Anuncios
U.S. markets closed
  • F S&P 500

    5,114.50
    +8.00 (+0.16%)
     
  • F Dow Jones

    38,725.00
    -1.00 (-0.00%)
     
  • F Nasdaq

    17,691.25
    +84.50 (+0.48%)
     
  • E-mini Russell 2000 Index Futur

    2,015.90
    +1.00 (+0.05%)
     
  • Petróleo

    83.45
    +0.09 (+0.11%)
     
  • Oro

    2,335.70
    -6.40 (-0.27%)
     
  • Plata

    27.31
    -0.06 (-0.21%)
     
  • dólar/euro

    1.0704
    0.0000 (-0.00%)
     
  • Bono a 10 años

    4.5980
    -0.0250 (-0.54%)
     
  • Volatilidad

    15.69
    -1.25 (-7.38%)
     
  • dólar/libra

    1.2451
    -0.0001 (-0.01%)
     
  • yen/dólar

    154.7850
    -0.0030 (-0.00%)
     
  • Bitcoin USD

    66,599.52
    -279.26 (-0.42%)
     
  • CMC Crypto 200

    1,429.36
    +14.60 (+1.03%)
     
  • FTSE 100

    8,044.81
    +20.94 (+0.26%)
     
  • Nikkei 225

    37,552.16
    0.00 (0.00%)
     

Creatividad puesta al servicio de un círculo vicioso

Scibona
Scibona

Si de algo no se puede acusar al equipo económico de Sergio Massa es de falta de creatividad. En los casi ocho meses que lleva de gestión se ha caracterizado por disponer medidas sorpresivas, muchas veces basadas en ingenierías financieras extravagantes o contradictorias para enfrentar la alarmante escasez de reservas líquidas del Banco Central (BCRA), agudizada dramáticamente este año por la sequía.

De ahí que los mercados hayan pasado a considerarlas como parches o conejos de la galera debido a sus efímeros efectos y, por lo tanto, parte del plan “Aguant.ar” que sólo apunta a llegar a las elecciones de octubre sin un salto devaluatorio ni un colapso macroeconómico.

“Default inminente”: Fitch Ratings le bajó el pulgar a la Argentina y el riesgo país subió

PUBLICIDAD

No es la excepción a esta regla el polémico decreto de necesidad y urgencia (DNU) que ahora obliga a la Anses y otros organismos estatales a vender en el mercado sus tenencias de bonos de la deuda pública en moneda extranjera para destinarlas a la compra de títulos públicos en pesos. Su primer objetivo es aumentar la oferta de esos bonos y bajar –al menos “por un tiempito”–, la cotización de los dólares financieros (CCL, MEP), que había trepado por encima de los $400, se reflejaba en el blue y en la brecha cambiaria con el oficial. O sea, el mismo propósito que ocho semanas antes había llevado a Massa a anunciar la recompra de deuda externa (por US$1000 millones) con reservas del BCRA para intervenir limitadamente en el mercado y que fue vetada por el Fondo Monetario.

Así pasó, sin escalas, de la recompra a la reventa de bonos en dólares por parte del Estado. Toda una exhibición de ausencia de previsibilidad en materia de medidas, que podría compararse con la famosa frase de Groucho Marx (“tengo mis principios pero, si no les gustan, puedo cambiarlos”). Si bien en estos días el ministro logró que la cotización de los dólares alternativos se ubicara con un número 3 (y no un 4) por delante, la exigua magnitud de la baja indica que esta herramienta está muy lejos de generar un shock de confianza. También lo demuestran la catarata de tuits de especialistas y la suba del riesgo país por encima de los 2500 puntos básicos.

El segundo objetivo es tanto o más complejo y tiene que ver con el financiamiento del déficit del Tesoro hasta fin de año. Después del canje voluntario de bonos en pesos en poder del sector público (más de 40%) y de bancos oficiales y privados (25/30%), que hace tres semanas permitió postergar vencimientos por $4,34 billones entre marzo y junio de este año hasta 2024 y 2025, se hizo evidente –por la curva de rendimientos– que las colocaciones de deuda en los próximos meses iban a tener menor adhesión del sector privado. Incluso, pese a varios incentivos otorgados a los bancos (opciones de liquidez, integración de encajes y autorización para distribuir dividendos en pesos entre abril y diciembre). La principal razón es la incertidumbre provocada por el deterioro de variables claves como reservas, superávit comercial, alta inflación, menor recaudación por retenciones y mayor déficit fiscal.

En este caso, la salida de emergencia activada ahora por el equipo económico es obligar a la Anses, que administra el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) para jubilaciones, a bancos oficiales y otros entes públicos (PAMI, Enarsa) a destinar el 70% de la venta de sus bonos pagaderos en dólares a suscribir un nuevo título del Tesoro en pesos (Bono en Moneda Dual). El problema reside en que deben vender los primeros a un precio más bajo (25%) que hace dos meses (35%), lo cual implica un rendimiento mayor para los compradores (que a su vencimiento oscila entre 13% según Economía y 40% para algunos analistas), a cambio de un título expresado en dólares y pagadero en pesos ajustados por inflación o tipo de cambio oficial, con vencimiento en 2036.

El economista Diego Bossio, extitular de la Anses y distanciado hace años del kirchnerismo, sostiene que se trata de un atajo más que no resuelve la situación de fondo, que es el déficit fiscal. “El Gobierno está muy necesitado de financiamiento. El Tesoro no puede emitir bonos con el riesgo país en 2500 puntos. Los bancos le decían que no tenían más para prestar, ya que el 70% del crédito va al sector público y pidieron un instrumento mejor como los bonos de la Anses”, explicó.

En otras palabras, toda esta ingeniería financiera está puesta al servicio de un círculo vicioso que se irá retroalimentando en los próximos meses, ya que el Estado es al mismo tiempo el mayor deudor y acreedor del sector público. A fin de cuentas, no ataca la falta de reservas líquidas del BCRA (aunque reduciría su intervención en el mercado de bonos) que impide el pago de importaciones para sostener la declinante actividad económica de 2023, ni el déficit fiscal que obliga al Tesoro a seguir endeudándose y provoca una mayor emisión de pesos que agregará más combustible monetario a la inflación.

Por cuerda separada pasa el debate político por el patrimonio del FGS, creado tras la estatización de las AFJP en 2008 y que, en realidad, no garantiza ni aporta sustentabilidad al sistema jubilatorio, cuyo déficit estructural se agravó con las moratorias previsionales sin aportes, y alrededor de 60% de sus ingresos proviene de impuestos nacionales. Hasta ahora, el grueso de los excedentes de corto plazo se destinan a títulos públicos para financiar el déficit del Tesoro con tasas altas o indexadas, que se cubren con emisión inflacionaria.

Bossio sostiene que no se sabe cuánto valen los bonos en moneda dual ajustables por inflación, ya que se trata de una medida táctica. A su juicio, implica emitir deuda a valores tres veces superiores a los que convalidó la Argentina con la venta de bonos en dólares a Venezuela. “El (título) AL30 vale US$25 y pagaría US$104 dólares; evidentemente los bonos en dólares son mejores”, afirmó. Como nota al pie, vale recordar que esas operaciones entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez se concretaron a una tasa de 16% anual en dólares, que duplicaba la vigente entonces en los mercados y en la época en que apareció la misteriosa valija de Guido Antonini Wilson.

Incertidumbre

Desde el Ministerio de Economía replican que con el canje forzoso de bonos, el FGS reforzará su patrimonio en US$2000 millones, pero al tratarse de un título en pesos indexado a 13 años se desconoce a qué tipo de cambio está calculado. También afirman que la deuda en dólares del Tesoro se reducirá en US$4000 millones con el “deslistado” (baja) de títulos entre el mismo acreedor y deudor, aunque en el sector privado dudan de que a corto plazo haya demanda por esa magnitud.

Como si la incertidumbre económica no fuera suficiente, se agrega el factor político con los enfrentamientos públicos entre los socios del Frente de Todos. Que, a su vez, hacen presagiar durante la campaña electoral una mayor presión del kirchnerismo por el aumento del gasto público y/o la reedición del plan “platita”, más el consabido reclamo de pasar a planta permanente a los empleados públicos con contratos temporarios para conservar a su núcleo de votantes.

Mientras tanto, el Gobierno promociona por radio y televisión la adhesión a la quita de subsidios a la energía (RASE) y se apresta a lanzar otra ronda del plan Previaje con la escenografía irreal de que se puede convivir con una inflación superior al 100% anual.