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Netflix se enfrenta, de nuevo, a una tormenta perfecta, y no será la última

Reed Hastings, el CEO de Netflix, durante el anuncio de la llegada del servicio a 190 países
Reed Hastings, el CEO de Netflix, durante el anuncio de la llegada del servicio a 190 países, en 2020

El servicio de streaming más popular del mundo fue durante los últimos tres meses un millón de suscriptores menos popular. Pero podría haber sido peor. En su entrevista para los accionistas del segundo trimestre del año, Reed Hastings (aquí, el video y la transcripción en inglés) dijo que en realidad esperaban perder dos millones de abonados. Tomando en cuenta que el gigante tiene un poco más de 220 millones de usuarios, todo indicaría que no hay razones para alarmarse. La respuesta es sí, no y depende.

La marca que pasará a la historia como la pionera de esto a lo que hoy llamamos ver series y películas se enfrenta a una tormenta perfecta. No es la primera vez que le ocurre, pero esta podría ser la que pruebe la verdadera fortaleza de su cultura corporativa, que se ufana de ser una rara avis en el ecosistema geek.

Pesos pesado

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Por un lado, y como señalaron varios analistas, cuando estás en la cima el único rumbo que te queda es bajar. Una pérdida de un millón de usuarios en este contexto no es tan grave. Especialmente, y este condimento ni es menor ni era inesperado, cuando te sale una competencia de colosos: Apple, Disney, Paramount, Amazon Prime y YouTube, entre otros. Digamos que Mr. Hastings no está en la misma posición que Mark Zuckerberg, que en el peor escenario debió enfrentarse con Google, que es enorme, pero que venía de fracasar en las redes sociales de forma sistemática. La batalla por la atención del televidente es, fue y será épica.

Pongámoslo simple: Netflix debe (y sabe que debe) resignarse a compartir la audiencia con pesos pesado y que en ocasiones le tocará perder. Su única opción para crecer en suscriptores es que crezca el mercado. Ahí es donde entra otro de los factores climáticos que contribuyen a esta tormenta: la crisis económica causada, entre otros motivos, por la invasión de Rusia a Ucrania. Dicho de nuevo de forma simple: la gente está cuidando el dólar más que antes . No es casual, como se señala en la entrevista con Hastings, que la pérdida de abonados coincida con la suba de los precios de la cuota, y que los que más se bajaron de Netflix sean los sub 24.

Sumatoria

Pasa además otra cosa. Lo que alguna vez soñamos que sería un solo abono accesible para ver todo lo que teníamos ganas de ver, una suerte de tenedor libre audiovisual, se convirtió en una sumatoria de servicios de streaming. Es la única opción para ver más o menos lo que queremos ver y, no menos importante, para ver eso de lo que todo el mundo está hablando. No sé si es un fenómeno universal, pero en las reuniones de amigos, si no sos de ver series (mi caso), te sentís un paria. Pues bien, cuando empezás a sumar, el monto mensual es demasiado alto. ¿Demasiado para qué?

Para lo que terminás viendo, que es el otro nubarrón que amenaza a Netflix y, hay que decirlo, a toda plataforma online basada en contenidos. Parece que hay mucho para ver y oír. Abrís cualquier sitio de cine y series y la oferta parece abrumadora. Eso dura algo así como un mes. O dos. Después te das cuenta de que hay mucho más ruido que nueces y hasta añorás un poquito el cable, donde al menos te quedaba el esperanzado zapping.

Luces cortas

Y después está Wall Street, cuya reacción suele empeorar las cosas dentro de una compañía que atraviesa una crisis (por eso Michael Dell decidió, en 2013, comprar todas las acciones de su empresa y convertirla en privada de nuevo; hoy es el tercer mayor fabricante de computadoras del mundo). La acción de Netflix literalmente se desplomó durante los últimos nueve meses. Costaba casi 700 dólares en octubre y ahora está en 222; redondeando, se cayó un 71% en la primera mitad de 2022.

Pero esa no es la foto completa. En la visión de Wall Street, casi siempre de muy corto alcance, a Netflix no le fue tan mal al perder un millón de abonados, así que en la última semana la acción rebotó; está en solo 200, pero venía de un valor de 166 dólares.

Pandemia

Y tampoco esa es toda la foto. Lamentablemente, la acción de Netflix está en sus valores más bajos desde agosto de 2017. A esa panorámica todavía le falta un dato: la pandemia . Entender la situación de Netflix obliga a incorporar el factor distanciamiento. Es cierto que hubo otras subas notables en el valor de la acción de la compañía (normalmente asociada a que el número de suscriptores crecía más de lo esperado), pero la principal, que culminó con la cima de octubre de 2021, arrancó con la pandemia. Dato: entre septiembre y octubre de 2021 hubo un pico de fallecimientos por Covid en Estados Unidos, justo cuando se aguardaba que la crisis pasara.

El factor pandemia ha desaparecido, mayormente, gracias a la vacunación. Esto no significa que el público contrató Netflix por la pandemia y que ahora corta con el servicio porque vuelve al cine. Es más complejo. La pandemia nos saturó de streaming y a eso sumó la multiplicación de la oferta. El margen de decisión para optar por cuál dar de baja se volvió muy finito. No es imposible, además, que para algunas personas ver series encerrado en su casa se haya convertido en sinónimo de una de las etapas más oscuras de sus vidas. Netflix (y todos los demás) pagan ahora ese costo.

Creatividad, originalidad, etcétera

Este caldo de cultivo viene sazonado con un ingrediente que afecta a toda la industria de contenidos. Hay mucho para ver, pero al final no encontrás nada para ver; o tenés que conformarte con algo que es de segunda. Faltan ideas y sobran remakes, reversiones, secuelas, precuelas y así. No hay una sequía total. Hay material muy interesante. El problema es que para ver todo terminás pagando un presupuesto. De Disney+ lo único que valió la pena, desde mi punto de vista (esto varía según cada usuario, y ese es otro problema) , fue Get Back. Otra cosa sería si tenés chicos (supongo). En HBO vi Chernobyl, que me la debía; excelente, debo decir. La pelea fuerte se da con los estrenos de las series. O de sus nuevas temporadas. “Si tuviera que destacar una sola cosa, diría Stranger Things”, sostiene Hastings en la entrevista mencionada arriba. Y ese es precisamente el problema. Una sola es muy poco.

El por qué de esta escasez de ideas originales, entretenidas y superadoras da para otro análisis, y tiene múltiples causas. Pero hay algo bastante evidente: si la industria hubiera invertido más en autores que en efectos especiales, el panorama sería muy diferente.

Netflix sigue siendo y posiblemente siga siendo durante mucho tiempo el más popular de los servicios de streaming porque pegó primero y porque ha hecho las cosas bien. Podría haberlas hecho mejor, claro. Pero tengo la impresión de que esa pérdida de un millón de suscriptores es más un síntoma de la industria del entretenimiento en su conjunto que de la compañía fundada en 1997 por Reed Hastings. Esta tormenta va a tocar a todos los actores de esta película hasta que se ocupen del pecado original: no fomentar la creatividad y la originalidad y limitarse a repetir las fórmulas que se probaron exitosas.