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Por la necesidad de divisas, las barreras a las importaciones complican aún más la situación del país

En una semana intensa, marcada por la renuncia del exministro de Economía, Martín Guzmán, su sucesora, Silvina Batakis, hizo referencia, apenas asumió a la importancia de “lograr más exportaciones”. Por otro lado, hace poco, fue la vicepresidenta Cristina Kirchner quien dijo que, en este momento, hay un “festival de importaciones”.

En un país desesperado por dólares a causa de la crisis de reservas en el Banco Central, estas dos citas marcan un rumbo político: hay que exportar más, pero importar menos. Pero, ¿es esto posible?. O, mejor dicho, ¿es esto deseable?

“No hay un festival de importaciones, sino la recuperación de un país que estuvo parado en 2020″, analiza Fernando Furci, gerente general de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), “Por cada punto del PBI que crece el país, crecen también el 3% las importaciones. El resto del mundo también funciona bajo esta proporción”.

Concuerda el economista y experto en negocios internacionales, Marcelo Elizondo, “no se puede hablar de festival, en ningún caso. Hay años con más nivel de importaciones porque crece la economía. Lo que se quiere hacer es ponerle límites a las importaciones porque escasean los dólares. Cuando se quieren controlar todas las variables de la economía, como decisión política, se argumenta de esta manera. Sin embargo, si se comparan las importaciones con años anteriores, no hay un despegue de importaciones. Crecieron con respecto al año anterior, pero porque durante la pandemia estaban en niveles muy bajos. "

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Como explica la consultora Ecolatina, la fuerte restricción impuesta recientemente sobre las importaciones (comunicaciones “A 7532″ y “A” 7535) acentuó fuertemente las ya existentes restricciones a las importaciones. Como consecuencia, le permitió acumular más de US$1000 millones de reservas al Banco Central, “pudiendo incluso (con ayudas) cumplir la meta de junio, que lucía muy lejana”, informa Ecolatina. Entre otras consecuencias, “el torniquete importador tendrá implicancias respecto de la actividad y los precios”, advierte.

Según datos de Cira, el 86% de lo que se importa va a la producción. “La industria nacional es el principal cliente de la importación”, asegura Fernando Furci, “El resto de las importaciones, que podrían no ser productivas, contribuyen al comercio y a los servicios, dos de los rubros más importantes en la generación de empleo del país”.

Fuentes que pertenecen a distintos sectores confirman que el cepo importador ya tiene consecuencias sobre elementos como repuestos varios, alimentos, herbicidas, motos, electrodomésticos importados, zapatillas y calzado, prendas de vestir y hasta implementos para discapacitados, entre otros muchos e incontables elementos. Esto recién empieza, en las semanas que siguen habrá más efectos de las restricciones para los consumidores argentinos.

En este marco restrictivo, fuentes oficiales comunicaron que Banco Central de la República Argentina (BCRA) dispuso mejorar las condiciones de financiación para la importación de autopartes, fertilizantes, productos fitosanitarios y los insumos necesarios para su elaboración en el país, pero hay muchos otros que siguen padeciendo el cepo.

Empresarios en alerta

Furci asegura que hoy, los empresarios transitan un camino de mucha incertidumbre y de expectativas “no positivas”. Les preocupa también si van a poder cumplir con los compromisos comerciales asumidos con sus proveedores del exterior, previos al lunes 27 de junio, cuando entró en vigencia la nueva comunicación del Banco Central. Esta normativa agrega a las licencias no automáticas dentro de los controles de las categorías del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (Simi A y B), cuando antes de esa fecha las licencias no automáticas eran una excepción. Esto se manifiesta en que “la porción de importaciones con licencias no automáticas tiene triple control”, añade Furci.

En este contexto, las futuras negociaciones que tengan que hacer los argentinos con sus proveedores del exterior, para hacerse de insumos, materias primas y bienes de consumo, pueden verse perjudicadas. Cada vez hay más dificultades para negociar con los proveedores del exterior. Esto tiene un efecto en la reducción en las ofertas, y en más presión sobre los precios.

Los que más importaron

Desde 1910 hasta la fecha, el monto de las importaciones fue aumentando sin pausa, aunque con algunos años en los que se ven retrocesos. A partir de 1992, llegaron a las 8 cifras, para ya no volver a las siete, con excepción de un año que fue una catástrofe para la Argentina: el 2002. A partir de 2003, fueron creciendo y marcando la recuperación del país, siempre con sus saltos y variaciones.

En este contexto, hay un ránking notorio, en base a datos del Indec, que muestra, de 1910 hasta 2021, cuáles fueron los años en los que se produjo la mayor cantidad de importaciones:

  1. US$74.441.800 fue el récord absoluto de compras al exterior, y se produjo en 2013, durante el gobierno de Cristina Kirchner. Las exportaciones estuvieron muy cerca, y quedó un saldo positivo de US$1.521.000 millones

  2. US$73.960.671, en 2011, también durante el gobierno de Cristina Kirchner. Este año hubo también record de exportaciones y un saldo comercial de US$9.020.400 millones.

  3. US$67.974.214 en 2012, y quedó un saldo muy importante, de US$12.008.000. Otra vez, durante el gobierno de la actual vicepresidenta.

  4. US$66.938.085 fueron las importaciones en 2017, durante la presidencia de Mauricio Macri, pero las exportaciones fueron menores, de US$58.644.000, lo que dejó una balanza comercial negativa de US$8.293.000. El año siguiente fue también escaso, y con balanza negativa, producto de una sequía muy importante.

  5. US$65.736.069 es la cifra de las importaciones en 2014, también durante la presidencia de Cristina Kirchner y hubo un saldo comercial moderado, de US$2.600.000 millones.

Si se comparan estos números con el intercambio comercial que le tocó al entonces presidente Fernando de la Rúa, la diferencia es abismal. No estaban en danza los precios de las commodities que llevaron a la Argentina a un crecimiento exponencial. En los años 2000 y 2001 la Argentina exportó por apenas US$26.000 millones, con importaciones entre 20 y 25.000 millones de dólares.

El gerente general de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), dice que, efectivamente, las mayores importaciones se dieron durante los años 2012 y 2013, por encima de los US$70.000 millones. “Sin embargo, hay que entender que estos ingresos de productos por importaciones durante esos años, correspondieron a más cantidades. Los US$64.000 millones que la Argentina egresó el año pasado producto de las importaciones fueron por los mayores precios, no por más cantidades. Hay inflación internacional en precios”, explica.

Durante la pandemia hubo un parate en el comercio en general a nivel local y también internacional. Luego, vino la recuperación, sobre todo en materias primas, maquinarias y bienes intermedios. “El único rubro que casi no creció fue el de bienes finales, que, de todas maneras, es bastante menor a la cantidad que ingresó en los años de más importación”, continúa el directivo de Cira.

“El ránking es interesante porque muestra que sólo importamos mucho cuando exportamos mucho (y los precios internacionales son altos) y/o hay mucho atraso cambiario. Ambas cosas ocurrieron durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Néstor Kirchner mantuvo, en cambio, un tipo de cambio alto”, explica Marcela Cristini, economista senior de Fiel. “El control de las importaciones durante el gobierno de la actual vicepresidenta mantenía siempre un saldo alto para acumular reservas. Eso es lo que estuvo discutiéndose la semana pasada y el Banco central de la República Argentina (BCRA) lo resolvió aumentando los controles”.

Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez, de Fiel, alertan en un trabajo que “la estrategia argentina de inserción internacional sigue errando en sus objetivos, confundiendo el diagnóstico del aumento de importaciones, reiterando iniciativas agotadas como la sustitución de importaciones y desconociendo los riesgos del escenario internacional que podrían limitar seriamente las ventajas de términos del intercambio y condicionar nuestros flujos comerciales en disputas geopolíticas innecesarias”.

Las salidas “creativas” no funcionaron antes, como recuerdan los especialistas. “La solución que se propuso (con las recientes resoluciones que limitan a las importaciones) se vincula con la anterior experiencia de las autoridades entre el 2012-2015 cuando se impusieron controles crecientes a las importaciones (por vía de Declaraciones Juradas Anticipadas- DJAI) y se llegó a una ineficaz acción de solicitar que los importadores proveyeran sus propias divisas a través de exportaciones. Esto último llevó a que exportadores en operación traspasaran ventas externas a empresas importadoras para cubrir el objetivo burocrático, sin ningún ingreso neto adicional de divisas. Adicionalmente, la Argentina perdió un panel (juicio) en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por el uso de estas restricciones que debieron desmantelarse en 2015. Como se aprecia, el resultado de esta intervención fue de mayores costos y distorsiones locales y descrédito internacional para nuestro país”.

Los analistas consultados aseguran que todo el excedente de exportaciones que se genera por un precio de la soja récord desaparece con el déficit fiscal que padece la Argentina. “Seguimos gastando estrepitosamente más de lo que generamos. Pero puede darse que en algún momento no tengamos estos precios de commodities, o haya una seca tremenda, como durante el gobierno de Mauricio Macri. Necesitamos un escenario de previsibilidad, de otra manera, estamos siempre al borde de una crisis, o transitando una crisis mayúscula, como la actual”, cierra un empresario que debe importar para poder subsistir.