Los 90 kilos de desechos que deja un celular en su paso por la vida (y el gasto obsceno de agua para crearlo)
Un teléfono celular pesa unos 200 gramos, un peso que se siente muy ligero en la palma de la mano en comparación con los 90 kilos de desechos que va dejando la fabricación de cada equipo móvil, además del gasto obsceno de agua que se usa para crear cada aparato inteligente.
Son 200 gramos conformados por pequeñas cantidades de silicio, hierro, aluminio, cobre, plomo, cobalto y plata, entre otros materiales que se obtienen de la tierra con métodos agresivos, con todo el desbarajuste ecológico que implica la minería.
El impacto ambiental que deja esta industria debería poner los pelos de punta incluso a los llamados influencers, los más populares usuarios de smartphones de última generación, y más aún cuando es por todos conocido que los celulares se cambian, en promedio, cada dos años.
Pero, sin dudas, la razón por la que la polución que deja la producción de celulares es un asunto preocupante, es la batalla que a diario libran las empresas que los fabrican para lograr posicionarse como las mejores, un enfrentamiento que deja un escenario trágico real en la lucha por sacar al mercado el mejor aparato.
Cuando finalmente se agota la vida útil de estos equipos móviles y acaban tirados en vertederos de basura, los celulares desprenden químicos tóxicos que son absorbidos por los suelos que pasan a malnutrirse con lixiviados.
También se libera dióxido de carbono a la atmósfera de forma muy agresiva cuando la basura tecnológica es incinerada.
Es cierto, el celular es una herramienta sin la que ya no se puede vivir, al menos en la mayor parte del mundo. Pero, precisamente, la dinámica demanda-oferta de este maravilloso dispositivo, contribuye a restarle salud al planeta.
Con un smartphone el mundo está en nuestras manos, y esto es así metafórica y literalmente porque la gran utilidad de estos equipos viene del resultado de la extraordinaria unión de minerales y otros elementos extraídos de la naturaleza.
Pero en realidad es durante el proceso de fabricación de estos aparatos que se genera más del 80 % de la contaminación asociada a la producción de celulares que son considerados los dispositivos electrónicos que más generan gases de efecto invernadero.
Es por ello que el lado oscuro de los teléfonos inteligentes se asienta en la minería, en el gasto energético, en la contaminación de ríos y mares y, finalmente, los residuos electrónicos que quedan tras su uso.
En el año 2021 se generaron 57,4 millones de toneladas métricas (Mt) de desperdicios electrónicos y los teléfonos inteligentes ocuparon unos 4 millones de toneladas de la cantidad total. Cada año, a esta montaña de e-waste se le agregan unos 2 Mt.
Asimismo, se estima que en un año se venden unos 1500 millones de celulares en todo el mundo y que en la actualidad existen cerca de 5.000 millones de usuarios de telefonía móvil.
Se puede calcular que casi 63 % de la población mundial tiene un celular, pero lo cierto es que hay que considerar que cada vez hay más individuos sobre la Tierra y muchas personas poseen más de un equipo.
Esto quiere decir que la fabricación de celulares es un negocio que siempre está en alza porque tiene una increíble demanda que crece con el pasar de los años.
En 2007 salió al mercado el primer smartphone y desde entonces se ha venido consolidando una revolución cultural que ha cambiado la dinámica social en la mayor parte del mundo.
Los teléfonos inteligentes han permitido que crezca la cultura de las redes sociales, que surjan cientos de aplicaciones que facilitan la vida, que exista la posibilidad de tener videollamadas con cualquier persona en casi cualquier parte del mundo, que se facilite el trabajo remoto, que se puedan ver películas, series, noticias y cualquier tipo de transmisión, grabada o en vivo y en directo.
Esta nueva vida de inmediatez, que se disfruta o se padece según sea el caso, existe gracias a estos equipos inteligentes que pasan la mayor parte del día en la palma de la mano, y por eso hay que saber su verdadero valor, más allá de su misión de asistente personal.
La carcasa de un celular tiene más de 22 gramos de aluminio y casi 10 de plásticos. El cable tiene más de 15 gramos de cobre. La tarjeta madre tiene pequeñas cantidades de oro, plata y paladio. La pantalla tiene 0.01 gramos del elemento indio y la batería más de 5 gramos de cobalto.
Todos estos componentes, junto a otras cinco decenas más, hacen un teléfono inteligente, con el sufrimiento que esto le causa al planeta.
Parte de ese sufrimiento ambiental tiene lugar en China, el país que hasta hace muy poco tenía el monopolio de la explotación y exportación de las llamadas tierras raras, elementos químicos que constituyen componentes fundamentales de los teléfonos inteligentes y de otros equipos electrónicos.
En la región china Mongolia Interior existen las mayores minas a cielo abierto de tierras raras y allí, los residuos tóxicos que ha dejado esta actividad, llegan a niveles de tragedia pues el envenenamiento ha llegado a la cadena alimentaria con terribles consecuencias sobre la salud pública.
Josh Lepawsky, profesor de Geografía de la Universidad Memorial de Terranova, en Canadá, ha estudiado la ruta de los desechos electrónicos y subraya que durante el proceso de extracción de la materia prima para fabricar los equipos es cuando se produce la mayor cantidad de residuos contaminantes.
“La gran mayoría de los desechos ocurren, como me gusta describirlo, aguas arriba, antes de que usted o yo, como consumidores individuales, hayamos comprado nuestras cosas”, dijo el profesor durante una entrevista con el programa Atlantic Voice de la emisora de radio CBC en octubre del año pasado en el que comentó acerca de la gran cantidad de residuos que deja la minería para obtener el cobre o el oro.
La minería que se practica en China ha sido severamente criticada, no solo por fortalecerse como un verdadero monopolio en la explotación y procesamiento de los minerales que se requieren para la industria de los productos electrónicos, sino también por mantener una política medioambiental y laboral relajada y débil.
"Los chinos han sido capaces de obligar a otros proveedores a salir del mercado con una competencia de precios ruinosa", dijo a DW el director de la División de Investigación sobre Asia del centro de estudios alemán SWP, Hanns Günther Hilpert en abril de 2021.
Hilpert explicó que incluso cuando los minerales se extraen de otros yacimientos, la mayor parte del procesamiento se desarrolla en China antes de volver a exportarlos, lo que convierte a los chinos en los principales importadores de las materias primas extraídas incluso de otras partes.
Y para asegurar su liderazgo en este campo China invierte, además, en minas extranjeras.
Pero es probable que el monopolio chino se termine muy pronto pues a principios de este año la empresa minera estatal sueca LKAB informó del hallazgo de un yacimiento con más de un millón de toneladas de óxidos de tierras raras en Kiruna, norte de Suecia.
El director ejecutivo de LKAB, Jan Moström, aseguró que se trata de una buena noticia para Europa "y para el clima" ya que se podrán producir materias primas permitiendo “la transición verde”.
Para aliviar al planeta de la creciente montaña de desechos causados por la industria de los smartphones lo mejor es tomar algunas precauciones, tanto a la hora de comprarlos, como cuando se van a reemplazar.
Como primera medida es conveniente que las personas dejen de cambiar sus celulares en apenas dos años o menos.
La buena noticia es que las empresas fabricantes están haciendo nuevos equipos que tienen ciclos de actualización más largos que pueden llegar a “vivir” por un mínimo de cuatro años.
La segunda medida consiste en procurar reparar los celulares antes de desecharlos del todo, con esto se evita la compra innecesaria de un aparato nuevo con su carga tóxica de 90 kilos de residuos contaminantes.
Si entonces ya no queda otra opción diferente a cambiar el celular, hay que procurar que éste tenga condiciones que los hagan durar más tiempo.
Y finalmente, cuando se va a desechar el viejo equipo, lo mejor es buscar organizaciones que se dediquen al reciclaje de forma seria y segura.
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