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Oigan, ¿alguien está supervisando a los pasantes?

Hamna Tariq, a la derecha, Vrinda Batra, al centro, y Elaine Zhang, investigadoras de Atlantic Council en Washington, el 13 de julio de 2022. (Ting Shen/The New York Times).
Hamna Tariq, a la derecha, Vrinda Batra, al centro, y Elaine Zhang, investigadoras de Atlantic Council en Washington, el 13 de julio de 2022. (Ting Shen/The New York Times).

Alex Hyman se imaginó el verano de sus prácticas profesionales como una especie de combinación entre los programas “Entourage” y “The Office”: unas personas hablando a gritos por teléfono al estilo del superagente Ari Gold y otras con actitudes amenazadoras tan desconcertantes como las de Dwight Schrute hacia sus compañeros de escritorio en Dunder Mifflin.

En cambio, la oficina de su agencia del sector entretenimiento estaba casi vacía cuando Hyman, de 20 años, llegó a principios de junio, el día que se le había indicado presentarse en las oficinas de Los Ángeles. Esperó frente a una puerta cerrada, hasta que un colega lo encontró y le explicó que su jefe estaba trabajando desde casa. Hyman terminó en una sala de conferencias con las demás personas que realizaban prácticas profesionales. Pasaron el día explorando Excel y haciendo bromas al respecto (¿Que cómo es una broma de Excel? “¿Cómo es posible que no sepas usar Excel?”, dijo Hyman, e insistió en que fue gracioso en ese momento).

“Creo que todos nos ponemos nerviosos el primer día de trabajo”, comentó Hyman con una risa. “Definitivamente, fue muy distinto a lo que esperaba”.

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Por lo regular, los pasantes que realizan prácticas profesionales saben que tendrán que pasar incómodos rituales de iniciación. La mayoría debe soportar varias horas felices y juegos de sóftbol. En algunos casos, tienen que aventarse almuerzos con capacitación informal. Ahora, sin embargo, en la nueva realidad, la introducción a la vida profesional es una experiencia extraña. Tener un trabajo durante el verano puede implicar traslados a una oficina vacía, horas de estar sentado sin supervisión alguna con otros pasantes y esfuerzos desesperados por impresionar a los supervisores en las videollamadas. No hay escuela durante el verano… pero, en algunas instancias, tampoco hay jefes.

“Algo que siempre me inculcaron mis padres fue ser el primero en llegar y el último en irme”, comentó Hyman. “Pero no hay nadie más ahí. Mi jefe ni se va a enterar de todo lo que me esfuerzo”.

El uso de oficinas en Estados Unidos se ha mantenido por debajo del 50 por ciento en promedio, según la firma de servicios de seguridad para inmuebles Kastle. En muchas ocasiones, los ejecutivos han dicho que les preocupa que la generación más joven de empleados no tenga ningún interés en regresar (o, en algunos casos, acudir) a un ambiente de oficinas. No obstante, algunos trabajos de investigación han descubierto que los jóvenes están más dispuestos a trabajar en persona que sus colegas de mayor edad.

Una encuesta en curso que incluye a más de 5000 estadounidenses, iniciada durante la pandemia en Stanford, la Universidad de Chicago y el ITAM, reveló que la proporción de personas en el rango de edades de 20 a 29 años que desean trabajar tiempo completo desde casa es de solo un 24 por ciento, mientras que ese porcentaje es del 41 por ciento entre los trabajadores de 50 a 64 años. Muchos recién egresados de la universidad ansían establecer relaciones de amistad. Otros están cansados de haber estado encerrados en su dormitorio los años pasados.

Hamna Tariq, investigadora de Atlantic Council, en Washington, el 13 de julio de 2022. (Sarah Silbiger/The New York Times).
Hamna Tariq, investigadora de Atlantic Council, en Washington, el 13 de julio de 2022. (Sarah Silbiger/The New York Times).

“Necesitan el contacto con la gente”, explicó Cyrus Beschloss, de 25 años, fundador de Generation Lab, empresa que hace encuestas dirigidas a su propia generación. “Lo último que quieren los chavos es hacer por Zoom algo que pueden hacer en persona. Aunque muy pocas personas vayan a la oficina todos los días, recrear un ambiente que se asemeje lo más posible a la normalidad (osaré decirlo, un trabajo de 9 a 5), es reconfortante para los jóvenes”.

Varios trabajos de investigación indican que los empleados más jóvenes han regresado a las oficinas en mayor número que sus jefes. Un estudio publicado en abril de Future Forum, grupo de investigación respaldado por la plataforma de mensajes en oficinas Slack, descubrió que el 35 por ciento de los empleados encuestados que no ocupan cargos ejecutivos están de vuelta en la oficina cinco días a la semana, mientras que ese porcentaje es de solo el 19 por ciento entre los ejecutivos.

El impulso de ir a la oficina puede ser especialmente fuerte para quienes solo tienen unas cuantas semanas durante el verano para conocer a sus jefes. Alrededor de 300.000 estadounidenses realizan prácticas profesionales cada año, aproximadamente el 60 por ciento en cargos asalariados y el 40 por ciento en posiciones sin salario, que esperan culminen con oportunidades de trabajo permanente, según el sitio de búsqueda de empleo Zippia. Más de la mitad tiende a aceptar ofertas de tiempo completo del lugar en que realizan sus prácticas profesionales, lo que puede acentuar el deseo de crear relaciones.

Para muchos estudiantes de nivel universitario, el trabajo en persona ha sido un alivio temporal tras dos años de aislamiento relativo. Los estudiantes de primer año completaron los programas de orientación de manera remota y realizaron en línea sus seminarios universitarios; encima, se cancelaron las fiestas de graduación y el día libre al día siguiente. No es de extrañar que sentarse en una sala de conferencias con otras personas pueda tener cierto atractivo.

Hamna Tariq, por ejemplo, se graduó en la generación 2020 de Trinity College, así que casi no se reunió con colegas durante su primera experiencia laboral para un grupo de investigación. Hablaba con ellos durante las horas felices virtuales que organizaban y en las sesiones de Netflix, cuando todos veían la misma película al mismo tiempo. Entró a la oficina solo una vez… en su último día de trabajo.

Ahora, Tariq ya tiene 25 años y acaba de concluir el primer año de un programa de maestría en la Universidad de Columbia, y por fin ha probado cómo es la vida de oficina gracias a unas prácticas profesionales que realiza en persona en Atlantic Council en Washington, otro grupo de expertos. Algunas de las costumbres que en otra época quizá habrían parecido rutinarias ahora son estimulantes, como saludar al director ejecutivo cuando pasa cerca en su camino al elevador o planear salidas a la popular serie “Jazz in the Garden” con otros pasantes.

“Cotorreamos de todo lo que se te pueda ocurrir”, dijo Tariq. “Si se me ocurre una idea loca para un artículo, puedo ir a la oficina de un colega y simplemente tocar a la puerta”.

Para algunos estudiantes, el deseo de cierta normalidad es la motivación detrás de los planes para su carrera profesional. Amanda Schenkman, de 21 años, comentó que este verano únicamente se postuló a prácticas profesionales en persona e híbridas. Pudo experimentar la emoción de intercambiar mensajes de texto con los otros pasantes para elegir el atuendo que usarían el primer día de trabajo, e incluso compartieron videos de TikTok sobre atuendos corporativos. Se sintió como cuando se preparaba para el primer día de clases.

Hace poco, los otros pasantes fueron a su apartamento para una noche de juegos y no se fueron hasta las tres de la mañana, algo que Schenkman cree que no habría pasado si solo se hubieran conocido a través de la pantalla.

“En persona, un amigo es aquel con quien intercambias miradas en un momento peculiar”, explicó. “En línea, es la persona a la que le envías un mensaje directo en Zoom”.

A Schenkman, esos mensajes en el chat no le parecen equivalentes. “¿Quién no quiere estar en la reunión de la mañana, ver al otro lado de la sala y empezar a reír?”, preguntó.

© 2022 The New York Times Company