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Nuevo riesgo para Milei tras su alianza con Bullrich: cada vez menos gente percibe que Massa sea kirchnerista

El mayor riesgo del pacto Milei-Macri quedó expuesto en la propia justificación que dio Patricia Bullrich y que después repitió el candidato libertario: hay que evitar un triunfo del kirchnerismo, que puede afincarse otros 20 años en el poder. Es una consigna que ya demostró su debilidad durante la campaña electoral: cada vez menos parte del electorado cree que Sergio Massa represente los valores y la ideología kirchnerista.

Ese lema de "terminar con el kirchnerismo para siempre", que en otros tiempos -por ejemplo, en las campañas de 2015 o de 2019- interpelaba a más de 40% del electorado, esta vez demostró haber quedado algo fuera de la agenda de las preocupaciones sociales, casi como un anacronismo que Bullrich pagó caro. Y esto ocurrió no sólo por la situación obvia de que Cristina Kirchner no era candidata ni dio un discurso en ningún acto de campaña, sino, sobre todo, porque muy pocos ven realmente a Massa como un representante del kirchnerismo.

Los primeros que tienen en claro esa situación son los propios militantes kirchneristas, que no pararon de criticar a Massa primero cuando fue designado ministro, luego cuando adoptó una agenda económica reñida con el ideario kirchnerista y, finalmente, cuando fue confirmado como candidato del ex Frente de Todos.

Y en la noche del domingo de la elección, Massa se encargó de confirmar esa distancia: no mencionó a Cristina Kirchner en su discurso y además tuvo guiños amistosos para los empresarios, lejos del típico discurso confrontativa de la ex presidente. Por ejemplo, se animó a meterse con temas tabú, como la reforma de la legislación laboral, al decir que es necesario modernizar el sistema.

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Es por eso que la principal duda que se plantea para el balotaje es si la "bullrichización" del discurso de Milei será efectiva. De hecho, nadie criticó con más dureza a Massa que los representantes del kirchnerismo duro, como Juan Grabois, que durante la interna había dicho que "no nos conduce ni a la esquina" y ahora lo acepta con resignación como un mal menor.

Una relación de desconfianza

La figura de Massa generó desconfianza en el kirchnerismo desde siempre. La líder del movimiento nunca le perdonó del todo su gesto de rebeldía de formar una corriente interna en 2013, que la derrotó en las internas y luego jugó a favor de Macri en el balotaje. Massa, de hecho, siempre se jactó de que había cumplido el rol histórico de ponerle un freno a la pretensión reeleccionista de Cristina.

La formación del Frente de Todos llevó al perdón oficial por las acusaciones de corrupción y las promesas de "terminar con los ñoquis de La Cámpora", pero nunca mermó la desconfianza. Ya con Alberto Fernández en la presidencia, se miraba con recelo cómo, de manera inconsulta y "puenteando" al entonces ministro Martín Guzmán, proponía el alivio en Ganancias para los asalariados de nivel alto, algo que el kirchnerismo veía improcedente en un momento en que la pandemia había hundido los ingresos de los sectores más desamparados.

La consigna principal de Patricia Bullrich en la campaña fue la necesidad de terminar con el kirchnerismo, una estrategia que los analistas creen la llevó a alejarse de las preocupaciones de los votantes
La consigna principal de Patricia Bullrich en la campaña fue la necesidad de terminar con el kirchnerismo, una estrategia que los analistas creen la llevó a alejarse de las preocupaciones de los votantes

La consigna de Patricia Bullrich en la campaña fue la necesidad de terminar con el kirchnerismo, una estrategia que los analistas creen la alejó de las preocupaciones de los votantes

También hubo críticas por lo bajo ante movidas empresariales como el cambio de manos de la mitad de acciones de Pampa, controlante de Edenor, por lo cual el trío Vila-Manzano-Filiberti pagó la irrisoria suma de u$s100 millones. A nadie escapaba el vínculo estrecho de Massa con el grupo controlante de la mayor distribuidora eléctrica del país, que atiende tres millones de clientes.

Esas críticas luego se renovarían cuando, ya en condición de ministro, Massa puso en marcha el esquema de suba tarifarias, un tema tabú que había estado en el centro del conflicto entre Guzmán y los funcionarios que le desobedecían bajo órdenes expresas de Cristina Kirchner.

En su primera reunión con Kristalina Georgieva en Washington, Massa dejó al staff del Fondo Monetario Internacional un mensaje claro: que a diferencia de Guzmán, él tenía autonomía y un poder político propio. Y que garantizaba el cumplimiento de un plan que incluyera austeridad fiscal, aumento de tarifas, tasas de interés más altas y el fin del dólar como "ancla" de los precios. En otras palabras, que podía implementar un plan que significara una ruptura con las políticas kirchneristas.

Y, por cierto, nadie en el universo K mostraba sorpresa por esa situación. De hecho, siendo presidente de la Cámara de Diputados, Massa había cumplido el rol de negociador con el macrismo para que -ante la rebeldía de Máximo Kirchner y otros 40 diputados K- se pudieran alcanzar los votos con los cuales aprobar el acuerdo "stand by" con el FMI que había negociado Guzmán.

Una lista de desencuentro con Cristina

La lista de medidas que adoptó Massa como ministro y que irritaron al kirchnerismo es extensa. Por citar sólo los momentos más salientes, se puede plantear esta secuencia.

*Los esquemas "dólar soja". A mediados del 2022 en el kirchnerismo no sólo no se hablaba de dar preferencias a los productores agropecuarios, sino que se planteaba abiertamente una suba adicional de retenciones, como respuesta a la suba de materias primas que genero la guerra en Ucrania.

Pero Massa, pragmático ante la necesidad extrema de dólares, no dudó en hacer una devaluación sectorial para los sojeros, algo que el kirchnerismo consideró una claudicación. En el kirchnerismo ironizaban que se podía denominar esa política como "la medida 521 porque es como la 125 al revés, en vez de que el campo aporte para ayudar al resto del país, hace que todos pongamos para ayudar al sector más privilegiado".

Máximo Kirchner fue particularmente duro en un discurso: "Nuestro país fue puesto de rodillas por las cerealeras. Hubo que generarles otro dólar para que liquiden lo que producen en nuestro suelo y que es parte de la riqueza y de los bienes naturales de nuestra patria". ¿Cómo respondió Massa?: repitió el esquema tres veces más y lo extendió a los cultivos regionales, luego al maíz, luego al petróleo, luego a las pymes y finalmente a todos los exportadores.

Sergio Massa se presentó ante Kristalina Georgieva como un político capaz de implementar medidas difíciles como el recorte del gasto público y la suba de tarifas
Sergio Massa se presentó ante Kristalina Georgieva como un político capaz de implementar medidas difíciles como el recorte del gasto público y la suba de tarifas

Sergio Massa se presentó ante Kristalina Georgieva como un político capaz de implementar medidas difíciles como el recorte del gasto público y la suba de tarifas

*Negativa a intervenir en márgenes empresariales. Cuando la inflación aceleraba y agravaba el índice de indigencia, Cristina Kirchner causó revuelo al marcar cómo los balances de grandes empresas, incluyendo varias alimenticias y cadenas supermercadistas, revelaban aumentos en la rentabilidad.

"Es necesaria una política de intervención más precisa y efectiva en el sector y, al mismo tiempo, diseñar un instrumento que refuerce la seguridad alimentaria en materia de indigencia", escribió la vicepresidente. Pero Massa no tuvo ninguna medida intervencionista, y sólo se limitó a implementar el programa "Precios Justos", que no se mostró eficaz.

Las estadísticas del Indec revelaron que en 2022 el salario -medido "punta a punta", lo cual no refleja la caída en su intensidad real- perdió un 2,3% de poder adquisitivo, pero ese promedio esconde una diferencia creciente: mientras los trabajadores en la informalidad perdieron un 15% de ingresos en términos reales, los privados perdieron un 1% y los empleados estatales ganaron un 2,4%.

*La negativa al aumento salarial por decreto. El malhumor del kirchnerismo se potenció por el escaso entusiasmo que mostraba Massa ante el reclamo de un bono de aumento salarial de suma fija, tanto para el sector público como para empresas privadas.

Massa antepuso diversos argumentos. Uno fue de índole fiscal: los municipios no tenían presupuesto para soportar el costo del bono. Otro fue en acuerdo con la cúpula de la CGT: los bonos de suma fija se veían como un gesto reñido con la libre negociación en paritarias y, además, contribuía al achatamiento de la pirámide salarial -otra confirmación de que el sindicalismo pasó a representar cada vez más a los asalariados de altos ingresos-. Y, finalmente, un argumento propio de la ortodoxia: que la suba por decreto podía ser inflacionaria, porque muchas empresas con problemas de caja podían responder con un aumento en los precios de sus productos.

La irritación por la demora se dejó ver en declaraciones como la del líder sindical Pablo Moyano: "Ya hace seis meses que lo vienen estudiando. Te da bronca, porque donde el campo amenaza ‘no voy a exportar’, sale corriendo y le da el dólar soja".

Finalmente, Massa accedió a un bono de alcance muy limitado, por $24.000 -entonces equivalía a menos de medio salario mínimo- y sólo para trabajadores con ingresos bajos. Aun así, su pago en el sector privado, en especial las pymes, tuvo acatamiento irregular, y en la mayoría de los casos fue contabilizado a cuenta de aumentos futuros.

*Recorte de planes sociales. Ya en plena crisis inflacionaria por la sequía, Massa implementó, junto a la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, una política de recorte presupuestario de los planes asistenciales, que derivó en los masivos "acampes" de protesta por parte de organizaciones piqueteras.

La denuncia de los dirigentes sociales era que el recorte de más de 150.000 beneficiario en el plan Potenciar Trabajo no era, como decía el Gobierno, una corrección de situaciones irregulares, sino un compromiso con el FMI, que en su documento de fin de año había establecido el objetivo de que la asistencia social pasaran a representar un 2,9% del PBI, después de haber alcanzado en 2022 un 3,8% del PBI.

Massa ya insinuó la pelea que viene con Cristina Kirchner: ella quiere que el ahorro por el gasoducto sea para subsidios, él quiere exportar para pagarle al FMI
Massa ya insinuó la pelea que viene con Cristina Kirchner: ella quiere que el ahorro por el gasoducto sea para subsidios, él quiere exportar para pagarle al FMI

Massa ya insinuó la pelea que viene con Cristina Kirchner: ella quiere que el ahorro por el gasoducto sea para subsidios, él quiere exportar para pagarle al FMI

*Canjes de bonos. Ante la dificultad para fondearse en el mercado doméstico de deuda, Massa ideó incentivos para los inversores, que incluyeron "seguros de devaluación" y rescates anticipados. Y, en una medida particularmente polémica, canjeó los bonos dolarizados del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses, que recibió bonos en pesos indexados.

En el kirchnerismo se vieron estas medidas como una forma de salvaguardar a los bancos mientras se acentuaba el ajuste fiscal. Y las críticas fueron duras. "Esto ya es menemismo explícito", dijo Horacio Rovelli, ex director de Programación Macroeconómica del kirchnerismo, y comparó a la venta de los bonos de Anses con las privatizaciones de la década de los ’90. Y Roberto Navarro, uno de los referentes mediáticos del kirchnerismo, fue bien expresivo: "Tengo que ser sincero: si esto lo hacía Macri, yo lo mataba".

*Aceleración del "crawling peg". Fue una de las políticas en las que Massa contradijo más explícitamente a Cristina Kirchner. La vice había diagnosticado que el factor que más fogoneaba la inflación era el acuerdo con el FMI, porque imponía la cláusula de que el tipo de cambio tuviera que moverse en sintonía con el IPC, lo cual impedía un ancla para los precios y favorecía una espiralización.

Massa, en ese momento, estaba en plena renegociación del acuerdo con el FMI y, lejos de usar al dólar como ancla, empezó a acelerar el "crawling peg" a partir de mayo, que se mantuvo por encima de la inflación hasta la devaluación de agosto.

*Los dólares del gasoducto. Hay otra discrepancia con Cristina que todavía no se cristalizó pero ya quedó insinuada. Al inaugurarse el nuevo tramo del gasoducto Kirchner, la ex presidente planteó la necesidad de debatir qué se haría con las divisas que se generarían por el recorte de importaciones -una cifra estimada en u$s4.200 millones para el año próximo-.

Cristina dejó en claro que la prioridad debería ser el suministro de gas a precio subsidiado al sector residencial y a pequeñas industrias locales.

Massa, en contraste, hizo énfasis en el potencial exportador que se abría. Y, peor aun, dejó en claro que gracias a los dólares de Vaca Muerta se podrán cancelar las obligaciones financieras con el FMI. Es un concepto que choca de frente con la postura que Cristina viene defendiendo en sus últimos discursos, en los que volvió a criticar al "modelo de bajos salarios y exportador de recursos naturales".