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Zev Siegl, cofundador de Starbucks: Se necesita mucho más que una buena idea para emprender

Zev Siegl: "Se necesita mucho más que una buena idea para crear una nueva organización. Desearía que no fuera cierto, pero lo es. Es vital que los emprendedores estén abiertos a personas con experiencia: socios, empleados, inversores, entrenadores"
Zev Siegl: "Se necesita mucho más que una buena idea para crear una nueva organización. Desearía que no fuera cierto, pero lo es. Es vital que los emprendedores estén abiertos a personas con experiencia: socios, empleados, inversores, entrenadores"

CORDOBA.- Zev Siegl fue uno de los fundadores Starbucks, la red de cafeterías más grande del mundo con unos 32.000 locales en 80 países. Hoy se define como un “apasionado” en inspirar e impulsar a emprendedores, lo hace a través de charlas y mentorías; aporta ideas prácticas sobre cómo iniciar un negocio. En Córdoba dio una charla organizada por Aipha-G, creada por Sergio Cusmai, de quien Siegl es mentor hace más de un año.

La startup nacida en Córdoba en 2019 y que atrajo a Siegl cuenta con un desarrollo basado en la fusión de realidad aumentada con inteligencia artificial, lo que permite convertir experiencias virtuales en reales para mejorar el soporte y tareas de mantenimiento de procesos industriales. Logró financiamiento de un argentino y un holandés y es acompañada por la Agencia Córdoba Innovar y Emprender.

La reconversión de Starbucks: los desafíos que enfrenta el gran bastión del capitalismo progresista

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En 1971, Siegl junto a Jerry Baldwin y Gordon Bowker abrieron la primera tienda de Starbucks en Seattle; se habían conocido en la Universidad de San Francisco y compartían la pasión por el café. Admitieron que tomaron el modelo de otras cadenas y armaron un negocio para vender cafeteras, tostadores, molinillos y dar información sobre café. El nombre surgió de las páginas del libro Moby Dick.

En 1982, Howard Schultz, presidente y CEO de la empresa, entró por primera vez en uno de los locales; un año después ingresó a la empresa y en un viaje a Italia decidió llevar el espíritu de las cafeterías de ese país a Estados Unidos. Dejó la sociedad pero en 1987 compró la compañía.

Siegl, quien conversó con LA NACION entre un viaje y otro, dejó la empresa en 1980; sus socios siguieron ese camino cuatro años después. Recuerda que Schultz fue un buen director de Ventas y Marketing de la firma, sino que “pudo juntar dinero para comprar la empresa. Fue quien la impulsó a tener tiendas en todo Estados Unidos y, más tarde, en todo el mundo”.

-¿Qué los motivó, en los ‘70, a poner en marcha el negocio?

-Los tres jóvenes socios que fundamos Starbucks estábamos motivados por un fuerte deseo de crear un negocio, lograr una mayor independencia y trabajar juntos para lograr una meta. Cada uno de nosotros había ido a la universidad y había tenido su primer trabajo, que no era del todo satisfactorio. Queríamos cambiar eso.

-De aquella idea original a lo que hoy es la cafetería, ¿qué puntos en común quedaron?

-Nuestro plan inicial era simplemente hacer que Starbucks sobreviviera el año de puesta en marcha; que durara ese tiempo más o menos. Cuando sobrevivió, comenzamos a hacer crecer la empresa con una vaga idea de que podíamos dominar el mercado en Seattle. Después de una década en el negocio, la compañía era rentable y respetada. Para 1980, después de 10 años en el negocio, había 100 empleados, seis tiendas minoristas y 300 clientes mayoristas. Estoy sorprendido por los que es la cadena hoy. Más de 32 000 ubicaciones en 80 países, a pesar de la gran competencia que existe. La calidad de su café y de sus bebidas continúa siendo excelente y sus empleados en los locales minoristas están muy bien capacitados. Es un gran logro.

-¿Cómo define hoy a aquella marca que crearon?

-En la actualidad, representa un café excelente, un buen servicio, tiendas atractivas, empleados bien capacitados y ubicaciones en todos los lugares donde los clientes esperan encontrarlas. La marca también representa el apoyo a causas locales que son buenas para las personas y el planeta.

-Pusieron en marcha una marca en años sin redes sociales, ¿cuánto la cambió la irrupción de la tecnología?

-La tecnología no jugó ningún papel en los primeros 15 años de existencia de Starbucks. Desde 1990, la empresa es una de las primeras en adoptar todas las oportunidades tecnológicas: teléfonos móviles, Internet, teléfonos inteligentes, marketing basado en datos, Inteligencia Artificial. Hoy, la marca ha localizado aplicaciones para teléfonos y sitios web para todas las regiones del planeta.

-¿Por qué se dedica al mentoreo de emprendedores?

-Soy lo que se conoce en inglés como start-up guy. Siempre me ha atraído la complejidad de establecer una nueva empresa. ¡Hay tantas maneras de fallar! Pero tener éxito es emocionante. Hoy sirvo como mentor/entrenador para emprendedores primerizos. Realmente disfruto permitiéndoles resolver problemas. Mi inspiración para entrenar proviene de las personas que me asesoraron; tuve muchos.

-¿Alcanza con una buena idea para impulsar un emprendimiento?

-Se necesita mucho más que una buena idea para crear una nueva organización. Desearía que no fuera cierto, pero lo es. Es vital que los emprendedores estén abiertos a personas con experiencia: socios, empleados, inversores, entrenadores. El conocimiento de cómo fluirá el dinero a través de la empresa es particularmente importante y frecuentemente inadecuado. También es importante la capacidad de comunicarse de manera efectiva en persona, en línea y por correo electrónico; es imposible financiar una puesta en marcha sin esto.

-¿Es un desafío extra emprender en la Argentina, con incertidumbre macroeconómica casi permanente?

-La Argentina no es el país más fácil del mundo para emprender, pero eso no ha detenido a los miles de hombres y mujeres que han creado nuevas empresas durante los últimos años. Los empresarios argentinos con los que me he reunido son tan capaces como sus pares en Europa y Estados Unidos.