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Consumo en rojo: fuerte caída en ventas aviva la pelea por bono de emergencia en el Gobierno

No por previsible, la cuestión deja de tener un impacto social y político de envergadura. El consumo masivo -es decir, las ventas de productos de la canasta básica- registró un fuerte retroceso durante octubre, lo que da cuenta de un súbito enfriamiento de la actividad económica en esta última parte del año.

De acuerdo a la medición de la consultora especializada Scentia, en octubre, la baja en el consumo masivo fue del 4,5% respecto al mismo mes del año pasado. Esta caída sucede a la del 0,8% de septiembre.

En el acumulado del año, el nivel de consumo sigue dando positivo -un 2,4%- pero claramente ya se hace evidente el ajuste en el bolsillo de la población, en medio de una inflación que se encamina al 100% anual.

La baja en las ventas de productos esenciales tiene un fuerte impacto social y también político. Da cuenta de la delicada situación económica, con una aceleración inflacionaria y una gran incertidumbre sobre los próximos meses.

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La encuesta de Scentia -medida sobre el consumo de alimentos, bebidas, productos de limpieza e higiene personal- es la más relevante del mercado. Está focalizada en un amplio espectro: 2.800 locales de grandes cadenas de supermercados y 19.200 pequeños negocios (autoservicios y almacenes) en todo el país.

Cae el consumo y sigue la pulseada por el bono de emergencia

El golpe sobre el consumo se da en medio de una aceleración inflacionaria, con salarios que -en su mayoría- no logran ni siquiera empatarle a un proceso que terminará este año con una inflación en torno al 100%.

Los salarios, castigados por la disparada de la inflación.
Los salarios, castigados por la disparada de la inflación.

Los salarios, castigados por la disparada de la inflación.

Salvo los sindicatos más fuertes -bancarios, camioneros, aceiteros, empleados de comercio-, los demás pierden contra la inflación.

Ni hablar de los trabajadores informales o de los trabajadores independientes, con nula representatividad gremial. Son millones de personas cuyos ingresos reales se vienen desplomando con la aceleración de los precios.

Una cosa es cuando la inflación mensual era de 3% y otra bien diferente es cuando se establece arriba del 6%. A ese nivel, los ingresos de la gran mayoría de la sociedad no pueden llegar.

En este contexto, Sergio Massa tomó como una verdadera "política de Estado" evitar una devaluación. El ministro está convencido de que ése es su límite; que una devaluación en estas condiciones -con escasas reservas en el Banco Central- y un Gobierno que hace rato cayó en el descrédito significaría un desbande total de las expectativas. Y un final inimaginable.

En este contexto, desde el kirchnerismo vienen reclamando a viva voz que Alberto Fernández obligue a las empresas a otorgar un bono para compensar la inflación. Lo pidió públicamente la propia Cristina Kirchner.

El Presidente se niega a otorgarlo aunque, a cambio, aceptaría ofrecer un bono adicional, antes de fin de año, a la franja de la sociedad más postergada.

El bono para los trabajadores formales, un tema de duro debate dentro de la coalición de Gobierno.
El bono para los trabajadores formales, un tema de duro debate dentro de la coalición de Gobierno.

El bono para los trabajadores formales, un tema de duro debate dentro de la coalición de Gobierno.

Inflación: un golpe desigual

Como suele suceder, los que más sufren por la caída en el consumo masivo son los pequeños comercios de barrio. Sobre ellos recae el ajuste.

Los números son bien claros: la caída de las ventas en los autoservicios y almacenes fue del 9,8% en octubre, contra octubre del año pasado. Lo peor se observa en el interior del país, donde la baja llega al 11,8% en ese tipo de comercios.

En cambio, las grandes cadenas de supermercados sufren menos el cambio de tendencia. De hecho, las ventas en esas superficies mostraron un crecimiento, mínimo, pero expansión al fin. Fue del 1,7% versus octubre del año pasado. Siempre hablando de cantidades vendidas; no de facturación.

La clave de este fenómeno -donde los comercios más chicos se hacen cargo de la mayor parte del ajuste- se relaciona con que los consumidores suelen encontrar productos más baratos en las grandes cadenas.

De hecho, uno de cada cuatro pesos que facturan los supermercados en los rubros de alimentos, bebidas y artículos de limpieza e higiene personal pertenece a productos que están incluidos en el programa "Precios Cuidados".

Por qué la brecha de precios se va a agrandar

Lo más probable es que la desigualdad entre los grandes comercios y los más pequeños se agrande en los próximos meses.

Las diferencias de precios entre grandes cadenas y comercios chicos
Las diferencias de precios entre grandes cadenas y comercios chicos

Las diferencias de precios entre grandes cadenas y comercios chicos podría incrementarse.

La clave es que Sergio Massa acaba de acordar una canasta de 1.700 productos de la canasta básica que mantendrán sus precios congelados hasta que termine el verano. Los negocios de barrio no pueden adherir a ese programa porque -a diferencia de las grandes cadenas- no se abastecen en forma directa en las fábricas y no pueden conseguir los mismos precios.

Cuando van a comprarle al mayorista o al distribuidor, lógicamente consiguen precios más altos que, de ninguna manera, se mantienen sin cambios. Al contrario, las facturas se abultan semana tras semana, y muchas veces ni siquiera dan las cuentas para la reposición de los productos que venden.

Los rubros más perjudicados por la caída del consumo son: "Alimentos", con un retroceso del 2,9%; en el caso de las "Bebidas sin alcohol", la merma fue del 6,5%; pero la caída más grande se dio en los "productos de limpieza", con un signo negativo del 11,2%.