Los centros culinarios dan un giro al término ‘cocina casera’
LOS ÁNGELES — Anidado en el vecindario densamente poblado de Victor Heights en Los Ángeles, un terreno repleto de casas de arquitectura victoriana y Craftsman ha sobrevivido al paso del tiempo, sirviendo como residencias unifamiliares en uno de los vecindarios más antiguos de la ciudad.
Sin embargo, estos bungalós pronto tendrán un nuevo propósito: microrrestaurantes que ofrecen pastelitos de piña estilo taiwanés y hamburguesas con carne recién molida en un complejo llamado Alpine Courtyard, que muta los placeres de salir a comer con la holgura nostálgica del hogar.
Esta reutilización adaptativa es parte de una tendencia nacional que crece cada vez más: desde Los Ángeles hasta Nashville, Tennessee, los desarrolladores inmobiliarios están transformando conjuntos de casas antiguas en centros culinarios peatonales para los vecindarios altamente poblados de los alrededores.
Los partidarios de estas conversiones las ven como un mejor uso para las moradas avejentadas que se han deteriorado con el tiempo y el descuido, pues conservan los hogares de manera sustentable mientras satisfacen las necesidades económicas del vecindario.
Estos tipos de desarrollos orientados a la comunidad brindan un apoyo muy necesario a las zonas residenciales, comentó Rose Yonai, directora y presidenta de Tierra West Advisors, una firma de consultoría inmobiliaria en Los Ángeles. “De lo contrario, cuando las luces se encienden y la gente se va, el lugar está desierto, y no hay ningún lugar para tomar café o cenar”, señaló.
Pero quienes se oponen a esto están preocupados por la pérdida de casas asequibles y la amenaza de que estos desarrollos comerciales desplacen a comunidades existentes. Algunas casas viejas están protegidas por restricciones de conservación, pero muchas otras se enfrentan a la demolición para responder a las demandas de vivienda y hacer espacio para nuevos desarrollos.
Convertir residencias históricas en restaurantes no es un fenómeno nuevo. Durante más de 50 años, a Chez Panisse de la chef Alice Waters en Berkeley, California, se le ha conocido por su oferta gastronómica de la granja a la mesa y su ambiente familiar ubicado en una casa de los años treinta. En la última década, bungalós históricos en toda la calle Rainey de Austin, Texas, se han transformado poco a poco en bares y restaurantes.
La tendencia ha llegado hasta Portland, Oregón, a lo largo de la avenida North Mississippi y la calle Alberta hacia el vecindario Nob Hill. Fort Collins en Colorado tiene un sinfín de conversiones, algunas en antiguas alquerías y otras en viejas casas de fraternidad o hermandad cerca de la Universidad Estatal de Colorado. En Phoenix, la transformación de residencias antiguas en restaurantes ha evolucionado junto con el rápido desarrollo urbano en el centro de la ciudad y en el distrito cercano de Roosevelt Row.
Según Stuart A. Gabriel, profesor de finanzas y director del Ziman Center for Real Estate de la Universidad de California en Los Ángeles, estas conversiones son un indicio de la revitalización de los vecindarios. Gabriel agregó que la pérdida de residencias quizá no sea tan significativa como para afectar la escasez de vivienda en general.
“Sin duda nos preocupa el desplazamiento de familias”, señaló. “Por otro lado, hay todo un conjunto de aspectos positivos en cuanto a comodidades y servicios, así como mejoras, valores inmobiliarios y ganancias patrimoniales para las personas que son propietarias de casas en esas zonas”.
Gabriel puntualizó que, para que las casas logren convertirse en restaurantes exitosos, deben existir ciertas condiciones.
“Debe haber una masa crítica de población”, explicó, “así como una comunidad o un intento de desarrollo comunitario, tránsito peatonal y algún toque arquitectónico o atractivo en la estructura que le permita adaptarse a otro uso”.
Uno de los promotores de Alpine Courtyard, Jingbo Lou, restauracionista y arquitecto, quería preservar “el armazón y la base” de los hogares y las propiedades, por lo que conservó los planos originales mientras convertía ciertos elementos para uso comercial.
“Vemos muchas casas viejas que se usan con divisiones más pequeñas para cobrar rentas muy bajas, y los negocios minoristas pueden hacer lo mismo”, opinó. “Ofrecemos espacios comerciales pequeños y asequibles, y para las empresas emergentes de negocios familiares, 14,8 metros cuadrados es bastante espacio”.
Las residencias comparten un patio con asientos comunales, un área a la que Lou se refiere como “el patio de tu abuela”. Los chefs fueron elegidos para complementarse entre sí con servicios distintos, pero similitudes clave: todos tienen treinta y tantos años y cuentan con carreras prestigiosas en restaurantes de renombre, pero jamás han tenido uno propio (además de proyectos itinerantes). También tienen muchos seguidores en redes sociales, lo cual ayuda a la publicidad.
Una de los empresarios culinarios, Jihee Kim, inició Perilla como un negocio de comida en casa durante la pandemia y abrió un local físico en Alpine Courtyard en julio, donde sirve banchan coreano en un garaje convertido de 24 metros cuadrados.
“Todos los días, al menos un 30 o un 40 por ciento de los clientes ya han venido otras veces, y son más mujeres que hombres”, relató Kim. “Viven en este vecindario, pero también vienen muchas personas que compraron mis platillos durante la pandemia”.
En otro garaje, de 14,8 metros cuadrados, Heavy Water Coffee Shop sirve bebidas y pastelitos veganos de Bakers Bench, un quiosco en el barrio chino operado por Jennifer Yee, quien abrirá un local en la parte frontal de una casa estilo Craftsman en ese mismo sitio. La parte trasera será una tercera sucursal de Cassell’s Hamburgers, la franquicia de Lou. Además, Baby Bistro, un concepto gourmet de 35 asientos, ocupará la que solía ser una casa de arquitectura victoriana de un piso. Dos otras propiedades del estilo se usan como oficinas.
A diferencia de los conceptos “de casa a restaurante” en Austin y Portland, que con el tiempo se volvieron centros comerciales, Alpine Courtyard se localiza en medio de un mar de viviendas. Pero a medida que cambien los modelos de los vecindarios con la aceptación del trabajo a distancia, tal vez pase lo mismo con este tipo de conversión residencial.
“Creo que es un riesgo, pero al mismo tiempo no lo es, porque está bien ubicado en un buen vecindario que pronto tendrá más residentes, lo cual facilita la capacidad de poblar el espacio de una manera productiva que tal vez no existía antes”, concluyó Larry J. Kosmont, presidente y director ejecutivo de Kosmont Cos., una constructora en El Segundo, California.
c.2024 The New York Times Company