios y altos, porque falta capacitación, a la vez que en determinados segmentos los que podrían ser candidatos, dados sus conocimientos, son trabajadores que optan por dar sus servicios, a cambio de ingresos en dólares, a empresas del exterior. De varias consultas realizadas por LA NACION a referentes de distintos sectores productivos de todo el país, surge como conclusión que la percepción respecto de las dificultades para conseguir empleados es transversal.

Es una realidad que se da en un país en el que el índice de desempleo cayó a 7% de la población activa a fines de 2021 –el nivel más bajo desde 2016–, aunque lo cierto es que mayoritariamente los nuevos puestos de trabajo relevados por la estadística son de baja calidad. De los trabajadores registrados, 1,5 millones son pobres, según los datos difundidos por el Indec. Y, si bien la pobreza mostró una caída y se ubicó en el 37,3% a fines del año pasado, se estima que ya hubo un aumento debido al repunte de la inflación.

Matías Ghidini, general manager de la consultora GhidiniRodil, analiza que “hace tiempo” hay una “desconexión” entre la oferta y la demanda laboral en la Argentina y dice que las ayudas sociales “conspiran” para conseguir personal en algunos segmentos. Enfatiza, además, que la “falta de planificación estratégica” es determinante para las brechas existentes y ejemplifica con el caso de la economía del conocimiento: se buscaron alternativas de formación, observa, pero se llegó tarde.

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“El trabajo del futuro se orienta a quienes están formados en ciencia, matemáticas y tecnología –agrega–, y la Argentina es un país de estudiantes de ciencias sociales. No solo tenemos el problema de los que no estudian o no terminan, sino que quienes sí estudian enfrentan inconvenientes de calidad y contenido. Los pocos que llegan no tienen lo que demanda el mercado”.

En las consultoras de empleo coinciden en que la escasez de talento es un problema global. Según la última encuesta de ManpowerGroup, siete de cada diez empleadores dicen tener dificultades para cubrir puestos. Luis Guastini, director general de la firma en la Argentina, señala que es una de las cuatro macro tendencias que impactan en el mercado; las otras tienen que ver con las “expectativas” de los trabajadores (la pandemia cambió la lista de prioridades); la necesidad de una identificación entre los valores personales y los de la empresa, y la flexibilidad. Los postulantes “piden más autonomía; si es híbrido el empleo, quieren ser ellos los que elijan en qué días y en qué horarios ir presencial”, explica.

Según Guastini, las empresas que incorporaron nuevas herramientas y automatizaron procesos, cambiaron el perfil de búsqueda. “La escasez –sintetiza– responde a que la gente que sale a buscar empleo tiene nuevas expectativas, y a que los empleadores no encuentran las habilidades que requieren”.

La directora de Servicios, Calidad y Transformación de Adecco Argentina y Uruguay, Carla Cantisani, describe dos escenarios críticos que sufren muchos sectores. En los perfiles “básicos” –incluyendo los oficios manuales– es “muy difícil competir con los planes y subsidios”, en especial por las condiciones que se exigen. Que haya horarios rotativos, traslados que implican largos tiempos de traslado por la ubicación de las plantas industriales, y que sean empleos más rústicos son algunos de los condicionantes. Además, por la pandemia se eliminaron comedores y eso quita un incentivo. “Es una suma de muchas cuestiones –admite–. Si la posición es temporal y no asegura el largo plazo, no quieren poner en riesgo el plan”.

La pobreza por ingresos y las carencias en materia de infraestructura y educación determinan una alta recurrencia a planes y subsidios
La pobreza por ingresos y las carencias en materia de infraestructura y educación determinan una alta recurrencia a planes y subsidios - Créditos: @Fabián Marelli/ LA NACION

El otro contexto se vincula con algunos sectores en particular, que no consiguen empleados con la capacitación requerida. Cantisani lo define como una “deuda de formación importante” y sostiene que “no podemos construir el semillero”. Ejemplifica: “En tecnológicas o perfiles de ingeniería hay mucho movimiento en el mercado. Cuesta retener al talento calificado”.

Una alternativa a la que recurren las compañías, dice Guastini, son las agencias de empleo que buscan personal eventual. Son el “puente” por el que ingresan jóvenes sin experiencia que la van armando a través de las distintas asignaciones. Según estima, alrededor del 40% queda en posiciones efectivas.

En respuesta a un reclamo histórico de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), el año pasado el Gobierno dispuso, a través del decreto 514, que los trabajadores rurales que reciben planes sociales pueden tener, a la vez, empleo en blanco. En las economías regionales había expectativas de que, por ese lado, llegara una solución a la falta de mano de obra, pero no fue así. Los “golondrinas”, en un principio dudan de que realmente vayan a mantener el plan. Además, quienes venían a trabajar en cosechas desde países limítrofes no lo hacen ahora, porque no les rinde el tipo de cambio.

Patricia Calderón, presidenta de la Federación Olivícola Argentina, señala que encontrar trabajadores para la producción no es complicado gracias a la formación de las escuelas agrotécnicas, pero sí es complejo conseguir personas para la cosecha. “Por eso, requerimos que las ayudas puntuales que da el Estado no sean solo para quienes no trabajan, porque sino, prefieren no estar registrados –describe–. Los últimos $18.000 (el llamado refuerzo de ingresos que se decidió otorgar desde el gobierno nacional) no les llegaron, y ahí empieza el tironeo”.

Cristian Klingbeil, presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones e integrante de CAME Economías Regionales, cuenta que potenciales trabajadores les dicen que les aconsejan que no acepten trabajar en blanco: “Es un problema en todas las provincias; en el caso puntual de la yerba, por cada kilo nos retienen $4 para el gremio. Si tomamos informales podemos tener sanciones y sino lo hacemos, no tenemos gente”.

Para la cosecha de este año –que fue más corta por razones climáticas– se necesitaba un 20% más de trabajadores respecto de los cerca de 18.000 que hubo. Un obrero que trabaje cinco días a la semana gana entre $20.000 y $25.000 en ese período. “Peleamos por la compatibilización con los beneficios sociales y no resultó lo esperado, pero, además, naturalizamos que se pierdan kilos y kilos de alimentos por no poder cosechar”, afirma Klingbeil.

Desde la Cámara Regional de la Producción y de la Agroindustria de Salta, su presidente, Eduardo Rodríguez, explica que en la cosecha de tabaco se requieren unas 120 personas por año por hectárea. Y dice que en cada período se agudiza el faltante, “igual que para la zafra de la caña de azúcar y para las legumbres”. Los tabacaleros cobran entre $1800 y $2200 diarios.

“Falta de todo, desde tractoristas a cultivadores –sigue–. Lo primero que piden muchos es ‘no me va a poner en el libro’, en referencia a no estar en blanco. En todas las cosechas del país circulaban unas 600.000 personas que conocen el oficio y trabajan muy bien, pero ese volumen se redujo muchísimo”.

En varias provincias, desde las cámaras de comercio hay quejas por la falta de personas para puestos básicos. La demanda se topa con una oferta sin experiencia y, en el caso de los distritos más chicos, con la imposibilidad por parte de los empleadores de pagar el salario de convenio. “Los que tienen experiencia son los primeros que consiguen, pero después se encuentra muy poco”, sostiene Juan Manuel Gispert, director ejecutivo de la Federación Económica de Mendoza. En ese contexto, priorizan para la contratación la “competencia actitudinal” y las entidades empresarias se encargan de las capacitaciones.

Entre las asociaciones de empresas que dicen tener más dificultades para encontrar personal están las de hotelería, gastronomía y servicios de salud
Entre las asociaciones de empresas que dicen tener más dificultades para encontrar personal están las de hotelería, gastronomía y servicios de salud - Créditos: @Aníbal Greco

Desde la Cámara de Comercio e Industria de Santiago del Estero, Alejandra Rafael, además de confirmar que es “difícil” cubrir puestos por capacitación insuficiente, aporta que es “imposible” para una pyme del interior poder cumplir con los convenios establecidos. Las negociaciones salariales centralizadas, coinciden varias fuentes consultadas, fijan parámetros que “no se pueden respetar”. Por caso, mientras un salario inicial de comercio es de $120.000 hay ciudades en las cuales un médico del Estado gana entre $60.000 y $70.000.

Sobre ese punto, Guastini admite que la centralidad de los convenios genera dificultades para negociar, “no solo salarios, sino también condiciones”. Como resultado de los cambios por la pandemia, señala, hay una “federalización del empleo” (por el trabajo híbrido o, directamente, el home office) y eso genera una “competencia” que antes no tenían las empresas locales.

Sectores con poca oferta

“No es mito, es realidad que no hay empleados para lo que se busca –manifiesta Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer–. Hay que diferenciar entre el AMBA y el resto del país”. Dice que cubrir vacantes de operarios es “complicado”.

“Los planes sociales son un problema, porque el trabajador no registra una diferencia significativa neta en sus ingresos cuando se incorpora inicialmente al sistema formal”, sintetiza. Según calcula, dos Potenciar Trabajo en un grupo familiar, más la Tarjeta Alimentar, más la Asignación Universal por Hijo y algunas “changas” son equivalentes al sueldo inicial de alguien sin experiencia, en un trabajo que implica realizar tareas durante ocho horas, cumplir un horario e incurrir en gastos de transporte y de almuerzo.

A su entender, el problema de la capacitación es “transversal” a todos los sectores y es más evidente en los segmentos más bajos, “donde hace mucho tiempo hay personas que no trabajan en relación de dependencia o que nunca lo hicieron. Entre los jóvenes, este problema se acrecienta mucho; no suelen reconocer la diferencia entre un empleo formal y una changa o un plan, porque lo que miran es el ingreso neto. La obra social, la jubilación, las vacaciones pagas, les quedan lejísimo de ser algo importante, les interesa el ‘acá y ahora’”.

Galfione menciona que varias cámaras trabajan con el Ministerio de Desarrollo Social para lograr que quienes se incorporen al empleo formal no pierdan el beneficio por un año y para que el empleador que lo tome descuente como suma no remunerativa el plan. En octubre pasado se emitió un decreto, el 711, que plantea bases en ese sentido.

Respecto de los mandos medios y altos, indica que el problema es la falta de oferta: “Casi no hay profesionales sin empleo en la Argentina; hay mucha rotación en búsqueda de mejores oportunidades y, literalmente, los empresarios nos vamos ‘sacando gente’ entre nosotros, porque no conseguimos. Donde más se nota es en puestos técnicos de todo tipo, supervisores con experiencia, laboratoristas, ingenieros”.

Hoteles, restaurantes y salud

Desde que se flexibilizaron las restricciones por la pandemia, el movimiento en hoteles y restaurantes mejoró y, desde la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina, también dicen que hay escasez de personal, “como en todo el mundo”.

Fernando Desbots, su presidente, apunta que muchos trabajadores se reconvirtieron durante la época en que los locales estuvieron cerrados. “Encontraron empleo en otros sectores o avanzaron con emprendimientos propios” y en algunos destinos –especialmente en temporada alta– el empresario “sufre” la falta de oferta de trabajadores para cubrir una demanda creciente.

“Están los que debieron salir a buscar personal en ciudades cercanas; muchos establecimientos no lograron reemplazar a empleados con experiencia, que para son muy importantes porque somos Pymes de servicio. La capacitación es fundamental, por lo que organizamos cursos en distintas modalidades, tanto para cubrir los puestos básicos, como los que requieren calificación media o alta”, reseña.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay un déficit mundial de 18 millones de trabajadores de la salud. Y la Argentina ocupó el puesto más bajo de personal de enfermería con título de grado (11% sobre el total de profesionales) entre los 27 países de las Américas. Daniela Mora Simoes, integrante de la Comisión de Recursos Humanos de Adecra+Cedim, dice que es una carrera a la que “ingresan muchos y de la que egresan pocos; lo mismo pasa con los médicos, que no necesariamente optan por piso y guardia y buscan especializaciones, con las que puedan armonizar mejor con su vida personal”.

La directiva advierte que, en el caso de la enfermería, es “difícil estudiar si no se puede trabajar en paralelo, y eso desalienta”. Hay entidades que buscan articular proyectos para que, mientras cursan, pueden ocupar posiciones no asistenciales, de ayudantes. Los salarios que, en comparación con otros del sistema formal, son bajos por la exigencia que demanda el puesto, no ayudan a acercar gente. La preocupación por la escasez de recursos humanos hizo que el tema de la “transformación de los entornos laborales, las nuevas estructuras y los modelos de trabajo” sea parte del congreso de Adecra+Cedim, que se hará en agosto.

Según datos de la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), históricamente en el país hay un déficit de 5000 puestos sin cubrir, cifra que puede convertirse en 15.000 si se contempla, además, la demanda insatisfecha de posiciones IT en otros sectores de la economía. Los asalariados del software están, en promedio, entre el 5% de quienes más ganan entre todos los asalariados del sector privado.

Pablo Gigy, presidente del Clúster Tecnológico Córdoba, abunda en que escasean programadores en general, de diversas tecnologías. “No solo los salarios del sector superan, por lejos, a la media de la economía, sino que hay un altísimo nivel de formalidad. Hay algunas tecnologías muy especializadas en las que hay, todavía, menos oferta y tienen salarios más altos, como inteligencia artificial o blockchain”, repasa. Y añade que la tendencia a trabajar de manera independiente crece. Los más formados son, también, los que cuentan con más posibilidades, y son buscados por empresas internacionales con ofertas “con las que es muy difícil competir”.

Los empresarios nucleados en Industriales Pymes Argentinos (IPA) acuerdan con el diagnóstico de sus pares de firmas más grandes. El titular de la entidad, Daniel Rosato, advierte que, por la falta de gente para determinadas posiciones, “se los sacan unos a otros”. Reconoce que en los puestos básicos es “complejo” competir con un plan social: “Hemos planteado que no les quiten el beneficio a quienes consiguen un empleo, porque sino, no quieren en blanco; prefieren ese ingreso y una changa y suman más que un sueldo. Hay que incentivar la capacitación, que esa sea una condición para tener el plan. Es la tarea más fina que hay que hacer”.